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Cultura

Libros escritos al compás del jazz

El jazz le ha dado tanta inspiración, historias y ritmo a la literatura como compases podría tener una de las pistas infinitas de John Coltrane.

Libros escritos al compás del jazz

“El jazz es suave y fresco. El jazz es rabia. El jazz fluye como el agua. El jazz parece no tener ni principio ni final. El jazz no es metódico, pero el jazz tampoco es desordenado. El jazz es una conversación, un dar y recibir. El jazz es la conexión y comunicación entre músicos. El jazz es abandono” Nat Wolff.

 

En El hombre invisible Ralph Ellison hace del jazz una influencia precisa en el ritmo y tonada de la vida de su anónimo protagonista. En Tokio Blues Haruki Murakami introduce al jazz como un efecto nostálgico e ineludible para activar recuerdos perdidos. Julio Cortázar contaba retazos de la vida del saxofonista Charlie Parker en su cuento El Perseguidor,  y un par de años antes James Baldwin narraba en su relato Sonny’s Blues la pasión de un chico de Harlem por convertirse en un famoso músico de jazz. 

Mucho antes de ellos Scott Fitzgerald amoldaba una década de vicios y excesos a la cadencia de fiestas en donde el jazz era más audible que sus palabras, y así entre romanticismos, demasías, y vidas afligidas y festejadas por igual bajo el sonido de trombones y contrabajos, el jazz le ha dado tantos desenlaces a la literatura como compases podría tener una pista de John Coltrane. 

Antes de imprescindibles como Coltrane y Miles Davis, el género musical que conocemos como jazz no era tal sino ritmo y palmas colisionando en la ciudad de Nueva Orleans. En el sonido atrapado entre aquellas noches sin nombre y en las voces que luego popularizaron el género hubo un espacio crudo de creatividad y lirismo en donde la cultura afroamericana fue sin duda una de sus raíces principales para crear música de libertad, de fusión e improvisaciones culturales, y escritores y poetas del Black Arts Movement como Etheridge Knight, Sonia Sánchez y Haki Madhubuti, Quincy Troupe y Al Young tuvieron un papel valioso en su multiplicación.

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Algunos de los libros más famosos cuyas historias fluyen al compás del jazz. | Imágenes vía De Bolsillo, Penguin, Tusquets y Libros del zorro rojo.

El jazz pasó a ser un personaje relevante en la vida de muchos más personajes de los que ha dejado constancia; de regirse por colores de piel y barrios en Estados Unidos pasó a universalizarse como una sinfonía de usanzas y experiencias de vida. Al fin y al cabo en el jazz, así como en los libros, se relatan historias con un ritmo característico como telón de fondo.

Son muchos los escritores que han romantizado el género y han encontrado en sus notas el perfecto escenario para guiar sus historias. Fitzgerald, Cortázar, Murakami, poetas y artistas de la Generación Beat como Jack Kerouac y Allen Ginsberg, James Baldwin, Carl Van Vechten, John Dos Passos, Etheridge KnightSonia Sanchez, Thomas Wolf y otros tantos; a todos los suspendió un saxofón y un teclado como lienzo para guiar y ambientar sus más conocidas historias.

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Portadas vía Seix Barral y Alfaguara.

Antonio Muñoz Molina con Invierno en Lisboa y las memorias del poeta Antonio Martínez Sarrión, Jazz y días de lluvia. La novela de William Melvin Kelley’s A Drop of Patience y los poemas de Ted Joans o Bob Kaufman son otros patrones de literatura creados gracias a y para el jazz, en donde se refleja no solo la fuerza de la música sino su efecto en la destreza de quienes escriben. En estas plumas hay un ritmo que no solo se atiene al jazz como canción de fondo sino que se inspira en sus contracciones para crear compases, simetrías, equilibrios narrativos individuales que si se escuchan en conjunto reviven una experiencia única ante cada cabeza.

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Charlie Parker, el protagonista de ‘El perseguidor’ de Cortázar. | Foto: William Gottlieb vía la Librería del Congreso de EEUU.

La era del jazz

“Le gustaban los Johnstons Gardens, donde bailaban, donde un trágico negro creaba el anhelo, música agonizando en un saxofón hasta que el audaz salón se convirtió en una jungla encantada de ritmos bárbaros y carcajadas, donde olvidar el tedioso paso del tiempo a la par de los suaves suspiros y tiernos susurros de  Dorothy era la consumación de toda aspiración, de todo contenido”  —Hermosos y Malditos de F. Scott Fitzgerald.

Con la que fue conocida como «La era del jazz», introducida principalmente por el escritor Scott Fitzgerald en novelas como El Gran Gatsby, Hermosos y Malditos y Cuentos de la era del jazz, los ritmos declamados del género pasaron a representar un mundo de costumbres y excesos sociales.

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Portada de ‘Hermosos y malditos’ de Scott Fitzgerald vía De Bolsillo y portada vintage de ‘Manhattan Transfer’ de John Dos Passos vía Penguin Books.

El jazz no solo como atmósfera y estado de ánimo, sino como un conjunto de símbolos románticos y pasionales para el músico y el oyente por igual. Muchos escritores, incluidos Fitzgerald y Dos Passos, y fotógrafos como Carl Van Vechten lo percibieron como un empuje contra la represión racial, social y sexual de la sociedad americana de entonces en donde el existencialismo de sus héroes y la música que interpretaban tenían tanto peso como su tonada.   

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Dizzy Gillespie, Eartha Kitt, Ella Fitzgerald y James Earl Jones fotografiados por Carl Van Vechten. | Fotos vía kottke.org

El soundtrack de Sonny

Precisamente leer un libro es también escuchar una tonada. En sus párrafos hay una banda sonora que se libera de elitismos y prejuicios sociales ante un género esencialmente experimental, que improvisa al ritmo de la novela y es tan elegante como el paso de sus páginas.

Jack Kerouac era un amante de la música que frecuentaba los clubes de jazz de New York y San Francisco, Murakami tenía su propio bar de jazz en Tokio antes de convertirse en escritor, Cortázar y Ralph Ellison hicieron uso del jazz para crear frases y ritmos extrapolados en la literatura y junto a ellos cientos de escritores más. Cada uno ha desnudado una voz exclusiva utilizando al jazz como swing interior.

“Nunca antes había pensado en lo horrible que debe ser la relación entre el músico y su instrumento. Este tiene que llenarlo, el instrumento, con el aliento de la vida, su propia vida. Tiene que hacer que haga lo que él quiere. Y un piano es solo un piano. Hecho de tanta madera, y cables, y pequeños martillos, y grandes también, y marfil. Hay un límite dentro de lo que puedes hacer con esto, la única manera de averiguarlo es intentarlo».Sonny’s Blues de James Baldwin.

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