Más que fantasmas: la explosión de la literatura fantástica femenina
Con el cambio de milenio se ha producido una auténtica explosión de voces femeninas que cultivan lo fantástico y lo insólito en español
Las escritoras españolas que han explorado el mundo de lo irreal no han sido pocas a lo largo del siglo XX: desde la pionera Emilia Pardo Bazán a Cristina Fernández Cubas, pasando por Ana María Matute, Rosa Chacel, Carmen Martín Gaite o Pilar Pedraza. Lo mismo puede decirse de lo que ocurre en otras literaturas en español, donde la nómina de escritoras es impresionante: basta pensar en Elena Garro, Silvina Ocampo, Amparo Dávila, María Luisa Bombal o Rosario Ferré.
Con el cambio de milenio se ha producido una auténtica explosión de voces femeninas que cultivan lo fantástico y lo insólito en español. Una explosión no sólo importante por su número, sino también por su contenido. Estas voces están proponiendo nuevos caminos y desarrollando temas y formas ausentes o poco explorados en las obras de los autores masculinos.
Más allá de su voluntad de subvertir los límites de lo real, hay un aspecto esencial que las une: su voluntad de emplear lo fantástico y lo insólito para reflexionar acerca de la posición de las mujeres en la sociedad, para subvertir los modelos femeninos tradicionales.
Sin embargo, resulta cuando menos insatisfactoria la presencia de estas escritoras en los cánones literarios, en los estudios académicos, en los suplementos culturales o en los premios literarios (salvo honrosas excepciones). Una omisión negativa tanto para el conocimiento del panorama de lo fantástico como de la producción cultural femenina.
Por eso queremos reivindicar y, sobre todo, visibilizar la narrativa escrita por mujeres que se mueven más allá de los estrictos márgenes del realismo. De reclamar su lugar, su presencia, en un ámbito de la creación que (para algunos) todavía parece pertenecer a los hombres. Lo mismo puede decirse de lo que está ocurriendo en el cine, la televisión o el cómic. Es lo que busca, por ejemplo, el ciclo Fantásticas & Insólitas, que se celebra hasta junio de 2020 en la Universidad de Alcalá.
Mundos fantásticos que reivindican a los excluidos
Son muchas las escritoras actuales que podríamos convocar aquí, algunas de las cuales figuran en el ciclo Fantásticas & Insólitas: las españolas Patricia Esteban Erlés y Cristina Jurado, las argentinas Mariana Enríquez y Samantha Schweblin, las mexicanas Cecilia Eudave y Daniela Tarazona, las peruanas Yeniva Fernández y María Consuelo Villarán, la ecuatoriana Solange Rodríguez Pappe, la chilena Alejandra Costamagna, la colombiana Gabriela Arciniegas… Esteban Erlés, Eudave y Enríquez, en concreto, son de las que mayor impacto están teniendo y ejemplifican muy bien esas nuevas vías de exploración de lo que se oculta tras los límites de lo real.
La española Patricia Esteban Erlés es una excelente creadora de mundos perversos y perturbadores. En sus atmósferas opresivas se combinan lo fantástico, el humor negro y lo grotesco para reflejar un profundo escepticismo respecto a las relaciones humanas (la familia y las infidelidades amorosas son recurrentes en sus cuentos). De ahí que muchos de sus personajes sean seres solitarios y desencantados, atrapados en una realidad que los agobia.
Otro aspecto esencial en su narrativa es la presencia del monstruo, en muchas de sus variantes, casi siempre tratado desde una perspectiva familiar, cotidiana, incluso ridícula, pero sin que por ello el monstruo pierda su dimensión amenazante. Entre esos monstruos, es evidente su predilección por el fantasma, aunque también suele recurrir a dobles, brujas o seres metamorfoseados. Mención aparte merecen sus niñas perversas y diabólicas, una constante en el libro de microrrelatos Casa de muñecas (2012) y que tiene su eco en las niñas atormentadas en el hospicio de Santa Vela en el que ambienta su última obra, Las madres negras (2018), una novela coral sobre la obsesión enfermiza, la represión de lo diferente, la infancia y la familia, la nefasta influencia de la religión, la pasión (amorosa y sexual) y la amistad.
Crítica social en mundos irreales
La mexicana Cecilia Eudave, cuentista, novelista y estudiosa de lo fantástico, explora los caminos de lo delirante y monstruoso en textos que suelen moverse por lo “inusual” más que por lo estrictamente fantástico. Su novela Bestiaria vida (2008) es un perfecto ejemplo: la narradora identifica a los miembros de su familia como monstruos (Súcubo, Basilisco, Licántropo, etc.) no sólo para definir sus cualidades sino para mostrar cómo se relacionan y, sobre todo, su (perverso) efecto sobre la identidad de la protagonista. También merece destacarse aquí su libro de microrrelatos Para viajeros improbables (2011) en el que compone un catálogo de países inventados, de prodigios físicos y mentales, de animales y seres inquietantes, que también tiene como objeto denunciar la crueldad y la estulticia de la sociedad contemporánea.
Por último, la argentina Mariana Enríquez, reciente ganadora del Premio Herralde de Novela, combina lo fantástico y el terror natural en los cuentos que componen dos de sus libros más impactantes: Los peligros de fumar en la cama (2009) y Las cosas que perdimos en el fuego (2016). En ambos construye un retrato de la realidad contemporánea en el que se mezcla el pasado histórico más sangrante de Argentina (la Dictadura) y los mitos (y monstruos) que componen nuestra cultura urbana.
Así, las voces femeninas, la visión siniestra de la niñez, la maternidad y sus traumas, la violencia de género, los desaparecidos por la represión dictatorial (que vuelven como fantasmas), la indiferencia ante la pobreza, la monstruosidad… le sirven a la autora para reflexionar sobre los horrores cotidianos -reales o ficcionales- que dibujan lo que ahora somos.
La monstruosidad como denuncia
Si las comparamos con los autores masculinos que cultivan estos géneros, destaca su tratamiento muy diferente de los personajes femeninos. Especialmente, la constante presencia del tema de la construcción de la identidad.
Si lo fantástico es un discurso ambiguo y elíptico que expresa lo excluido por la cultura, no resulta difícil comprender por qué este modo de representación resulta muy adecuado para la expresión del sujeto femenino, tradicionalmente silenciado y marginado. Es un uso feminista de lo fantástico cada vez más extendido y que se manifiesta en varias características recurrentes en las obras de estas autoras: voces femeninas para exponer en primera persona la experiencia de lo fantástico y lo inusual; y personajes femeninos cuyas historias consisten en un constante movimiento de reconstrucción identitaria frente a la identidad estereotipada construida por el discurso hegemónico patriarcal.
En esa reconstrucción es vital la subversión de los roles femeninos, y la destacada presencia de la monstruosidad como forma de denuncia y transgresión de los modelos tradicionales, tanto en lo referente a la representación del cuerpo como a la violencia y el horror como reflejo de la opresión sobre la mujer. Lo fantástico escrito por mujeres tiene una clara perspectiva política y reivindicativa, en la que lo no realista se convierte en una herramienta ideológica de denuncia social y genérica.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.