El método ‘Agatha Christie’ en la literatura policíaca
Agatha Christie creía que la mejor receta para el éxito de una novela policiaca se basaba en que el detective nunca debía saber más que el lector.
Agatha Christie creía que la mejor receta para el éxito de una novela policíaca se basaba en que el detective nunca debía saber más que el lector, y es un hecho que en sus 66 novelas y 150 relatos policíacos, Christie, quien podría ser fácilmente la mayor exponente del género en la literatura desde que en el siglo XIX Edgar Allan Poe se estableciera como su precursor con la creación del inspector Dupin, escribió bajo esta premisa como base bibliográfica.
Aunque en sus primeras etapas este tipo de novelas fue desarrollada en su mayoría por plumas masculinas, incluyendo las legendarias novelas de Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, Raymond Chandler o Gilbert Keith Chesterton y el sacerdote Brown, no fue sino hasta el trabajo de escritoras como Agatha Christie, P.D James o Patricia Highsmith que el género se expandió para dar un paso más allá de los estereotipos y bases comunes con los que se establece en sus inicios, porque así como hay claras diferencias entre los crímenes generados por hombres y los crímenes generados por mujeres en la vida real, la escritura de la novela criminal-policiaca también tiene sus detalles cuando se trata de resolver fechorías.
En el aniversario número 128 del nacimiento de Agatha Christie, no solo una de las autoras más prolíficas del género sino la autora que más libros ha vendido en la historia después de la Biblia y Shakespeare recordamos cómo su literatura, a pesar de ser criticada y fiscalizada por grandes autores de novelas de crímenes por no recurrir con suficiente intensidad a elementos como la sangre y la violencia, es un molde para la novela policiaca y de crimen moderno que se regenera con títulos como los de Gone Girl, La chica del tren o autoras como Suzanne Blanc y Maj Sjöwall en donde no solo son mujeres sus creadoras, sino sus protagonistas.
De críticas y clichés
En la aparición de los primeros relatos policiales hay una estructura básica en donde crimen, detective y responsable se suceden para crear un modelo de investigación. Los personajes construidos, en su mayoría hombres de bigotes y pipas humeantes que se dedican a resolver casos ante el beneplácito público, rápidamente se convirtieron en los clichés más grandes del género.
Agatha Christie siguió y a la vez interrumpió esa base. Si bien es cierto que su primer y más famoso personaje fue el detective Hércules Poirot, Christie también escribió a Miss Jane Marple, quien aparece por primera vez en el libro Murder at the Vicarage (1930) y protagoniza sus libros hasta el año 1979.
Miss Marple es una inglesa solitaria y soltera –atributo que no añade mucho en el presente pero para entonces incluía ms de un estigma social– que se vale de sus intuiciones y del sexto sentido humano para resolver las pistas que la policía es incapaz de seguir. Un personaje con un sinfín de clichés femeninos, pero también valioso y memorable para el posterior perfil de la mujer en la novela policiaca.
Agatha trazaba sus historias desde el asesinato para luego considerar los diversos sospechosos. Posteriormente inventaba las pistas y distracciones a las cuales debía atenerse al lector, y principalmente intentaba no asignar un asesino antes de comenzar la historia, por lo que prácticamente seguía con el lector sus propias trampas hasta entenderse con el nombre más factible para el responsable.
Y aunque esta parece una fórmula pertinente, Christie fue criticada por escritores del género como Raymond Chandler, quien se refirió a su trabajo como una completa desvergüenza en donde el lector era engañado con situaciones inverosímiles y crímenes realmente imposibles. Sin embargo el detalle está en que Christie, además de no estar interesada en el crimen y los asesinatos violentos que hicieron su caso en la literatura del siglo XIX, siempre apuntó a un rompecabezas de situaciones inverosímiles totalmente viables en el plano ficticio, porque entendía que la imposibilidad es parte de la ficción y raramente afecta la historia o al lector que la consume.
Fórmula y evolución
Desde que Agatha Christie escribió El asesinato de Roger Ackroyd –elegida en 2013 la mejor novela de crimen de todos los tiempos por 600 miembros de la Asociación de Escritores Policíacos– ha ostentando un sinfín de récords incluyendo el de la autora individual más traducida, con ediciones en unos 103 idiomas de su obra, el de la narración de misterio más vendida de todos los tiempos con 100 millones de ejemplares por su novela Diez negritos, y el de la obra de teatro más duradera jamás representada desde su estreno en Londres el 25 de noviembre de 1952 con más de 25.000 representaciones.
Pero los records son solo números y lo que permanece con mayor ahínco son los moldes que evolucionan a la par del contexto y sus sociedades. Si bien las novelas de Agatha Christie resguardaron unos cuantos clichés y fórmulas de género, al analizar su trabajo dentro de su argumento y época social existe un prototipo feminista que hace guiños ligeros a las detectives de hoy en día. Y esto sucede no solo gracias a la creación de Miss Marple, sino gracias a sus propias experiencias como mujer en una época particularmente restrictiva para su desarrollo.
Es importante recordar que los géneros literarios no son clasificables según las identidades de género, y restarles mérito a autores que han incursionado en el campo como Graham Greene, Manuel Vázquez Montalbán llegando hasta Jorge Luis Borges por ser hombres seria igual de sugestivo que creer que las mujeres solo escriben novelas rosa. Pero es un hecho que en este campo, como en muchos otros, la voz femenina fue reducida por estigmas sociales y convenciones caducadas que impidieron una mayor expansión en la voz de las escritoras en siglos anteriores. No obstante, los tiempos han cambiado, y las grandes autoras de ficciones de crimen y detectives hoy se presentan con nombres como los de Megan Abbott, Alison Gaylin, Paula Hawkins, Sophie Hannah y Natsuo Kirino entre muchas otras.
Hoy en día no se trata solo de detectives sino ‘femmes fatales’ que se hacen cargo de su propio destino. Y aunque las historias de detectives continúan apegadas a cierta matemática en donde dos más dos son cuatro, la fórmula base evoluciona con Christie como precursora cardinal del género en su más amplio sentido.