Colorín colorado: Drag Queens en bibliotecas para acabar con la transfobia en la infancia
Así es cómo estas Drag Queens enseñan a los niños a amar la diversidad.
Y en librerías, escuelas y centros comunitarios de Europa y Estados Unidos. Esta es la nueva hora del cuento que enseña empatía y respeto a la diversidad a los más pequeños.
“Un domingo de mañana, apenas salió el tibio sol, del huevo salió una oruga diminuta y muy hambrienta…”. Angel Electra, el cardado violeta y la sombra de ojos perfecta, se sienta con su vestido de fantasía a juego como la peluca y lee a su público las primeras páginas de La pequeña oruga glotona. Hay un silencio fascinado en la sección infantil de la biblioteca pública de Nueva York; una multitud de niños y sus padres escuchan con atención a esta hada de cuento relatando la odisea de un oruga regordeta que acaba convirtiéndose en una mariposa preciosa.
Cuando termine de contar la historia, algún menudo lector se acercará a ella y le preguntará: “¿Eres un chico o una chica?”, y entonces ella habrá de explicarle que todo el mundo puede ser lo que desee, que no existen “cosas de chicas” y “cosas de chicos”, sino un espectro tan grande como debería ser el amor y el respeto por una misma.
Angel Electra es una de las drags voluntarias del programa Drag Queen Story Hour (DQSH), que nació hace cuatro años en San Francisco por iniciativa de la escritora queer Michelle Tea y ahora cuenta con más de cincuenta delegaciones en Estados Unidos y se ha extendido a países como Dinamarca, Suecia, Japón, Canadá y Alemania. Y más recientemente a México, donde las organizadoras tuvieron que enfrentar duras críticas de políticos conservadores que las acusaron que “dañar la mente de los niños”.
Princesas inclusivas
“Creemos que las personas deberían ser libres de poder expresarse a cualquier edad, y que instituciones cívicas como las bibliotecas y las escuelas tienen que celebrar la diversidad”, explica Jonathan Hamilt, portavoz de DQSH, quien añade que la literatura infantil puede ser tanto un espejo como una ventana: “Los niños pueden ver a otras personas que desafían la dualidad de género e imaginan otros mundos posibles donde se puede ser como desees. Tanto las historias que cuentan como ellas mismas ayudan a generar empatía, reducir la transfobia y el bullying e inspirar creatividad”.
Histriónicas, descaradas y glamorosas hasta la peluca, las drag queen han pasado al imaginario popular como reinas de la noche que viven en una eterna fiesta de carnaval. No obstante, son parte importante de la historia del movimiento LGTB, cuyo sentido de comunidad, su mensaje de orgullo y aceptación y su lucha por salir de la marginalidad social han quedado reflejados en premiadas series como Pose o en programas como Rupaul’s Drag Race.
Aunque para Hamilt la popularización de la cultura queer y sobre todo la drag en el mainstream es un arma de doble filo: “Es muy positivo que colectivos que han sido marginalizados se conviertan en hits de televisión, pero también hace que los capitalicen”, apunta.
Por una infancia ‘queer’
“¿Quién defiende los derechos del niño diferente? ¿Los derechos del niño pequeño que ama vestir de rosa? ¿De la chica que sueña con casarse con su mejor amiga? ¿Los derechos del niño queer, maricón, tortillera, transexual o transgénero?”, se preguntaba Paul B. Preciado en un artículo donde criticaba a quienes, bajo pretexto de defender el derecho a la infancia, se manifestaban contrarios del matrimonio y adopción por personas LGTB.
“Las drag queen cuestionan las normas de género y pueden cambiarle la vida a los niños LGTB al verse reflejados en las historias y en otros modelos de conducta».
El filósofo también proponía un nuevo modelo educativo y una red para que esta institución dejase de ser un espacio de violencia, con uno de cada tres estudiantes en todo el mundo padeciendo acoso escolar, una gran parte de ellos por su orientación sexual.
Si bien se ha avanzado en una nueva pedagogía inclusiva y feminista, el reciente ascenso de partidos de ultraderecha en comunidades como la andaluza, y sus denuncias de que la educación en las escuelas promovía “relaciones homosexuales entre niños”, amenaza con hacernos retroceder al paleolítico de los derechos humanos y civiles.
Y, sin ánimo de banalizar la cuestión, unos tacones de aguja y una historia que trascienda los roles de género y las identidades estancas podría ser mejor que una perdiz para acabar con el cuento del binarismo: “Las drags cuestionan las normas de género y pueden cambiarle la vida a los niños LGTB o con padres pertenecientes a esta comunidad al verse reflejados en las historias o en otros modelos de conducta. Les enseñan a jugar y experimentar otras formas de masculinidad y feminidad”, resume el portavoz de Drag Queen Story Hour.