De la Antigua Roma al feminismo: Mary Beard en 5 libros
Esta historiadora ‘celebrity’ ha logrado despertar el interés del gran público por el mundo clásico con un estilo vivaz y multitud de imágenes y ejemplos de entonces y ahora, mientras describe la vida diaria de los romanos o expone las estrategias del patriarcado para invisibilizar a las mujeres.
Esta historiadora celebrity ha logrado despertar el interés del gran público por el mundo clásico con un estilo vivaz y multitud de imágenes y ejemplos de entonces y ahora, mientras describe la vida diaria de los romanos o expone las estrategias del patriarcado para invisibilizar a las mujeres.
Mary Beard (Much Wenlock, 1955) es una historiadora inglesa especializada en estudios clásicos y, sorprendentemente, una autora superventas. En España su nombre empezó a conocerse después de recibir el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, que precisamente alabó su capacidad para convertir un saber especializado en un conocimiento accesible y relevante para el gran público. Ya sea desde sus libros, sus documentales para la BBC, su columna en The Times o su blog. Con motivo de la publicación de su último libro, La civilización en la mirada, por la Editorial Crítica, repasamos junto a la traductora al español de gran parte de su obra Silvia Furió (Barcelona, 1952) los hitos de su producción, su influencia y popularidad tanto en el mundo académico como en la sociedad en general y algunos de sus temas favoritos: desde el papel de la mujer a las claves detrás del triunfo como civilización de Roma.
—Por qué crees que los libros de Mary Beard han logrado convertirse en bestsellers, a pesar de tratarse de ensayos sobre cultura clásica.
—Es cierto que no es un tema para las multitudes, pero ella consigue llegar al gran público a través de un lenguaje muy vivaz, introduce imágenes y muchos ejemplos y utiliza un ritmo de lectura agradable que, sin abandonar la erudición, llega al lector como una novela.
Uno de los primeros títulos que hizo visible el particular estilo de Beard, que entre irónica y divertida hilvana hechos, comentarios y opiniones haciendo al lector partícipe de la narración, es El triunfo romano: Una historia de Roma a través de la celebración de sus victorias (2012, Editorial Crítica). Explicando cómo en la Antigua Roma toda victoria militar acababa en un gran desfile por las calles de la ciudad hacia el templo de Júpiter, la autora rastrea los orígenes de la propaganda, el imperialismo o la política, modelo que monarcas, generales o mandatarios de épocas posteriores siguieron y adaptaron.
“Beard coge la Historia desde el punto de vista de los vencedores y cuenta cómo se celebraban en la Antigua Roma las victorias, aunque muchas veces fueran acuerdos o negociaciones. El general, el emperador o quien celebrase su triunfo siempre trataba de obtener prebendas a través de los triunfos militares, por lo tanto, de alguna manera es la visión de toda esa parafernalia de cara al pueblo, que veían lo grande que era Roma en esos desfiles de las riquezas y los esclavos apresados”, explica Furió. Y hablando de las interpretaciones de los resultados de cualquier proceso electoral actual y de cómo los partidos siempre tienen un dato positivo que presentar, añade: “en política todo el mundo gana, todos se llenan de triunfos y, como entonces, todo se reduce a la propaganda”. Como el famoso pan y circo, que mantenía y mantiene a las masas tranquilas.
“Eso sí que fue una buena táctica, mantener al pueblo contento”, apunta en este sentido Furió. “Hoy el fútbol es el gran manipulador y la válvula de escape de esa especie de violencia que tenemos en la sociedad. El equivalente actual del pan y circo serían también las fiestas, la televisión y ciertos programas, no solo los lúdicos, sino los programas en los que se comenta la política, pero siempre desde un lado. La información que te manipula disfrazada de objetividad”, sostiene.
En Pompeya: Historia y leyenda de una ciudad romana (2014, Editorial Crítica), Beard logra abordar un tema mil veces revisitado, el de la ciudad sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 de nuestra era, desde una perspectiva original. Para Furió, “la particularidad de ese libro, aparte de la minuciosidad en las descripciones, los rincones, los mapas, es la reconstrucción de la vida de la gente a partir de los restos arqueológicos”, desde los trabajos cotidianos de sus habitantes y el gobierno de la ciudad a los placeres –la comida, el vino, el sexo, los baños– las diversiones o la religión. Y de paso, destierra algunos mitos alimentados por la leyenda romántica creada alrededor de la ciudad, como el legendario número de burdeles y o la realidad de la catástrofe. “Logra resucitar a los antiguos pompeyanos y sus vidas se acercan tanto a la tuya que casi puedes ver el sufrimiento de la gente intentando huir. Lo ves tan de cerca que los humaniza y ya no son cifras, son personas”, remata Furió.
Para la traductora, filóloga y psicóloga de formación, especializada posteriormente en el mundo clásico, el libro SPQR. Una historia de la Antigua Roma (2016, Crítica) fue el punto de inflexión en la carrera de Beard o, dicho de otro modo, su salto al estrellato. “Es una historia narrada de manera no lineal, una historia flash, hace flashes”, sostiene Furió. “Hay saltos adelante y atrás, anécdotas, historias, la lectura resulta muy amena y llega a todos. Entra directamente con Cicerón”, objeto, por cierto, de su tesis doctoral, La religión del estado en el final de la República romana: un estudio basado en las obras de Cicerón, “y desde los primeros párrafos te atrapa porque tú estás viendo la historia en imágenes. Tiene ese estilo tan flexible que, junto con la erudición, te va dando esos flashes que parece que estás sentado en el Senado escuchando los discursos”, asegura Furió.
Después de 50 años de estudio e investigación sobre la Antigua Roma, Beard afirma que los romanos vencieron porque abrieron sus fronteras y ampliaron progresivamente la ciudadanía a los habitantes de todos sus territorios. Furió abunda en esta cuestión diciendo: “Yo creo que el gran acierto de los romanos fue aceptar, integrar y asimilar a los pueblos que conquistaban, que fueron quienes hicieron grande el imperio, y les dieron la ciudadanía. Ellos entendieron que la grandeza consistía en unir”. Actualmente la tendencia parece ser la inversa, replegarse, dividir y crear fronteras no solo entre países, comenta, sino entre regiones´, persiguiendo o expulsando a los inmigrantes. “El Brexit, por ejemplo, los romanos no lo entenderían”, asegura.
“El abrirse no implica perder las raíces, sino ganar conocimiento de los otros. Yo lo comparo con el conocimiento de las lenguas: no solo aprendes el idioma, sino la cultura, una forma de ver, de pensar, un bagaje que te engrandece”, afirma la traductora. “Si fuéramos capaces, que esto sí lo pongo en duda, de asimilar esta unión, la diversidad de unos y otros, sin replegarnos por ese primitivismo recalcitrante de que lo mío es mejor, si fuéramos capaces de abrir los brazos, yo creo que podríamos superar esto”, opina entre optimista y escéptica.
Beard cuenta que al comprobar que muchos de sus compañeros e incluso profesores de universidad cuestionaban el potencial académico de las mujeres, abrazó el feminismo, que la ha acompañado toda su vida. El silenciamiento de las mujeres desde la Antigüedad es uno de los principales temas de su trabajo, cuestión que cristalizó en el libro Mujeres y poder (2018, Editorial Crítica). En esta obra, basada en dos de sus conferencias, la académica explora los fundamentos culturales de la misoginia y cómo el patriarcado ha excluido a las mujeres del espacio público, nuestras suposiciones culturales sobre la relación de las mujeres con el poder y cuánto se resisten las mujeres poderosas a ser sometidas a un patrón masculino. Desde el momento en que Telémaco silencia a Penélope en La Odisea de Homero hasta el uso de la imagen de Perseo tras decapitar a Medusa para, ya en la actualidad, analizar las figuras de Theresa May, Margaret Thatcher, Angela Merkel o Hillary Clinton, estas dos últimas, por cierto, comparadas también con la destructiva Medusa.
“Ignorar a la mujer a lo largo de la Historia es peor que los ataques directos porque eso es tan evidente que te hace reaccionar. Este libro te hace abrir los ojos a ese machismo que asumes como algo cotidiano, algo tan sutil que ni te das cuenta”, apunta Furió. Por ejemplo, cuando se critica a una política por la ropa que lleva, algo impensable con un hombre. O siempre que, a lo largo de la Historia, se ha tachado a las mujeres con poder de malvadas, celosas, neuróticas o locas –véase a Juana de Castilla– para desacreditarlas a ellas y a sus argumentos.
Los historiadores contemporáneos huyen de la verdad para para estudiar los hechos, las interpretaciones o el uso que se hizo de ellas, quizá una labor más que necesaria en el presente. “Cada uno narra la Historia o los hechos contemporáneos, aunque tú los estés viendo, desde la subjetividad”, apunta Furió en este sentido. Quizá partiendo de esta premisa, sea aún más esclarecedora la intención de la última obra de Beard, La civilización en la mirada (2019, Editorial Crítica)
Toda civilización se configura en torno a unas imágenes compartidas colectivamente, de forma que sus miembros se caracterizan por un modo peculiar y diferente de ver el mundo en que viven. “La incómoda verdad es que los llamados bárbaros no son más que aquellos que tienen una idea diferente a la nuestra de lo que significa ser civilizado y de lo que importa en la cultura humana. A la postre, la barbarie de una persona es la civilización de otra”, afirma Beard, que ilustra su afirmación explorando, por un lado, las representaciones del cuerpo humano en distintas civilizaciones y, por otro, las imágenes – y problemas– para representar lo divino.
“Este libro me gustó por este cambio de perspectiva. Siempre vemos desde nuestra perspectiva de Occidente y todo lo que no obedece a nuestros parámetros es bárbaro e incivilizado. Lo que plantea es lo mismo, pero colocándote en otro punto de vista de forma que veas otra manera de razonar. Y la imagen deja de ser plana para convertirse en un prisma”, señala la traductora sobre esta obra.
Para terminar, Furió confiesa que lo más difícil de traducir a Beard ha sido encontrar su voz. “Cuando traduces lo que haces es poner la lupa y entonces observas los giros, la ironía, las insinuaciones. Todos esos movimientos de estilo son el placer del traductor porque de alguna manera estás recreando la obra y estás ampliándola para que en su conjunto sea lo más fiel posible a su estilo y no algo literal. La terminología es algo más técnico, pero ajustarte a los juegos de palabras, ese es el gran reto”, concluye.
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Foto de portada: Caterina Turroni.