Serge Gainsbourg: el pianista de cabaret convertido en icono de la 'bohème'
Se cumplen 29 años sin Gainsbourg, un creador voraz y exquisito que derribó censuras en la composición musical francesa
El 2 de marzo se cumplen 29 años sin Serge Gainsbourg. Enemigo de lo políticamente correcto, el artista completamente borracho, el hombre que dijo una vez en directo: «I want to fuck her«. Y lo hizo refiriéndose a la invitada de la noche, Whitney Houston, sentada a su derecha. En otro concierto quemó un billete de 500 francos y en un viaje a Jamaica creó una versión reggae de la Marsellesa, canción que casi le lleva a la ruina.
El personaje que rodeaba a Serge se basaba en constante provocación, el uso de tabúes como fuente de inspiración y borracheras públicas que lo empujaron a mostrarse como un hombre impertinente y egocéntrico. Serge era un seductor atrapado en el alcohol, los excesos y el escándalo. Sin embargo, detrás de ese personaje narcisista e importuno se escondía uno de los grandes artistas de los años 70 franceses.
Lucien Ginsbourg (1928-1991), como en realidad se llamaba, nació el 2 de abril de 1928 en París. Hijo de inmigrantes judíos ucranianos, sus padres llegaron a París huyendo de los antisemitas, y años más tarde se hallaron viviendo en una Francia ocupada que los perseguía mientras llevaban la estrella de David en el pecho. Serge quiso ser pintor, pero comenzó a ganarse la vida como pianista de cabaret.
Su anonimato vio el fin con la llegada de Boris Vian, figura clave de la bohemia francesa e impulsor de Serge Gainsbourg al mundo de la canción. En 1958, influenciado por la Chanson de Rive Gauche, salió el primer disco del compositor francés, Du chant à la une. Su primera obra también fue su primer fracaso, realidad que se convirtió en una constante en la vida del francés durante casi una década.
Su falta de encanto físico y su aspecto endeble lo obligaron a buscar la manera de crear un atractivo fuera de lo convencional, hasta convertirse en uno de los hombres más atractivos del París de los años 70. Siempre en el exceso, revolucionó la chanson française y terminó convirtiéndose en el mejor compositor de canciones populares de Francia.
Gainsbourg generó una producción inmensa, incluyendo bandas sonoras e incluso la tutela de la que sería su gran musa y amante, Jane Birkin. Se adentró en el mundo del cine, del que fue no solamente actor, sino director y realizador también.
Se alejó de los grandes directores franceses de su generación. Pudo hacer canciones para la danesa Anna Karina, musa de Godard, pero nunca quiso coincidir con la élite de la Nouvelle Vague. Serge Gainsbourg quiso que todo lo realizado llevase su nombre y su esencia, él se decantó por un cine más comercial en el que pudiese incluir canciones puramente gainsbourgianas.
El enfant terrible de la chanson tenía un don como letrista. Dominaba el lenguaje, integraba el inglés en sus canciones, se atrevía con las onomatopeyas y no tenía pudor para explotar las censuras de la época. Gainsbourg se convirtió en una estrella del pop completamente atípica. Componía en contra de las drogas, triunfó entre los jóvenes de los años 80 e incluso compuso una de las canciones más eróticas de todos los tiempos, Je t’aime, moi non plus, lo que lo convirtió en el maestro de la provocación.
A mediados de 1967, el compositor francés estaba desesperadamente enamorado de Brigitte Bardot. Así llegó Je t’aime… moi non plus. Él le explicó que debían cantarla como si realmente estuvieran haciendo el amor. En una tarde de pasión y música, ambos artistas grabaron el tema, que amenazaba con ser un completo éxito. A la mañana siguiente, Radio Europe 1 emitió la canción. Por la tarde, los abogados de Gunter Sachs, el marido de Brigitte, amenazaron con los tribunales a la emisora, mientras que Brigitte Bardot le suplicaba a Serge que no publicara el disco.
Gainsbourg aceptó por miedo a las represalias de Sachs. Fue también el final del apasionado affaire de BB y Gainsbourg. Parecía que la canción iba a pasar a mejor vida, hasta que le llegó una segunda y definitiva oportunidad de la mano de la que sería su pareja, compañera y musa durante 12 años.
Era 1968 y Serge, todavía descompuesto por la ruptura con BB, decidió actuar como protagonista del drama Slogan. El artista francés descubrió que su compañera de reparto era una chica inglesa que había sido protagonista del mayor escándalo cinematográfico londinense. Era Jane Birkin, una de las estrellas del momento y de las primeras mujeres que habían mostrado el vello púbico en una película.
Ella tenía 20 años; él, el doble. A sus 40 años, Serge era ya uno de los mayores hitos de Francia; Birkin, a su corta edad, no dejaba de ser una adolescente de cara aniñada. Jane, recién divorciada de John Barry, y Serge, recuperándose de la separación de Bardot, encontraron un refugio el uno en el otro.
El 14 de diciembre de 1968, Jane y Serge grabaron la segunda versión de la canción. Se publicó dos meses después con un sello que indicaba que estaba prohibido para los menores de 21 años. Fue noticia en todo el mundo, Gainsbourg decía que su mejor publicidad iba a ser el Vaticano y así fue. L’Osservatore Romano denunció la canción y la calificó de obscena, Italia la prohibió a partir de agosto y España, dirigida por Franco, en septiembre.
Sin embargo, nadie pudo impedir que se vendieran un millón de ejemplares en todo el mundo. Fue la primera canción en las listas de éxitos ingleses que llegó a ser número 1 en un idioma distinto al inglés.
A la joven londinense se lo dio todo y, sobre todo, se lo enseñó todo. Casi como una figura paternalista, le transmitió lo más valioso que tenía: talento y sabiduría. Una hija en común –Charlotte, que llegó a cantar con su padre la incestuosa canción llamada Lemon Incest, cuando era una niña– y una intensa relación hicieron de ellos la pareja del momento. Gainsbourg encontró en Birkin la mujer segura e incitante que buscaba. Una conexión que divagaba entre la pasión, los celos y la envidia y que terminó con su matrimonio pero no con su relación.
Su separación impulsó a Serge a componer las mejores canciones de su carrera musical, gestándose en él su versión más delicada y sazonada.
Durante 62 años, la polémica sacó lo mejor de Gainsbourg. Su música fue pionera y alborotadora. Desde sus comienzos y a través de la Chanson Rive Gauche, del París más bohemio, pasando por las atmósferas de jazz hasta llegar a las corrientes del pop, Serge creó un sello de identidad donde fusionó sus conocimientos más clásicos y las corrientes vanguardistas que adquirió con el tiempo.
En definitiva, un creador voraz, agitador y exquisito que utilizó la ironía y la delicadeza a la vez que derribaba tabúes y censuras en la composición musical.