Conde, los guitarreros de Madrid que enamoraron a Paco de Lucía, Leonard Cohen y Bob Dylan
Es la cuarta generación de una familia dedicada en cuerpo y alma al noble arte de construir guitarras
Las guitarras Conde han pasado por las manos de maestros españoles de talla mundial como Camarón de la Isla, Paco de Lucía, Tomatito o Pepe Habichuela, así como de artistas más internacionales como Leonard Cohen, Bob Dylan y Lenny Kravitz, entre otros. Una larga lista de artistas que nos han enamorado con su música y su pasión. Una maestría donde el instrumento tiene un papel fundamental en el proceso de creatividad, y ahí es donde entra en juego el trabajo del guitarrero –prefieren que los llamen así en vez de luthier–.
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Leonard Cohen siempre tuvo una conexión especial con las Guitarras Conde. Cuando en 2011 recogió el premio Principe de Asturias no dudó en acordarse de ellas, de ese instrumento que lo acompañó a lo largo de toda su carrera, y pronunció esas palabras de elogio a España:
«Haciendo el equipaje para venir, cogí mi guitarra Conde, hecha en España hace 40 años más o menos. La saqué de la caja y parecía hecha de helio, muy ligera. Me la puse en la cara y la olí, está muy bien diseñada, la fragancia de la madera viva. Sabemos que la madera nunca acaba de morir y por eso olía el cedro, tan fresco, como si fuera el primer día, cuando compré la guitarra hace 40 años. Y una voz parecía decirme: Eres un hombre viejo y no has dado las gracias, no has devuelto tu gratitud a quien la merece: el suelo, la tierra, al pueblo que te ha dado tanto».
En pleno centro de Madrid, a un paso del Teatro de la Ópera, se encuentra el taller de Felipe Conde. Escondido en un bajo y sin apenas un cartel que señale que se encuentre ahí. No le hace falta. Los grandes guitarristas lo conocen de sobra. Así lo atestiguan las fotos firmadas que cuelgan de la pared. Además, no es raro el día en el que el sonido de los dedos rasgando las cuerdas de una guitarra se cuela por la ventana y embriaga a los viandantes.
Felipe Conde es el máximo representante de una de las firmas más prestigiosas e importantes de la historia de la guitarrería española. El secreto para llegar a esa merecida fama es que los Conde supieron imprimir en sus guitarras un sonido característico, distinto a los demás, con el que consiguieron cautivar a los mejores músicos de la época y con el que los artistas se sentían profundamente identificados para componer e interpretar su obra.
Los Conde –Mariano y Faustino, padre y tío de Felipe– introdujeron en los años 60, por primera vez en la historia, la madera de Palo Santo -Palisandro- en la guitarra flamenca, que proporciona un excelente sonido y calidad y que hasta entonces era utilizada tradicionalmente para la guitarra clásica, y de la mano de Paco de Lucia se popularizó como guitarra flamenca para concierto. A esta guitarra, la FC 28, se la denomina en el mundo flamenco «negra», en contraposición a la «blanca» construida en madera de ciprés. Su precio: 10.600 euros.
Esta familia se ha forjado una fama que no se ha detenido a día de hoy. Guitarristas profesionales de medio mundo acuden a su taller para conseguir una pieza única fabricada con el mimo y el cariño de una familia que lleva toda su vida dedicada a esto. «La gente asocia el sonido de una buena guitarra a la guitarra Conde, porque al final, grandes guitarristas han tocado con nuestras guitarras».
Felipe Conde hijo es la cuarta generación de una familia dedicada en cuerpo y alma al noble arte de construir guitarras. Dice que no siempre tuvo claro que quería dedicarse al negocio familiar, pero que a los 14 años comenzó a tocar ese instrumento tan patrio que le empezó a coger el gusto. Dos años más tarde ya estaba pasando los veranos en el taller ayudando a su padre.
«Los guitarristas de hoy en día buscan sonar parecido a Paco, a Moraito, parecido a grandes guitarristas que han tocado con nuestras guitarras y han desarrollado la mayoría de su carrera con nuestras guitarras», nos asegura este joven guitarrero de 28 años que, junto a su hermana María y bajo la atenta mirada de su padre, continúa con la tradición. A ellos les acompañan en el taller David y Pedro, un guitarrero con más de 40 años de experiencia, nueve de los cuales los ha dedicado a los Conde.
De las guitarras que tienen a la venta en su local, Modelo Felipe V es la más cara. Nada más y nada menos que 17.000 euros. Diseñada en los años 90, esta guitarra española está construida con las mejores maderas especialmente seleccionadas por Felipe Conde. Destaca por su trabajo de marquetería, adornos de nácar, el clavijero grabado a mano y como no, su sonido sublime. «Esta guitarra reúne todo lo mejor de nuestra tradición y es una pieza de colección pensada para los que aman a la guitarra», aseguran.
No obstante, Felipe junior –como le llaman cariñosamente– nos asegura que hace unos días un guitarrista acudió al taller para encarcargarles una guitarra que costara 30.000 euros. Ese era su requisito, y ellos tuvieron que «comerse la cabeza» para conseguir los mejor materiales y hacer una guitarra espléndida. «Yo soy muy friki y siempre estoy buscando cosas y nunca voy a hacer una guitarra igual que la otra y siempre voy a estar investigando un poco», asegura Felipe, que sin duda es un perfeccionista de su trabajo: «Nunca termino de encontrar una guitarra perfecta, que aúne todo lo que yo quiero».
¿Cómo se construye una guitarra española?
Muchos de nosotros hemos tenido una guitarra entre las manos y hemos escuchado de cerca a un amigo o familiar tocarla, per pocas veces nos hemos planteado el trabajo que conlleva construir una guitarra española de forma artesanal.
La formación de un guitarrero es un largo proceso que no acaba nunca. Para construir una guitarra española artesanal y de calidad se puede tardar al menos entre dos y tres meses de trabajo altamente especializado, y en el proceso no se usa ni un solo clavo –la guitarra va ensamblada con diferentes tipos de cola–. La fabricación comienza por la selección de la madera, que determinará la calidad del sonido y la estabilidad de la guitarra en el futuro, pasa por el secado de la madera y acaba con el barnizado y el encordado.
«Es un instrumento que yo no creo, ni mucho menos, que se vaya a perder, porque sigue habiendo muchísimos guitarristas, muchos más de los que creemos, lo que pasa es que no están en la cultura popular. Todo el mundo conoce grandes artistas de electrónica, lo que es más vanguardista, lo que es más puntero, pero nadie conoce a un guitarrista flamenco que toque por soleá, a no ser que le guste el cante, que le guste el flamenco», nos cuenta Felipe.
Se necesita mucha pasión y amor por el oficio para construir estas guitarras maestras, pero todo el esfuerzo y sudor merecen la pena una vez escuchamos los primero acordes de la Conde que Felipe junior construyó y que ahora toca en su taller.