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Cultura

Helen Oyeyemi: "Mis cuentos ponen a prueba la capacidad de vivir sin ningún sentido"

‘Lo que no es tuyo no es tuyo’ es el nuevo libro de relatos cortos de la escritora nigeriana

Helen Oyeyemi: «Mis cuentos ponen a prueba la capacidad de vivir sin ningún sentido»

La escritora nigeriana Helen Oyeyemi estuvo de visita en Barcelona promocionando Lo que no es tuyo no es tuyo (Acantilado, 2019), una compilación de relatos cortos donde deja atrás la novela para generar un sinnúmero de preguntas que se deben responder a través de la búsqueda de una llave, un símbolo que es recurrente en varios de los cuentos.

Oyeyemi escribió su primera novela, The Icarus Girl, en 2004, cuando solo tenía 18 años. No cree en etiquetas y no es una escritora joven que necesite reivindicar algún movimiento. Después de varios premios y otras novelas publicadas vuelve con Lo que no es tuyo no es tuyo, unos cuentos de hadas oscuros llenos de oraciones e imágenes que tienen la misma resonancia que la zapatilla de cristal de La Cenicienta o la rueca de la Bella Durmiente. No es de extrañar que el primer cuento, Libros y rosas, un homenaje al editor Jaume Vallcorba, retrate a una Barcelona telenovelesca, estilo Disney oscuro con más complejidades que finales felices.

Sus historias sugieren que es posible que no queramos intentar descubrir sus secretos, ni saber qué puertas abren esas llaves. El libro comienza con un epígrafe de Emily Dickinson como advertencia: «Ábreme con cuidado»; y culmina con un cuento que sigue emulando esa advertencia: «Si un libro está cerrado con llave probablemente está cerrado por una buena razón, ¿no crees?”. Oyeyemi nos da pocas llaves pero buenas respuestas.

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Eres una escritora que viene y ha sido muy exitosa dentro del formato de novela, ¿por qué decidiste cambiar al relato corto?

Yo pienso en mí como una novelista y adentrarse en los cuentos es un salto, y es mucho más divertido que escribir una novela. Es una oportunidad para probar nueve voces distintas, con más variedad, mayor sentido del movimiento. Fue como un juego un experimento y ha sido muy divertido como escritora, y un ejercicio para trabajar esta musculatura narrativa.

¿Un ejercicio para ti?

Y para el lector (risas).

¿Cuál es la diferencia entre construir una novela y un relato corto? ¿Cómo decides editarte? ¿Cómo sabes dónde parar?

Siempre me cuestan mucho los finales porque no creo en los finales, creo que todo continua para siempre. Y en vez de terminar las cosas, se transforman, pero no terminan. Normalmente sigo escribiendo hasta no poder más y luego se lo dejo al personaje o al lector, porque cuando se coloca a alguien en un cuento, se da la sensación de que los estás enjaulando y lo más simpático de todo es dejar abierta la puerta de esa jaula.

¿Es el misterio en alguno de estos cuentos una forma narrativa para generar tensión tanto en los personajes como en el lector?

Sí, los cuentos están llenos de símbolos y en los propios cuentos no sé cuáles símbolos serán más importantes o más significativos, y cómo se van a relacionar los unos con otros, pero las cosas comienzan a aclararse para posteriormente complicarse. Creo que es así como caminamos por la vida. Piensas: esta persona será muy importante para mi vida, pero de repente no la vez nunca más y dejan de ser tan interesantes o significativos como habías pensado. Es así como se sube y se baja por la vida y en la literatura.

Quizás por eso uno suele engancharse con algunos personajes que van en una dirección y resulta que no es así…

Sí, estos cuentos son un poco pillos. Mis cuentos ponen a prueba la capacidad de vivir sin ningún sentido.

En uno de los cuentos aparece Freddy, un personaje al que su madre le pregunta qué va hacer con su vida, y en esa pregunta de esa madre hay una especie conexión con lo que sucede en el resto de los personajes de este libro. ¿Este libro es un hilo de preguntas, llaves como preguntas que abren puertas llamadas “identidad”?

Sí, no sabe muy bien qué pintan ahí. Creo que en parte es porque nos organizamos en cuanto a la propiedad, como dice el título, lo que es tuyo, lo que te pertenece. Todos los personajes encuentran algo en lugares donde les falta ese algo, donde sienten una pérdida, y esto les desorienta para seguir en la búsqueda y poder encontrarse.

Al mismo tiempo, todos estos finales te dan esa llave para poder abrirlos, leerlos o conseguirte con otra cerradura. ¿Es una forma de ver la literatura como una visión poliédrica, con múltiples significados?

Quizás sí, hay muchas formas de entrar y de salir de la vida y de la literatura.

¿Quizás por eso el título del libro se responde en el último cuento?

El último cuento para mí es una pregunta; en cambio, en el cuento El ahogamiento se añade un punto de interrogación. La llave que abre todas las puertas del edificio, es el descubrimiento de que estás más conectado con las personas de lo que habías imaginado porque nunca te habías adentrado a abrir esas puertas.

El primer cuento, Libros y rosas, retrata Barcelona. ¿Por qué elegiste la ciudad, La Pedrera, Sant Jordi y la montaña de Montserrat?

Yo visité La Pedrera promocionando uno de mis libros. Me encantó la casa y, aunque usualmente soy poco posesiva, fue la primera vez desee que una casa fuera mía, fuera de mi propiedad, y decidí poseer la casa a través del cuento. En ese viaje también conocí a mi editor español y escribí esta especie de telenovela porque pensé que le parecería divertido, por eso lo elaboré así, tan sinuosamente.

Sinuosamente como las formas de La Pedrera…

Exactamente… (risas).

Helen Oyeyemi: Mis cuentos ponen a prueba la capacidad de vivir sin ningún sentido
Foto cedida por Editorial Acantilado

Hay muchas voces femeninas en estos cuentos. No sé si hay alguna intención de hablar de la identidad de género o algún manifiesto muy propio de lo que sucede con las mujeres en la actualidad.

Fue algo accidental. En el libro hay otras voces y está bastante equilibrado. Aquí la distinción está entre lo inanimado y lo animado. Fue eso más el contrapunto, con vida o sin vida, más que lo femenino o lo masculino. Los vivos frente a los humanos. Aunque el segundo cuento sí es muy vengativo, no lo encuentro como un manifiesto feminista, es como un chillido, más que un manifiesto. Igual siento que mis intereses a la hora de escribir tienden a lo femenino, pero no en un sentido…

¿Político?

Sí, es político, pero no es para tanto, es por defecto. Es como un chico que escribe sobre cosas de chicos; yo soy una chica que escribe sobre cosas de chicas. Ese chico que escribe no es un “masculinista”, simplemente escribe; pues eso, yo también escribo.

El amor y la amistad vencen los prejuicios en muchas de las historias entre los personajes de este libro. ¿Una moraleja?

No fue intencionado, creo. Es la forma en la que son las cosas. Una forma de relacionarme con las personas, caso por caso, y no a través de los factores externos. Lo que acontece sucede de adentro hacia fuera y no de afuera para dentro. Era amiga de mis personajes, o era conocedora de su interior y no escribía sobre personas que tienen un aspecto distinto al mío, o que viven de una forma distinta al mío.

¿Entonces tus historias parten de la construcción del personaje?

Sí. Creo que los personajes son más importantes que la trama. Todas las historias que se han contado, es aquí, es dónde vivimos, pero la diferencia es tener una multiplicidad de voces narrativas que amplíen la trama.

 

***

 

Desde Boy, Snow, Bird pasando por El señor Fox hasta Lo que no es tuyo no es tuyo siempre hay una buena razón para leer a Helen Oyeyemi. No intentaremos abrir una cerradura con su libro pero sí encontraremos llaves para analizar la trama y sus imágenes.

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