Pedro Almodóvar: “Mis guiones son un relato ambiguo entre la literatura y el cine”
El cineasta presentó este jueves el guion original en versión extendida de ‘Dolor y gloria’, un artefacto entre la literatura y el cine que incluye textos sobre su proceso creativo, el storyboard del filme y fotografías del rodaje.
El cineasta presentó este jueves el guion original en versión extendida de la película Dolor y gloria, un artefacto entre la literatura y el cine que incluye textos sobre su proceso creativo, el storyboard del filme y fotografías del rodaje.
Dolor y Gloria, la película del año para la revista Time que podría valer a Pedro Almodóvar su tercer Oscar, sigue creciendo en formato editorial. La Sala Equis de Madrid acogió ayer la presentación del guion original de la película, un volumen editado por Reservoir Books que incluye textos del cineasta manchego sobre su proceso creativo, el storyboard del filme y fotografías del rodaje.
“Cuando lo recibí lo primero que esperaba era leer un libro de la película que yo ya había visto tres veces en el cine y que me había fascinado. Pero descubrí que no, que era otra cosa”, afirmó el periodista Roberto Enríquez, más conocido como Bob Pop. “Enfrentarse a este libro como si fuera un fetiche, memorabilia o una simple operación de mercadotecnia es perderse un disfrute enorme”, aseguró el presentador del acto, que introdujo la obra como “uno de los artilugios literarios más interesantes con los que me he encontrado” por su capacidad para crear una metaficción compatible, a la par que independiente, de la película. Y un director que nunca ha hecho una película escribe un guion que no se ha rodado.
Halagado, Almodóvar confesó que su primera vocación era la de ser escritor. “Empecé con ocho años mediante pequeños relatos de ficción. Lo primero que escribí, en el colegio de los Salesianos, fue una historia sobre un cordero que se llamaba Inmaculado. Afortunadamente, cambié de temas”, dijo mientras la sala, atestada de gente, reía su ocurrencia. “Seguí escribiendo, pero con 18 o 20 años, ya trabajando en Telefónica, decidí comprar una cámara de fotos Super-8 y algunas de las historias que tenía escritas empecé a ilustrarlas con imágenes, todavía mudas”, continuó relatando. “Ahí hubo un cambio en mí con respecto a la literatura. De algún modo, pensé que no tenía tanto talento como escritor y que la narración en imágenes me resultaba más asequible”, añadió.
“Un director de cine es un compendio de frustraciones”
Tras ganar dos premios Oscar por Todo sobre mi madre (mejor película de habla no inglesa) y Hable con ella (mejor guion original), además de media docena de Goyas, Almodóvar definió su profesión del siguiente modo: “Un director es un compendio de frustraciones. Porque debes saber de literatura, de música, cómo dirigir a los actores, de composición, de vestuario… tener una especie de deseo no cumplido en todas esas disciplinas hace a un director”. Aunque en estas cuatro décadas dedicado al séptimo arte, nunca dejó de escribir.
“Siempre he estado a punto de escribir mi primera gran novela y nunca lo he hecho lo cual demuestra, sin falsa modestia, que he tenido más éxito como cineasta. Pero mi afición por la literatura me ha servido muchísimo para hacer cine”, aseguró el director, que explicó así sus particulares guiones. “Yo cuando escribo se nota mucho la frustración novelística. El guion es un elemento hermético, pero yo lo lleno de anotaciones” con la idea intención de aclarar cualquier duda al equipo. “Detallo mucho y a lo mejor eso convierte el guion en un relato ambiguo entre la literatura y el cine, pero lo hago siempre con el miedo a que mi hermano”, el productor Agustín Almodóvar, “los actores, el iluminador o la chica de vestuario no tengan claro lo que le estoy diciendo”. Y en este sentido, remató: “Soy muy exhaustivo en la narración y los pocos guiones que he leído no cuentan tanto. Lo que pretendo es que el actor, cuando lea el guion, sepa desde el primer momento qué es lo que tiene que hacer, a qué gesto debe acudir o qué tono tiene que usar”.
Historias entre la realidad y la ficción
Bob Pop destacó entonces un extracto del guion de Dolor y gloria donde el niño Salvador habla de los peces que se acercaban a picotear el jabón casero que hacía su madre con las grasas sobrantes de la comida, un jabón que no hacía espuma, pero dejaba unos grumos no contaminantes. Lo que el periodista tildó de poético resultó ser, como venía diciendo Almodóvar, una fuente inagotable de información. “No es absurdo que acudan los peces porque era sabroso y ellos sabían que no era contaminante. Todo eso es una explicación” que justifica el recuerdo real del cineasta y el comportamiento de los pescaditos. De forma que “cuando rodemos tendrá que ser un jabón de mi infancia hecho por mis hermanas”, apuntó sobre la difusa frontera que sus películas trazan entre la realidad y la ficción.
“Hay gente que piensa que todo lo que le pasa a Antonio Banderas en la película me ha pasado a mí. No es así, pero a mí me da igual: lo importante es que sea verosímil”, contó Almodóvar, que en el prólogo del libro insiste en diferenciarse de su álter ego, el mencionado Salvador Mallo. “Yo siempre escribo inspirado por la realidad, algo que he leído, o me han contado” y que entonces se transforma en “una realidad interior”, señaló.
“Por el mero hecho de escribir se establece una distancia. Y la ficción me arrastra a situaciones que yo no he vivido o que han vivido otros. Pero también hay un proceso, que es el contrario, y es precioso”, adelantó intrigante Almodóvar. Según contó, antes de hacer Mujeres al borde de un ataque de nervios nunca había tirado nada contra la pared. “Después de vivir el rodaje me vi a mí mismo destrozando cosas contra la pared como Carmen Maura”, confesó divertido.
Lo mismo le ocurrió con algunos gestos de Banderas, cuya actuación huyó de la simple imitación para crear su propio personaje. “Cuando Antonio está esperando a que vuelva su amante en el ascensor hace un montón de gestos que no le pertenecen a él y que desde luego no me pertenecen a mí, pero que ahora he copiado y absorbido”, aseguró Almodóvar. “Gran parte de mi vida está incluida en los capítulos más importantes de la película”, aunque no todo ocurriera exactamente así. “Yo no había vivido era la vuelta de ese personaje. De algún modo, la película cumple la realidad. Porque lo he experimentado con la película. No lo hago como una forma de completar mi vida y darle un final feliz. Ese es el peor modo de mirarlo. A mí lo que me interesa en realidad es la representación”, sentenció.
Para terminar, Almodóvar compartió algunos secretos. “Yo hay algo que hago a menudo y que es escribir sin motivo. Si me aburro en casa me pongo a escribir locuras y acaban encontrando su sitio”, dijo sobre el relato de El hombre menguante, que terminó por encajar en Hable con ella. “Con él resolví un problema porque yo no quería mostrar la violación, pero había que reseñársela al espectador”, explicó. En su ordenador, también estaban esperándole desde los años 90 “El primer deseo, que forma parte de Dolor y gloria, o La adicción, que se convirtió en el texto teatral de Asier Etxeandia”, añadió. También muchos de sus objetos personales se cuelan en la pantalla, como joyas o el buzo de la bañera de Átame. Y concluyó: “Escribir para mí es reescribir. Se podría pensar que uno escribe, pero no. Yo reescribo”.