Cela, el poeta latente detrás de su prosa
A Camilo José Cela, que recibió la noticia del premio Nobel un 19 de octubre de hace 30 años, se le recuerda como escritor de novelas y relatos y casi se desconoce su obra poética
Cuando se piensa en la obra de Camilo José Cela siempre vienen a la mente La Colmena (1951) o su primera novela, La familia de Pascual Duarte (1942).
A Cela se le recuerda como escritor de prosa y casi se desconoce su obra poética. Esto sucede porque la difusión de su narrativa siempre ha sido superior a la de su poesía, tal y como señaló Jorge Urrutia. Para el propio Cela, el motivo era el que indicó en una entrevista en La Verdad en el año 1988 a José Ferrándiz Lozano: «España es un país tan pobre que no da para tener dos ideas de la misma persona. Si uno escribe prosa o novela la gente no admite que además escriba poesía».
Cela escribió poemas toda su vida y en 1996 se publicó su Poesía completa, prologada por José Ángel Valente. El volumen reúne ocho libros, además de otros poemas sueltos en su obra poética. La obra está publicada en Galaxia Gutenberg y ya es una edición agotada que debería ser de nuevo reeditada.
La dudosa luz del día
Los primeros versos de Cela datan de 1934, cuando apenas tenía 18 años. Su primer libro de poemas, Pisando la dudosa luz del día (aunque no sus primeros escritos que están recogidos en Primeros pasos), fue escrito en noviembre del 36, en pleno bombardeo de Madrid, y no se publicó hasta 1945 en Ediciones del Zodiaco. El prólogo estuvo a cargo de Leopoldo Panero, escrito en noviembre del 1944 y donde ensalza la labor poética y la sensibilidad con la que el joven Cela –no tenía más de 20 años– recoge las influencias surrealistas que imperan en los escritores del momento, como Neruda y los vanguardistas. Destaca del poemario el tono intimista que se expresa en el desasosiego frente a la muerte.
Aunque, como ya hemos dicho, el libro no ve la luz hasta 1945, la revista Fábula, en 1938, publica el Canto V de «Himno a la muerte» y la Revista Garcilaso, dirigida por José García Nieto (a quien va dedicado el poema), hace lo propio en su número 9, en 1944, con su versión íntegra. «Himno a la muerte» es uno de los poemas extensos de Pisando la dudosa luz del día y, tal vez, preludio a su Pascual Duarte.El último endecasílabo de la estrofa IX del Polifemo de Góngora da título al libro. «La dudosa luz del día» es aquella que queda antes del anochecer, en la que ya no se puede distinguir con nitidez dónde el poeta pone sus pasos.
A este le siguieron las publicaciones de «Tránsito adónico» en el número 13, también incluida en el poemario; «Poemilla de las malas costumbres» en el 17, incluido en sus Primeros pasos; «La risa de Dios» en el 25 y «Como los muertos» en el 32, ya pertenecientes a Más poemas.
Cela, garcilasista
Otro de los títulos destacados de Cela es El monasterio y las palabras, que contiene escritos que datan 1935 a 1941, publicado en 1945. En él existen aún poemas surrealistas, pero completan el libro los de corte clasicista que rozan el modernismo, de tono irónico y burlesco y poco convencionales. En Cancionero de la Alcarria (1948) Cela combina la poesía tradicional y popular y dedica sus versos, de arte menor, a los pueblos, gentes y paisajes alcarreños.
Como ya hemos señalado, escribe poesía durante toda su vida. Completan su obra poética otros títulos como Coplas de ciego (1966), María Sabina (1967), poema extenso con personajes dramáticos, Viaje a USA (1966) o Soliloquios. Objetos eróticos de 1996, entre otros.
Cela pertenece poéticamente a la generación del 36, se le incluye entre los garcilasistas, y sus influencias van más allá del surrealismo. Se puede entrever entre sus poemas la influencia de la poesía tradicional y popular, la sombra de otros poetas Baltasar de Alcázar, Quevedo, Góngora, Rubén Darío, Baroja, Valle Inclán, Juan Ramón Jiménez, o poetas vanguardistas y surrealistas, como Pablo Neruda, Dámaso Alonso, García Lorca o Vicente Aleixandre.
Entre sus versos encontramos al poeta irónico, sarcástico y socarrón, que se une al intimista, doloroso y sincero. En algunos reconocemos al Cela más popular, que no es el de la novela o la poesía, sino el de los años 80 que aparecía en programas televisivos, muchas veces con intervenciones polémicas por sus comentarios, unas veces sarcásticos, otras soeces, otras socarrones y siempre aumentando la audiencia gracias a sus seguidores o a sus detractores.
La poesía de Cela invita a la lectura para conocer la evolución personal de un escritor de su talento. En su obra poética se puede reconocer también su trayectoria prosística, a la que va unida indisolublemente. No podemos olvidar que también escribió ensayos y artículos periodísticos, fue editor y conferenciante, participó en películas con breves apariciones y ganó, además del Cervantes, el premio Príncipe de Asturias y, por supuesto, el Nobel.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.