Amaral: “Las músicas actuales se enriquecen cuanto más se abren y se mezclan entre ellas”
Con más 20 años de carrera y 8 discos de estudio, Amara regresa a los escenarios con una gira para presentar ‘Salto al color’. Conversamos con ellos.
Somos muchos los que hemos crecido con las canciones de Amaral. Su primer disco titulado con el nombre de la banda, publicado allá por el año 1998 con temas como Rosita o No sé qué hacer con mi vida, el segundo, Una pequeña parte del mundo en la que se incluyen los hits Cómo hablar o Subamos al cielo nos han servido de banda sonora, de telón de fondo mientras crecíamos. Hemos ido a los conciertos cuando aún no éramos mayores de edad y bailado sus temas en las primeras juergas que nuestros padres nos dejaban hacer. La adolescencia a muchos nos pilló cuando los zaragozanos dieron el pelotazo con su tercer álbum, Estrella de mar, en el que incluyeron la ya inmortal Toda la noche en la calle.
En 2003 aquellos jovenzuelos llamados Eva Amaral y Juan Aguirre, los mismos que habían servido de teloneros en los bares de su ciudad, empezaron a deslumbrar. El foco se había dirigido hacia ellos y a punto estaban de hacer despegar un cohete que no iba a parar de ascender. Han pasado ya 21 años y en este viaje que iniciaron juntos han publicado 8 discos en los que no han dejado de disfrutar de la música como lo hacían cuando ellos también eran unos adolescentes. No solo eso sino que han recibido varios Premios Ondas, Premios de la Música o el Nacional de Músicas Actuales que otorga el Ministerio de Cultura. Son, en definitiva, historia del pop patrio que han dejado temazos como Te necesito, Días de verano, Revolución o Kamikaze.
Su último trabajo, Salto al color, lo dieron a conocer por sorpresa en un oscuro callejón de Madrid y hace tan solo unos días sorprendieron a los usuarios del metro con un concierto entre dos vías de la estación de Moncloa. Ambos coinciden en que la comunicación con el público es uno de los factores más importantes para seguir el buen curso de la música. También hacerlo como les gusta, sin prisa y saboreando cada uno de los momentos que las giras les proporciona. Eva y Juan son las caras visibles de la banda pero aseguran que con ellos hay un equipo que les acompaña y del que no se olvidan.
Si bien empezaron en Zaragoza en recintos de aforo reducido, ahora son cabezas de cartel de festivales como Dcode, el Cooltur Fest de Almería o el Festival de los Sentidos de Albacete. Aprovechamos su nueva gira para sentarnos a charlar con ellos sobre este Salto al color que gira en torno a las relaciones interpersonales.
Han pasado cuatro años desde Nocturnal. Volvéis con Salto al color, disco que ha entrado en la lista de lo más vendido, y con una nueva gira. ¿Cuál es la respuesta que estáis recibiendo por parte del público?
Juan Aguirre: Tenemos un sentimiento de agradecimiento porque escribimos de una forma íntima, grabamos con equipo pequeño y cuando lo transmites al mundo exterior todo lo que venga es para agradecer.
Eva Amaral: Es cierto que hay una evolución sonora y eso es algo sobre lo que te paras a recapacitar una vez que lo has terminado de grabar, cuando está con su diseño de portada, sus vídeos y está listo para salir para que el público lo escuche. En ese momento te da un poco de vértigo porque puede haber reacciones que no sean las más favorables pero lo cierto es que hemos tenido reacciones muy positivas. Cuando más consciente eres es durante los conciertos y ya están cantando las canciones nuevas. De hecho hay momentos muy emocionantes en los que la gente rompe a aplaudir en mitad de la canción y ese es el mejor indicador. Cuando eso sucede se te pone un nudo en la garganta y llega la segunda estrofa y no puedes de la emoción. Ha sido muy bonito ver que la gente también ha evolucionado con nosotros con cada disco.
De hecho, en vuestros directos se aprecia que se mezclan diferentes generaciones. ¿Cómo vivís estas convergencias?
Juan: Siempre nos ha pasado. Cuando éramos casi adolescentes venía gente a vernos que no eran estrictamente de nuestra generación sino mayores. Pienso que en el fondo la música es de todo aquel a quien le llega. Nosotros escribimos con independencia de quién va a recibir o a quién le va a llegar algo y siempre hemos considerado que somos un grupo que no sabíamos si éramos un grupo al estilo tradicional en el que los roles están muy definidos. Somos dos, un hombre y una mujer, y pensábamos que nuestro proyecto, lejos de tener unos roles concretos, debía ser para dar cabida a cualquier inquietud expresiva o creativa que tuviésemos. Ese carácter abierto que siempre ha tenido la banda también tiene que ver con que hay gente muy diferente entre sí que se puede sentir tocada por una canción nuestra.
Eva: Sí, la verdad es que desde nuestros inicios nos sorprendía las diferencias de edad que había entre el público. Era sorprendente y lo que está sucediendo ahora es que todos aquellos niños ahora son mayores y los que ya eran mayores entonces han tenido niños a los que a su vez les ha gustado la música. Es muy emocionante.
Al principio comentabais los nuevos sonidos que hay en Salto al color. ¿Cuáles son las inspiraciones que os llevan a esos nuevos sonidos?
Juan: Normalmente los medios de comunicación y el público veis la cronología disco a disco mientras que nosotros la vemos día a día: una sesión de Dj en la que participa Eva, una nota de voz que le envío con cualquier idea, un instrumento nuevo que hemos conseguido en algún viaje… Para nosotros es un proceso continuo, recibimos información todos los días. Da igual que vivas en un sitio enorme o en uno pequeño, hay estímulos en todas partes y eso se ha de notar en cómo cantas, tocas y escribes. Por otro lado, si pensamos en nuestros orígenes, venimos de la música rock y pop anglosajona. Si tienes unas influencias muy marcadas lo único que te queda es abrirte. También puedes no hacerlo pero si te abres siempre vas a reconocer ciertos sonidos como los de tu primera zambullida en la música pero se convierte en un viaje increíble por latitudes, sonidos y géneros diferentes. Y, sobre todo, si tenemos en cuenta que estamos viviendo en una época de revolución digital las fronteras entre los géneros caen. ¿Cómo se une todo esto? Creo que en las canciones manda una identidad que podamos tener y que sea la que cubre cualquier cosa que toquemos.
Eva: Yo creo que si algo hemos ganado sin pretenderlo a lo largo de estos ocho discos es que hay un sello, una manera de hacer canciones, de hacer las cosas, un sonido que está ahí. Y esa personalidad no necesitamos defenderla así que tenemos vía libre para experimentar con todo tipo de sonoridades, de instrumentos y de chaladuras que se nos ocurran porque esto empezamos haciéndolo para divertirnos así que sigamos haciéndolo.
Hay quien pueda pensar que 8 discos en 21 años no son tantos. Sin embargo, se nota que cada disco está trabajado, no sacáis nueva música cada año porque hay que estar ahí.
Eva: Hemos sido incapaces de hacer eso pero sí pensamos que 8 discos no son tantos.
Juan: Podríamos haberlo hecho pero entonces la parte de los viajes hubiera quedado relegada y no me imagino la vida de un músico sin ello.
Eva: Es importante vivir las cosas y asimilarlas para luego poder contarlas y observar a tu alrededor. Y que nos liamos en el estudio y las cosas se alargan más de lo que debieran pero siempre es para bien. Yo creo a nosotros no nos sale hacer algo rápido y sin reflexionar o sin dedicarle tiempo. También disfrutamos de ese proceso.
Todo eso tiene su reflejo en las letras: no son rápidas, se lanza un mensaje en vuestros temas. En este disco tenemos Peces de colores, Juguetes rotos o Soledad.
Juan: En este disco nos centramos en relaciones interpersonales con todo lo que conlleva, con su telón de fondo que es el tiempo en el que ocurren pero casi todas ponen al individuo en el centro de un tejido de relaciones de proximidad.
Eva: Es curioso porque hay canciones que parece que se han escrito solas, que la letra surge de manera muy espontánea y veloz pero luego hay que terminarla. Muchas veces surge esa primera estrofa o idea, esa primera chispa que contiene una historia que hay que desarrollar. Y luego hay canciones que son fruto de algo más meditado. En el caso de Peces de colores queríamos cuidar detenidamente cada una de las palabras.
Trata un tema delicado (la historia de Gabriel, un chico transexual) y el uso de las palabras tiene que estar muy medido para que no hiera a nadie. Imagino que os ha llevado bastante tiempo.
Eva: Además de tiempo, consultamos con Gabriel y con su familia si querían que explicásemos que eran ellos la inspiración para la canción. Les pareció estupendo porque es una historia que ha tenido un final feliz, ha logrado vencer en su lucha y sienta un precedente para la gente que se encuentre en su misma situación. Me parece muy bonito que hayan querido hacerse eco de la canción y que podamos explicar que su lucha ha tenido frutos.
Teneros a vosotros como altavoz también puede ayudar.
Eva: Realmente solo hemos contado su historia. Gabriel es quien mejor lo explica. Recuerdo verle en las noticias hablando cuando aún no había conseguido que le cambiaran el nombre en el DNI y precisamente fue eso lo que me emocionó. Recuerdo que le dije a Juan que tenía que verlo porque me había impresionado mucho. Se te saltaban las lágrimas de verlo contar con tanta seguridad y serenidad. A veces hay que contar las cosas con tranquilidad para que te entienda el que está enfrente. Es un honor escribir esta canción y contar algo tan bonito.
En este sentido, ¿creéis que la música, con canciones que mandan mensajes a la sociedad, puede servir para que la gente pueda sentir la inquietud de movilizarse, de querer cambiar las cosas?
Juan: Yo creo que una canción es un pequeño corto, una narración que recoge una historia, pequeña o grande, o una sensación. A veces recoge sentimientos encontrados entre sí, algo que está en el aire. A dónde llegue y hasta dónde alcance su influencia es algo que se nos escapa. Yo tengo pensamientos encontrados respecto a eso porque no soy tan iluso como para pensar que el mundo evoluciona a base de canciones pero hay algunas que a mí como oyente me han hecho pensar. Tengo más dudas que certezas y no tengo una respuesta clara. Simplemente desde que éramos adolescentes hemos sentido necesidad de hacer sonidos, tocar la guitarra y cantar lo que se nos ocurría. En el fondo seguimos haciendo lo mismo aunque ahora demos entrevistas y se nos escuche.
Eva: De alguna manera en las canciones intentas dar tu visión de lo que ves alrededor. Además de la historia que estás contando hay algo desenfocado en ese retrato que también refleja el momento que estás viviendo, no solo el tuyo sino de la sociedad y el tiempo en el que vives. Es cierto que yo también tengo dudas sobre si la música puede o no cambiar ese mundo que refleja. Pero sí que es verdad que cuando pones en común un pensamiento o una idea con otra persona y esa idea llega a mucha gente se crea una conexión y, precisamente, la conexión entre las personas sí que puede cambiar las cosas. En eso sí que creo, las personas cambian las cosas y no las canciones.
Antes hablabais el Dcode, festival en el que fuisteis cabezas de cartel. También lo sois del Cooltural Fest, que echa a andar en agosto de 2020. Empezasteis siendo teloneros en salas pequeñitas y ahora sois los grandes reclamos de muchas citas. ¿Cómo os enfrentais a un espacio tan grande y con tanta gente?
Juan: Ante una gran audiencia el reto es conseguir que la gente sienta que la música le llega directamente a él. Todas las cosas de carácter técnico, de sonido, pruebas, luces, pantallas… todo eso es una estupidez si se olvida el objetivo de conseguir que haya una energía que fluya del escenario a la audiencia y viceversa. Nosotros somos muy perfeccionistas, queremos que suene muy bien, que todo esté perfecto pero en realidad todo eso está al servicio de algo superior, que sería la comunicación con la gente y de hacer de un concierto algo que no quieras olvidar. Nosotros nos sentimos así respecto a bandas que nos marcan y algo tan fácil de explicar es muy complicado conseguir. Pero en esta gira en concreto estamos muy felices porque después de tanto tiempo de trabajo ves que se plasma, que todo funciona. Es un premio.
Eva: Era importante que Salto al color se transformara en directo en una experiencia, que la gente saliera más feliz de lo que había entrado. Cuando estás creando un espectáculo estás colaborando con otros artistas de otras disciplinas: el fondo de escenario es una escultura creada para la gira, soldada lámina a lámina de metal, el técnico de luces, la gente de los vídeos, las proyecciones… Para nosotros es enriquecedor y muy divertido poder colaborar con gente tan diversa y al servicio todos de una misma idea que es la de generar una experiencia de inmersión en los colores y de pasar por diferentes estados de ánimo durante el concierto.
¿Es muy diferente un concierto en un recinto grande o uno en una sala pequeña?
Eva: En el fondo todos los aparatos y toda la tecnología, todo el despliegue de los grandes escenarios, es para intentar que la gente se meta en el escenario, para acercarte al público. No lo concebimos para apabullar sino para envolverlos y lo que sucede en una sala pequeña simplemente con una guitarra es que no necesitas más aparatos porque puedes tocar a la gente y les puedes mirar a los ojos. Es otro tipo de magia distinta. Son diferentes experiencias pero a fin de cuentas creo que lo importante es que no se pierda la comunicación con la gente que te está escuchando. Puedes estar en una sala pequeña y cantar mirando al suelo. La historia que cuentas en la canción tienes que cantarla de verdad, ver a quién se la estás cantando y emocionarte tú también con la respuesta de la gente.
Después de 21 años de trayectoria, ¿cómo se consigue mantener el gancho con la gente?
Juan: Nosotros no pensamos en el tiempo como una trayectoria. Realmente empezamos a tocar mucho antes, llevamos más tiempo. Hay un día que despiertas a la fascinación por la música y ahí empieza todo. Incluso aun cuando no sabes tocar tu trayectoria ya ha empezado y cuando vas con amigos a conciertos o cuando Eva y yo hablábamos de las cosas que nos gustaban ya había un camino recorrido. En el fondo los discos son como una serie de hitos porque tiene que haber alguno pero para nosotros fue que de pronto nos dimos cuenta de que estábamos inmersos en la música y gran parte de nuestra vida giraba en torno a eso. Seguimos haciendo lo mismo que antes, la dimensión no importa porque cuando estás en casa tocando es como si estuvieras a los 15 en casa de tus padres. Da lo mismo, da igual el tiempo que lleves haciéndolo que si te tienes que esforzar por mantener viva una llama es casi mejor dejar que se apague y dedicarte a otra cosa. Ocurre lo mismo que en una relación, de cualquier tipo. Me llevo bien con mis amigos y no me cuesta relacionarme aunque pueda tener una bronca con alguno de ellos.
¿Hasta qué punto son importantes las colaboraciones con otras bandas?
Eva: Sin duda relacionarte con otros músicos, en ocasiones con gente que viene de mundos aparentemente distintos al tuyo, como en este disco Carlos Núñez que es un maestro de la música antigua y de la cultura celta, es enriquecedor. Hemos grabado 8 discos pero hemos colaborado con grupos de todo tipo de mundos, algunos son más conocidos y otros menos, también lo hemos hecho con amigos que hacen cosas interesantes. Nos enriquece el intercambio de ideas, la charla, la música.
Juan: A nadie le gusta quedarse solo en su cuarto con las persianas bajadas. ¿Hasta qué punto es importante salir a la calle y ver la luz del sol? Aun sin estar tocando juntos estás colaborando con la gente cuando escuchas lo que les gusta o cuando te encuentras con amigos que tocan en otros grupos, escuchas opiniones e ideas. Todo eso forma parte del aprendizaje.
Eva: Hay dos maneras de entender la música. Quizá la parte de mantener la música tal y como es, la parte de quienes vienen de una rama clásica en la que lo importante es tocar una partitura lo más fiel posible al original, a cómo se compuso, es una labor de registro y de mantener vivo algo que es historia. Y la otra parte, la que nos afecta a nosotros que son las músicas actuales, se enriquecen cuanto más se abren y se mezclan entre ellas. Nosotros nos vemos más en ese momento.