Los 11 pasos para una "perfecta taza de té", según George Orwell
Todos recordamos a George Orwell por sus grandes obras 1984 y Rebelión en la Granja, feroces críticas al totalitarismo, pero pocos conocen otro legado que aunque menos popular permitiría una mañana o una tarde inolvidable: los 11 pasos para una taza de té perfecta.
Muchos recordamos a George Orwell por sus grandes obras 1984 y Rebelión en la Granja, feroces críticas al totalitarismo, pero poco se habla de otro legado que, aunque menos popular, permitiría una mañana o una tarde inolvidable: los 11 pasos para una taza de té perfecta.
“Una taza de té fuerte es mejor que veinte suaves. A todos los verdaderos amantes del té no solo les gusta su té fuerte, sino que les gusta un poco más fuerte tras cada año que pasa». Esta frase de Orwell deja al descubierto su pasión por esta bebida, pero también su carácter y exigencia. En su ensayo Una deliciosa taza de té publicado originalmente en 1946 revela su secreto para lograr la perfección en la preparación de esa bebida:
1. Primero, «uno debe usar tés provenientes de la India o Ceylán. El té chino tiene virtudes que no deben ser despreciadas hoy en día –es económico , y uno puede beberlo sin leche– pero no hay mucho estimulo en él. Uno no se siente más sabio, más corajudo o más optimista luego de tomarlo. Todo aquel que haya usado esa reconfortante frase ‘una rica taza de té’ está queriendo decir, de té indio».
2. Hay que prepararlo en pequeñas teteras. Orwell escribe que «el té tiene que hacerse en pequeñas cantidades ya que el que se sirve desde un jarrón es siempre insípido, mientras que el té del ejército, hecho en un caldero tiene gusto a grasa y blanqueador. La tetera debe estar hecha de porcelana o terracota. Las teteras de plata o peltre inglés producen un té inferior y las esmaltadas son aún peor; sin embargo, una tetera de peltre lo que es una rareza hoy, no está tan mal”.
3. Es importante calentar la tetera antes de ponerla a preparar té.
4. El té tiene que ser fuerte. «Los verdaderos amantes del té solo toman té cargado». Ofrece una medida: una tetera de un litro que vamos a llenar hasta el borde necesita seis cucharas de té colmadas. “En tiempos de racionamiento, esto no es algo que se pueda concretar todos los días de la semana, pero sostengo que es mejor una taza de té fuerte que veinte suaves. A todos los verdaderos amantes del té, no solo les gusta el té fuerte, sino que les gusta un poco más fuerte tras cada año que pasa».
5. «Echa el té directamente en la tetera. Nada de coladores, bolsas de muselina u otros elementos que aprisionen el té y eviten que las hojas toquen directamente el agua o no queden residuos». Dice, de hecho, que no pasa nada por beberse unas pocas hojas de té.
6. El agua debe estar hirviendo al momento de añadir las hierbas. «Deberíamos mantener la caldera sobre el fuego mientras se vierte el té dentro».
7. Remueve bien una vez que has añadido el té (si puedes agitar la tetera, mejor).
8. «Toma el té en una buena taza de desayuno, no en una de esas planas y pequeñas. La taza de desayuno lleva más cantidad y en la del otro tipo el té se enfriará antes de haberlo empezado a beber».
9. Este punto y el siguiente son fundamentales para Orwell. «Quita la nata de la leche antes de echarla al té. Aquella leche que es muy cremosa dará un gusto desagradable al té».
10. Primero se pone el té y después la leche (un asunto que genera debate aún hoy en día entre los británicos, pero nosotros creemos en Orwell que no es un británico cualquiera). Sostiene: «Uno debe verter el té primero en la taza. Este es uno de los puntos más contradictorios de todos; sin lugar a dudas en cada familia británica hay probablemente dos escuelas de pensamiento en este asunto. La escuela de poner la leche primero puede esgrimir argumentos bastante fuertes, pero mantengo mi propia convicción. Esto es que al verter el té primero y revolver mientras se agrega la leche, uno puede regular exactamente la cantidad de ésta mientras que de la otra manera podemos poner demasiada».
11. «Por último, el té, al menos que uno lo tome al estilo ruso, debe ser bebido sin endulzar. Sé que pertenezco a una minoría en esta opinión. Aún así pienso: ¿cómo se puede ser un amante del té y destruir su sabor poniéndole azúcar? Sería igualmente razonable ponerle pimienta o sal. El té debe ser amargo, al igual que la cerveza que también debe ser amarga. Si se lo endulza uno ya no tiene el sabor del té sino el del azúcar. Se podría hacer una bebida muy similar disolviendo azúcar en agua caliente sola. Algunas personas pueden contestar que no les gusta el té en sí mismo, que solo lo beben para calentarse y sentirse estimulados, y que necesitan el azúcar para sacarle el gusto. A esta gente desorientada les digo: prueben tomar té durante alguna vez sin dulce y no lo volverán a querer dañar con azúcar».