'Los hermanos Sisters': un western maravilloso, francés y socialista
Jacques Audiard presenta en España su fabulosa película, protagonizada por Joaquin Phoenix, John C. Reilly y Jake Gyllenhaal
Los hermanos Charlie (Joaquin Phoenix) y Elie (John C. Reilly) Sisters revelan sus personalidades desde la primera secuencia.
—¿A cuántos hemos matado? —se pregunta Elie.
—A seis o siete —responde Charlie—. No lo sé.
Al muy francés Jacques Audiard el encargo de Los hermanos Sisters le vino por sorpresa. Reilly compró los derechos del libro homónimo del canadiense Patrick deWitt y quiso que el autor de Un profeta dirigiera la película. Por supuesto, hay algo extraño en que un francés dirija un western; los italianos ya superaron el trauma. ¿Cómo abrazaron la decisión en América? “No se lo tomaron bien”, sonríe Audiard. Hay algo tan extraño que el mismo autor, invitado a Madrid junto a su guionista Thomas Bidegain por la Academia, no creyó que aquello fuera a funcionar. Con todo, no solo el dinero le llevó a aceptar la propuesta: “Como era un actor americano quien me daba el libro, me sentí legitimado”.
El prestreno de Los hermanos Sisters en España —adonde pertenece un poco, al menos por rodarse en gran medida en Huesca y Almería— ha sido un éxito absoluto, la película es fabulosa. La sala de proyecciones de la Academia de Cine ha sido testigo a tres días de su estreno en el resto del país. La película es magnífica y particular desde el mismo momento en que la comprendemos como un western a la francesa. Los pistoleros son violentos, sí, pero es una película antiviolencia. Los pistoleros son tipos duros, no hay duda, pero no son parcos como en los clásicos: los diálogos son profundos, los personajes se preguntan por qué son como son, se plantean si todo pudo ser de otro modo. Hay una frase que desmonta cualquier esquema: “Tengo 35 años y mi vida carece de sentido”. Audiard reconoce la influencia inequívoca de La noche del cazador.
Hay humanidad y comedia y hay un western en la búsqueda frenética y delirante del oro, la riqueza, el poder, el prestigio. Los matices en Charlie y en Elie, tan brutales en la batalla y tan distintos en los silencios, son maravillosos. Charlie: irremediablemente violento, torturado por un pasado marcado por su padre. Elie: tan sensible y tan tierno en ocasiones, sumergido en un laberinto de sangre por un motor comprensible: la necesidad de proteger a su hermano, tal vez por su temor a quedar solo en el mundo.
Hay un western político en un tiempo —1850— donde los cowboys seguían cobrándose venganza, pero el socialismo llegaba al continente a través de los europeos. Esa voluntad de construir una utopía de hermandad en un país por construir —es destacable la cantidad de planos oscuros que concentra la película— toma cuerpo en los personajes de Hermann Kermit Warm (Riz Ahmed) y John Morris (Jake Gyllenhaal), dos hombres leídos, pacíficos y equipados de una ética desaforada que luchan prácticamente desarmados contra las hienas. Lo hacen con un fin a todas luces más noble, aspiran a imponer la civilización y el orden sobre la mugre. Bidegain resume su visión de la película con brillantez: “Es la historia de unos tíos que corren detrás de otros tíos que corren detrás de otros tíos que corren detrás de una idea”.
Ahí está nuestro Western francés y nuestro Western socialista. No será Audiard quien lo esconda. “Siempre me ha sorprendido que no haya más westerns que hablen de esto”, confiesa, recordando la fertilidad política del siglo XIX. También reconoce que los westerns que le interesan se estrenaron a partir de los 70; Bidegain, que lo suyo son los clásicos. Los hermanos Sisters es un western escrito con enorme sensibilidad: hay temor a la pérdida, hay una búsqueda algo montypythoniana del sentido de la vida, hay amor entre hermanos. Audiard conoce el significado de perder a un hermano. No fue algo pensado, dice, fue su subconsciente, pero sobrevuela la historia. Jacques Audiard dedica la película a François Audiard, que murió hace 25 años. Su nombre abre paso a los créditos.
PD: Un espectador curioso le pregunta a Audiard cómo se trabaja con Joaquin Phoenix –como quien pregunta cómo se trabaja con un caballo salvaje– y Audiard no puede contener la risa. “Al espécimen lo vi directamente en España y le pregunté cómo quería que nos comunicáramos”, comienza, argumentando que uno no habla inglés, que el otro no sabe francés. Joaquin Phoenix le respondió: “Telepáticamente”.
–Si le dices, por ejemplo, que empiece por la derecha y acabe por la izquierda, lo hace al revés, es como un niño. Una vez entiendes eso, es muy excitante. Está muy loco y tiene una capacidad intuitiva impresionante, una capacidad de análisis especial.
Ese espíritu infantil, de hecho, está presente en Charlie, donde todo es un juego. Realmente, este atributo no cambia tanto en Elie, más sereno y más cuerdo. Todo es un juego para ellos, que se resisten a asumir que uno se va haciendo mayor para según qué cosas.