Libros para hacer la fotosíntesis

Aunque el frío de los últimos días hace que parezca que estamos en medio de una nueva era glaciar que no se acaba nunca, la verdad es que el invierno apenas lleva un mes y medio… o bueno, tal vez os resulte mejor pensar que solo falta mes y medio para que se termine. Vaso medio lleno que le dicen. Aunque en Madrid no es particularmente dramático el frío y la ausencia de sol, durante esta estación decididamente hay menos verde del que necesito en mi vida, sobre todo porque lo del jardín interior no se me da muy bien (solo un cactus miniatura lo ha logrado sobrevivirme por más de un año).

A falta de hojas vivas que gentilmente limpien el aire que respiro, las hojas de estos libros me han dado mucho oxígeno y me han ayudado a comprender mejor y admirar aún más el maravilloso mundo vegetal que con su extraordinaria flexibilidad y capacidad de adaptación (al menos el 80% del peso de todo lo que vive en la Tierra se compone de vegetales) se exhiben ante nosotros como un perfecto paradigma de la vida contemporánea. Ver crecer lo que sembramos es «una de las fuentes más genuinas de gozo» como dice Santiago Beurete y en este particular momento del planeta es también una forma (urgente) de solidaridad y responsabilidad medioambiental.

El mesías de las plantas de Carlos Magdalena

Editorial Debate.

Carlos Magdalena, fue apodado «el mesías de las plantas» por el (famosísimo) naturalista inglés David Attenborough cuando entrevistó a Magdalena para la serie de la BBC Un año en Kew. Este horticultor asturiano es el conservador de uno de los jardines más impresionantes, deliciosos e importantes de Europa: el Real Jardín Botánico de Kew, en Londres. Su misión es salvar cualquier especie vegetal al borde de la extinción, ya sea por culpa de estragos ecológicos (léase: la mano del hombre) o por los ladrones que complacen la afición de ciertos adinerados coleccionistas (léase: la mano del hombre). Es un Bond ecológico con abono, conocimientos y paciencia en el lugar de coches caros y despilfarro de balas.

Además de sus importantes misiones, Magdalena comparte con Bond eso de estar acompañado por especies únicas y de nombres exóticos, desde la Nymphaea thermarum, la flor más minúscula sobre la faz de la Tierra, o la Ramosmania rodriguesii, la especie más delicada de nuestro ecosistema, el eco-Bond asturiano tiene un maravilloso don resucitador y ha viajado a los rincones más remotos para asegurar, gracias a su conocimiento y a las técnicas más avanzadas, la propagación y la preservación de las plantas más bellas y exóticas de nuestro planeta.

Este libro es la fascinante historia de un hombre que ha dedicado su vida a rescatar las especies más extraordinarias, pero sobre todo es un mensaje para comenzar a hacer de este mundo un lugar mejor. Sin plantas no hay vida, y cuidar de ellas es nuestra única solución.

Verdolatría, de Santiago Beurete 

Editorial Turner

Santiago Beurete es Licenciado en Antropologia y Filosofía, y se doctoró en esta última con una tesis sobre jardines y al leer Verdolatría, definitivamente se evidencia. Beurete toma como punto de partida la naturaleza para reflexionar acerca de las grandes cuestiones filosóficas de la vida y sobre las contradicciones humanas. Reflexiona acerca del tiempo mientras nos cuenta que los árboles son grandes testigos de la historia y que la han dejado escrita en sus anillos (además los suyos han sido los testimonios más antiguos ya que algunos ejemplares tienen más de cinco mil años, antes de que los contadores sumerios empezaran a transcribir cuentas en sus tablillas); para hablar de libertad introduce el concepto de «tercer paisaje» creado por Gilles Clément que hace referencia a esas «malas hierbas» que despreocupadamente creen en las cunetas de las carreteras o entre dos bloques de cemento; cuestiona nuestro antropocentrismo y nos recuerda que «si mañana mismo ocurriera una fatídica catástrofe y los seres humanos desaparecieran de la faz e la tierra, las plantas ni se inmutarían; pero si fuera al contrario, nuestra especie no viviría para contarlo».

Al leer a Beurete recordé las palabras de la madre de una amiga quien se dedicó toda su vida a la Psicología: «al final la terapia eran las plantas». Tal vez las grandes respuestas también estén ahí. En todo caso y para comenzar no está nada mal adentrarse en la jardinosofía de Santiago Beurete, un libro, en sus propias palabras hecho para sembrar dudas y no para cosechar certezas.

Imagen vía Galaxia Gutemberg

El futuro es vegetal, de Stefano Mancuso

Galaxia Gutemberg.

Pocas personas pueden hablar con más pasión de las plantas que el neurobiólogo italiano Stefano Mancuso. Cuando lo escuché en la última edición de Kosmópolis, Mancuso logró despertar mi interés por mundo fascinante e hizo que aprendiera a mirar a las plantas como organismos complejos, altamente evolucionados, que ven, sienten y perciben con todo el cuerpo y que tal vez si dominasen el mundo lo habrían organizado mejor que nosotros. Sí, en serio.

Los animales tenemos una estructura vertical, nuestro cerebro domina a todo el cuerpo y lo instruye, y cada uno de nuestros órganos y nuestras partes del cuerpo cumplen determinados roles. Las plantas no, ellas tienen una estructura horizontal, todo su cuerpo participa en todas las funciones.

Una desventaja de esta estructura horizontal es que la planta es más lenta, una ventaja enorme es que es más creativa. Las plantas no pueden huir de los problemas como los animales, porque son organismos arraigados, por eso tienen que resolver los problemas.

Todo esto lo expone Mancuso en El futuro es vegetal, publicado por Galaxia Gutemberg. Este trabajo continúa lo que exploró en Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal, pero se adentra aún más en tomar a las plantas como modelos para los retos que afronta la humanidad en la actualidad, desde el desarrollo de nuevas tecnologías hasta la organización social bajo modelos menos jerárquicos. En palabras de Mancuso: «desde los materiales a la autonomía energética, desde la capacidad de resistencia a las estrategias de adaptación, las plantas conocen desde tiempo inmemorial cuáles son las mejores soluciones para la mayor parte de los problemas que afligen a la especie humana. Basta saber cómo y dónde mirar.»