Jorge Carrión: “Amazon ha colonizado el imaginario de la compra de libros por internet”
El escritor y crítico cultural Jorge Carrión publica ‘Contra Amazon’, una compilación de artículos a favor de la resistencia de las librerías.
Amar una librería, una biblioteca, posiblemente sea una pasión adquirida. El gusto por los libros nuevos y el olor a tinta o por los libros viejos y ese cuidado que debe tenerse al pasar sus páginas. Para el escritor Jorge Carrión (Tarragona, 1976) su amor por los libros pasa por dilatar su deseo, extenderlo para que dure.
Sentados en un café del ensanche barcelonés, con los Beatles sonando de fondo, el autor me cuenta que su pasión por los libros puede contagiarse con una nueva narrativa creada desde las librerías y bibliotecas. Así como el fab four que suena de fondo captó a millones de fans y cambió el curso del rocanrol, para Jorge Carrión su deseo por la lectura y el libro como objeto crítico es fácilmente expandible y resistente a cualquier monopolio digital.
Para entender su deseo, el autor ha publicado Contra Amazon (Galaxia Gutenberg, 2019), un nuevo libro de ensayos periodísticos ya publicados en varios medios españoles e internacionales –el recién cerrado NYTimes en Español, entre ellos– donde no solo incluye sus razones para resistir ante el monopolio de Jeff Bezos, sino varias crónicas sobre las diferentes librerías que ha visitado alrededor del mundo, una entrevista al escritor y especialista en librerías Alberto Manguel y un perfil íntimo en clave de crónica sobre el creador de la biblioteca de ficción por excelencia: Jorge Luis Borges.
Para Jorge Carrión leer y escribir son también formas de eso llamado “empoderamiento”, así como los encuentros en librerías, bibliotecas o espacios de debate, de conversación en cafés mientras se le entrevista.
¿Por qué este libro se enfoca en ir contra Amazon y no contra otros monopolios digitales?
Es un libro sobre libros, sobre los espacios del libro, sobre este momento fascinante donde hay una serie de interferencias de lo que se entendía por lectura y una serie de retos a los que enfrentarse, y me pareció que Amazon podía ser la encarnación de esas amenazas. Obviamente el título del libro es el título del primer texto, así como en los libros de cuentos; el artículo que le da el título al libro es un manifiesto que requiere un nombre directo y panfletario. Por eso, el último texto del libro es Contra la bibliofilia y los enemigos que están en todos lados y no son tan obvios. Es un libro sobre cómo consumimos y compramos los libros.
Aunque la gente no ha dejado de leer, ¿la amenaza no lo es también los otros monopolios como Netflix o Facebook que le roban la atención a los libros?
Me encanta la época en la que vivimos, me encanta la expansión de la novela a otros formatos: la novela gráfica, la telenovela, proyectos como Eva Stories de Instagram, algunas apps. Eso no me parece una amenaza, me parece una expansión, pero no estoy seguro de que la lectura esté en decadencia. Se lee en todo tipo de plataformas y extensiones, desde WhatsApp hasta novelas de mil páginas, y nunca en la historia de la humanidad había estado tanta gente alfabetizada. Lo que sí está en crisis es la idea de consumo de libros literarios, pero habría que analizar bien las encuestas para ver si eso es alarmante o no.
¿Cómo las librerías van a resistir a ese cambio social?
Si yo hubiera querido convertir eso en el protagonista del libro, el libro se podría haber llamado Contra la soledad, porque creo que justamente es lo que está inyectando en vena Facebook, Youtube, Netflix, etc.: experiencias solitarias. Por supuesto, lo que te da una buena librería o una buena biblioteca es una experiencia social donde el centro es el libro, que va a ser leído en soledad, después de la experiencia social, y quizás va a provocar que después vuelvas a la librería a tener otra experiencia social a través de ese libro, como por ejemplo, un club de lectura. Igual que Netflix, que al final de cada capítulo te carga el siguiente, o Youtube te lleva al siguiente vídeo; es a partir de ese momento clave que se construye el gran enemigo del libro: las listas de reproducción. Yo creo que lo que debería hacer la librería es crear sus propias listas de reproducción y encadenar eventos y experiencias de un modo que te seduzcan a permanecer en el mundo físico y no en el mundo digital.
¿Cómo se generan esas listas de reproducción?
En una librería deben pasar cosas todo el tiempo. En las librerías más interesantes que he visitado últimamente, que han sido desde la Ler Devagar en Lisboa hasta PageOne en Pekín, que son librerías que albergan espacios muy distintos y tienen varias librerías en una, en cada una pasan cosas distintas. Por eso creo que es muy importante defender las rutas de librerías. En el barrio de Gracia –en Barcelona– en algún momento hubo mucha consciencia de los libreros del barrio e hicieron un mapa. Podías pasarte la tarde o el día visitando sus librerías. También en La conspiración de la pólvora, como escritor puedes estar tres días en Plasencia, Salamanca y Segovia en una ruta que vincula tres librerías en una gran experiencia. Las librerías tienen que generar experiencias más o igual de satisfactorias que las pueda dar Facebook o Netflix.
Hay muchas librerías como Lello en Oporto o Bunkitsu en Tokio que apelan al uso de la experiencia en la librería desde Instagram, la fotografía, el selfie. La librería como lugar turístico…
El problema de las fotos es que es algo muy fugaz. Hay muchas librerías asiáticas donde el lugar para hacerte la foto ya está marcado; sobre todo en estas librerías muy espectaculares que parecen bibliotecas, hay unos puntos para hacerte la foto como lugar turístico. Pero una librería inteligente va a convertir eso en un hashtag, en un concurso o en una actividad que vaya más allá de la foto.
Más allá de lo digital y de Amazon, ¿el modelo de venta de libros en España no es un problema real para las librerías?
En el cierre y en la apertura de librerías influyen muchos factores. Algunos son sistémicos, tienen que ver con el exagerado beneficio del distribuidor, el escaso beneficio del autor y el poco margen de ganancia del librero que recurre a la venta de vino o de café, de tazas o de camisetas porque son objetos con más margen de beneficio. Pero también hay otros factores que nunca se comentan que también tienen que ver con el relevo generacional, con el cansancio, porque es un negocio muy exigente. Tiene que ver con la gentrificación. Son un montón de factores en los cuales el más visible ahora es la compra online, no solo en Amazon, también en Casa del Libro, incluso en Wallapop. Ahí sí hay un nuevo problema que ahora se suma a otros anteriores que son muy complejos y variados.
En el Manifiesto contra Amazon estás en contra de la automatización de Amazon con sus robots. ¿Cómo esto afecta a las librerías?
El Manifiesto contra Amazon que publiqué en Jot Down lo pensé y lo escribí en un contexto histórico determinado que fue la crisis en España, donde había y sigue habiendo problemas de paro y de precariedad laboral muy fuertes y, en ese sentido, creo que es interesante contraponer la relación comercial que pasa por el cuerpo y las emociones del comercio de proximidad y el modelo ‘fordista’ en su versión robotizada de la producción de coches o de cualquier tipo de industria moderna. Me parece que los robots están aquí para quedarse y hay que ver el modo de convivir con ellos de la mejor manera posible. Yo no tengo nada personal contra Amazon, me parece estupendo que venda cualquier tipo de objeto, pero lo que ocurre es que yo tengo un vínculo sentimental muy fuerte con el objeto libro y que un libro esté en almacenes como cualquier mercancía y sean manipulados por robots me parece muy elocuente del tipo de trato que le da Amazon a los libros. A mí como escritor, lector y porque amo los libros y ya no sé separar los libros de mi propia familia, me molesta el modo en que Amazon trata a los libros. Seguramente otra persona con un vínculo diferente con otro tipo de objetos tendría otro problema con Amazon.
Entonces es una mirada romántica y personal de los libros con respecto a Amazon…
Yo lo que defiendo, porque no he tenido ninguna experiencia positiva al respecto, es la prescripción humana. Yo creo, como crítico cultural, que mi prescripción tiene un valor ante el algoritmo de Google y creo que la prescripción de los libreros y bibliotecarios es superior a la que pueda otorgar un algoritmo. Lo que defiendo es la prescripción humana que tiene que ver con leer, tocar y manipular los libros. Entonces, la visión humana de la cultura la contrapongo a su visión algorítmica y robótica, pero no tengo nada concreto contra los robots o los drones que trabajan en Amazon.
¿Cómo es el futuro de las librerías?
El futuro de todo cambia radicalmente. Yo creo que lo que va a desaparecer es la escala de las librerías, creo que esa escala macro tiene más sentido en el mundo de la logística. Si sobreviven las cadenas de librerías van a ser justamente como los almacenes que envían libros por internet. Hay muchos envíos de libros, lo que pasa es que la gente no lo sabe porque Amazon ha colonizado el imaginario de la compra de libros por internet; el monopolio es mental. Lo que han perdido las librerías es la batalla por la narrativa. Amazon, por su eficacia y porque ha tenido como aliado a periodistas ingenuos o no, se ha impuesto como monopolio mental de la compra por internet en general, de la compra de libros por internet en particular y de la lectura de ebooks. Hay muchos dispositivos para leer ebooks pero mucha gente cree que el único es el Kindle. Lo que tienen que hacer las librerías a futuro es recuperar la iniciativa y forzar una narrativa positiva en que se llame a la gente a pensar cómo quiere su ciudad dentro de 10 años, si quiere que haya librerías o no. Creo que hay dos aliados en esta narrativa: el aumento de la conciencia ecológica –Amazon contamina muchísimo, tanto con sus servidores como en su operación logística- y la consciencia del período del aislamiento. Yo creo que, con esos aliados y con un poco de trabajo de conciencia colectiva, las librerías podrían lograr una narrativa tan poderosa como la que Amazon ha utilizado para monopolizar y manipular ideas.
Si tuviéramos que resumir. ¿Cuál sería un listado perfecto a favor de las librerías?
- Creo que el valor simbólico del libro, hay que defenderlo en su contexto natural.
- Creo en la lectura humana y personal, y que el mejor algoritmo es uno mismo.
- Creo que las librerías no son censoras y Amazon sí que lo es. Las librerías respetan la verdad del libro.
- Quiero ser el dueño de mis lecturas y eso me lo permiten las librerías y las bibliotecas.
- Creo que es importante desear. Mantener el deseo por los libros.