La receta para triunfar en la televisión española, según Borja Terán
‘Tele. Los 99 ingredientes de la televisión que deja huella’, es un recorrido sin complejos por los programas y series que han marcado nuestra historia.
El periodista Borja Terán ha escrito Tele. Los 99 ingredientes de la televisión que deja huella, un recorrido sin complejos por los programas y series que han marcado nuestra historia y las claves de su éxito: desde clásicos como Verano azul y La bola de cristal hasta El hormiguero y Cuéntame cómo pasó.
Siempre atentos a la ficción internacional, especialmente a las omnipresentes series estadounidenses, prestamos poca atención a la televisión de nuestro país. Con la intención de reivindicar nuestro pasado, aprender de nuestra herencia común y construir un futuro mejor, el periodista Borja Terán ha escrito Tele. Los 99 ingredientes de la televisión que deja huella (Somos libros), un emocionante recorrido desde Chicho Ibáñez Serrador a Mercedes Milá, pasando por Crónicas marcianas, Médico de familia, El ministerio del tiempo, La casa de papel o Paquita Salas, ilustrado por Efe Suárez.
“Me planteé el libro como una mirada a la tele sin fecha de caducidad que no fuera cuadriculada, un análisis donde cada capítulo fuera un ingrediente. Y al final se convirtió en un juego”, porque como el mismo Terán propone, el libro se puede leer siguiendo un orden lineal, saltando capítulos o comenzando por el final. “La mejor televisión es la que tiene un punto imprevisible y quería que el lector pudiera ir descubriendo y jugando, combinando ingredientes más sesudos con otros más chorra como el tartazo de Silvia Abril [en Tu cara me suena], que también es muy importante”, explica. “Yo me hice mi mapa de ingredientes que son claves para trascender en televisión y los medios, y luego dejé que fluyeran a medida que iba escribiendo. Me he dejado llevar en el análisis y me he ido dejando sorprender”, añade.
Coincide que el primer capítulo fue, asimismo, lo primero que escribió. “Había que empezar con la ficción más respuesta de TVE que es Verano azul”, explica sobre la legendaria serie de Antonio Mercero, que desentraña contando las mentiras piadosas detrás de la producción. Por ejemplo, que Antonio Ferrandis no tocaba realmente el acordeón, que Chanquete fue enterrado en un cementerio creado para la ocasión o que esas vacaciones en realidad se grabaron durante más de un año.
En la era del streaming, resulta difícil imaginar que una ficción nacional logre hoy el impacto de aquellas series que reunían a millones de espectadores frente al televisor. O no, visto el éxito sin precedentes de La casa de papel en Netflix, aunque no todos sus fans la vieran en directo ni a la vez. Emisiones deportivas, concursos y realities son actualmente los programas más seguidos durante la emisión por razones obvias, pero Terán recuerda que estas citas imperdibles se pueden construir y son, de hecho, una de las esencias del medio.
“La televisión acontecimiento siempre ha existido y probablemente hubo un tiempo, cuando la televisión estaba por inventar o no había tantos complejos con los audímetros, en que siempre se buscaba” y se remonta a finales de los años 60 para hablar de Galas del sábado, un programa de variedades presentado por Joaquín Prat y Laura Valenzuela. “No se quedaban en el playback: creaban una puesta en escena que al día siguiente se comentaba. Por eso la televisión musical no funciona cuando es solo playback”, añade.
En su regreso, Operación Triunfo logró concitar este interés, en opinión de Terán porque tuvo un magnífico casting que enganchó a las nuevas generaciones y supo aprovechar el tirón de las redes sociales. “Está claro que la gente joven vuelve a la televisión cuando encuentra un contenido que le representa”, señala. “Los concursantes representaban muy bien una sociedad joven, moderna, sin clichés, que no hablaba de la sexualidad con tabús y los chavales conectaron muy bien. Esa fue la principal materia prima”, apunta. “Luego estuvo en el lugar donde tenía que estar. Dejaron que existiera en Youtube la emisión en 24 horas y sirvió para que la gente se enganchara, pero también crearon citas, como si se tratara de un canal tradicional”, cuenta sobre los horarios de la escuela, que los fans conocían para conectarse a los pases de micros o sus clases favoritas. “Era como una teleserie juvenil en directo, con su parte de reality donde también aprendían, y el programa supo aprovechar las redes sociales para hacer al espectador partícipe”, no simplemente como un “mero spameador” como muchas cadenas, erróneamente, hacen. De ahí que considere que la televisión tradicional y bajo demanda pueden convivir y complementarse.
Hablando de citas, Cuéntame cómo pasó es otro gran ejemplo de programación. Todos los espectadores saben, vean o no la serie, que los jueves TVE emite su veterana ficción, una estrategia que en décadas pasadas ayudaba a los televidentes a conocer la oferta y que en estos tiempos de contraprogramación feroz desorienta y expulsa a muchas personas de la televisión generalista. “La crisis ha hecho mella en este sentido y las cadenas tienen que cuidar más al espectador. Su principal cliente, aunque ellos crean que son los anunciantes, son los espectadores”, señala Terán. “Nuestra parrilla de programación es muy inestable en todos los canales. Antes la gente tenía muy claro cuándo ponían cada cosa y ahora uno no sabe ni cuándo empieza una serie ni cuándo termina”, comenta en referencia a esas ficciones que se extienden hasta la madrugada con el fin de rascar una mayor cuota de pantalla en un momento de menor consumo. “Por un lado, eso hace que la gente prefiera irse a la televisión bajo demanda en vez de esperar. Y por otro, si el espectador no llega al final del producto pierde el hilo y no vuelve”, comenta el periodista.
Lo mismo ocurre con la impaciencia que muchos directivos demuestran con algunos programas. Y Terán ofrece varios sorprendentes ejemplos de éxitos tardíos: desde Al salir de clase, que a pesar de sus bajas audiencias iniciales evitó la cancelación porque atraía a un público inexplorado, los jóvenes; o 7 vidas, que despegó, curiosamente, con la salida de su protagonista, el actual diputado de Ciudadanos Toni Cantó, alcanzando finalmente 15 temporadas y generando, además, un exitoso spin off: Aída.
“A la hora de hacer una parrilla es fundamental tener perspectiva”, afirma Terán a este respecto. “7 vidas, por ejemplo, aportaba marca a Telecinco: eran una sitcom joven, al estilo de Friends. Y Al salir de clase representa mucho nuestro tiempo y hacia dónde va la televisión: un target comercial súper potente”, comenta. “Esto mismo ocurre con La Resistencia, probablemente el programa con mayor influencia social en la televisión. Es un gran referente de una audiencia de nicho que no rompe las cuotas de pantalla, se consume de forma fragmentada en muchos soportes, pero tiene una gran relevancia e influencia real en la sociedad”, explica. “La televisión de audiencias transversales como Médico de familia continuará, pero las cadenas van a tener que saber analizar la rentabilidad de los programas cuando llegan a un público específico”, añade.
Para Terán, el futuro de la televisión tradicional pasa por una constante innovación y, en esta línea, destaca un formato: El hormiguero. “Es un programa que no se relaja, aunque les vaya bien no se conforman y no tienen miedo a la imaginación. Esta es una de las carencias de la televisión hoy y una de las grandes defensas del libro”, que también repasa los aciertos de formatos como La bola de cristal o Cajón desastre. “El hormiguero va a trascender porque es un programa muy bien estructurado, que se atreve a crear con experimentos, curiosidades absurdas, pero luego está muy bien realizado. Tiene una iconografía apabullante con las hormigas y está muy bien diseñado”, remata.
Pasando a las conclusiones, Terán sentencia: “creo que las cadenas ahora mismo, entre otras muchas cosas, tienen que perder miedo a la televisión de autor. En ficción existen, pero podrían tener más cabida, sobre todo, en entretenimiento” y aquí destaca la intuición de Telecinco y su exitoso modelo, capaz de generar sus propias estrellas a lo largo de toda su parrilla entre Sálvame, Gran Hermano o Supervivientes. “Está viviendo uno de sus mejores momentos. Es pura adrenalina y están produciendo reality shows sin complejos”, cuenta. Solo hay que ver el fichaje de la Pantoja, “pura vitamina” tanto para Supervivientes como para toda su programación.
Sin esnobismos, Tele también habla de la modernidad de María Teresa Campos o Jesús Hermida, de concursos inolvidables como El gran juego de la oca o El Grand Prix, docurrealities llenos de perlas como Hermano mayor o Pesadilla en la cocina… todos ingredientes de una televisión que ha dejado huella, que sorprende y que emociona. “Antes se pensaba en grande, vamos a crecer. Ahora se piensa en pequeño, vamos a mantener este programa porque es barato. Muchos programas se mantienen en parrilla por el mal menor. Y la televisión tiene que ser el bien mayor”, sentencia el periodista.