Ocurrió por primera vez en abril de 1996. La irrupción mediática de Cristina La Veneno servía para poner cara a la realidad trans en televisión. Con su carácter espontáneo y deslenguado, la popular artista transexual se convirtió en un fenómeno y dejó un legado de libertad y valentía. Los directores y guionistas Javier Calvo y Javier Ambrossi decidieron que su tragicómica vida se merecía homenaje y eso es lo que les llevó a poner en pie la serie Veneno, basada en la biografía ¡Digo! Ni puta ni santa. Las memorias de La Veneno, escrita por la periodista Valeria Vegas.
La valiente apuesta de los Javis, siempre poco dados a someterse a la dictadura de lo políticamente correcto, es en realidad una enorme producción protagonizada por varias actrices trans como Lola Rodríguez (Las Palmas, 1998), que da vida en la serie a la autora de las citadas memorias. Veneno promete dar que hablar y, de momento, su primer capítulo se ha convertido en el mejor estreno histórico de Atresplayer Premium, aunque el público va a tener que esperar aún unos meses para poder disfrutar de los siete episodios restantes ya que el estado de alarma obligó a sus responsables a suspender el rodaje. “Todavía nos queda un tiempito por rodar. Con esta locura del coronavirus está todo el mundo que no sabe qué va a pasar la semana siguiente”, comenta a The Objective Rodríguez.
Según leí, tu oportunidad de trabajar en Veneno surgió mientras estudiabas la carrera de Psicología en Portugal. ¿Cómo viviste el proceso de casting?
Exacto, estaba este año de Erasmus y, de hecho, me iba a quedar allí hasta el mes de junio. Yo había hecho un casting con las directoras Eva [Leira] y Yolanda [Serrano] hacía cuatro años, para un capítulo en una serie que no salió al final. Yo pensaba que se habían olvidado de mí, pero este verano pasado me contactaron por Instagram y me preguntaron si quería hacer un papel en una serie. Me dijeron que les encajaba mi perfil y que era para hacer de Valeria y, obviamente, dije que sí. Yo me lo tomé con mucha calma y no me metí nada de presión porque ya tenía mi vida hecha. Hice un casting en Madrid y, al mes siguiente, me volvieron a llamar para que hiciera un ensayo grabado. Los Javis vieron aquel ensayo y, al día siguiente, el 31 de octubre, me dijeron que el papel era mío.
¿Siempre te atrajo entonces el mundo de la interpretación?
Sí, desde siempre. Ya desde los ocho o nueve años venía haciendo teatro, aunque a nivel municipal, en el instituto o en la universidad. Estos últimos años en Madrid sí que había hecho algunos cursos para actuar delante de la cámara y demás. Siempre quise dedicarme de lleno a la interpretación, pero estudiando Psicología no podía. Mis padres querían que me sacase la carrera, y eso también es algo que me gusta, pero lo que siempre ha sido mi sueño es la interpretación.
¿Cómo ha sido trabajar con los Javis y rodar una serie como esta?
¡Ufff! Los Javis son maravillosos y han sido los mejores maestros que he tenido en mi vida. No había aprendido tanto con nadie. Tienen una sensibilidad que te lleva a ti al momento exacto de la emoción, y tienen una química con nosotros, los actores y actrices, que nos hace estar muy a gusto. Te lo ponen todo muy fácil.
¿Conocías la historia de Cristina La Veneno y su libro de memorias?
Sí, yo ya era una friki-fan de La Veneno desde los diez años. Empecé a investigar sobre transexualidad y me encontré con mujeres transexuales como Carla Antonelli, Bibiana [Fernández] y La Veneno. Siempre la tuve como un icono y la he seguido. Cuando me propusieron el casting en verano, empecé a leerme su libro y me obsesioné con ella. Ahora tengo la historia de La Veneno aprendidísima [ríe].
¿En qué cosas te identificas con la periodista Valeria Vegas?
En todo. Valeria muestra muchas cosas que tanto yo como las personas trans de mi edad hemos vivido. Yo también he sido parte del proceso de creación de Valeria, junto al equipo, y prepararme para el primer capítulo fue como hacer una regresión a todos esos momentos del pasado donde estaba empezando mi transición y me ponía a buscar información sobre la transexualidad. Yo sola me ponía en mi ordenador a buscar cosas y cuando les dije a mis padres: “Soy una mujer trans”, lo hice sabiendo ya todo.
¿De qué forma te ha ayudado la serie a superar complejos relacionados con la imagen física y ese ideal de belleza al que nos exponen diariamente?
Me ha ayudado muchísimo. Para las mujeres trans, la imagen es bastante importante. Es un poco un salvavidas social, porque en esta sociedad heteropatriarcal parece que lo único que importa es la belleza. Muchas veces aspiramos a tener la apariencia más cis posible para poder encajar. Yo tengo una apariencia muy cis porque siempre he tenido esa lucha constante por querer estar integrada. Cuando estaba en el instituto eso era una obsesión, porque yo solo quería ser una estudiante más y que no se me tuviese que ver como “la trans”. No es que me avergonzase ser trans, ni mucho menos, pero no quería convertirme en la ‘etiqueta’. La serie me ha servido para quitarme complejos y para darme cuenta de que todas estas etapas que he vivido han construido la mujer que soy ahora y que nadie puede quebrantar a Lola.
¿Cómo crees que ayudará Veneno a normalizar esta realidad?
La serie muestra nuestra realidad de una manera muy natural, sin victimismos y de forma empoderante. Puede darnos una visibilidad real, quitando esa oscuridad e ideas preconcebidas que existen, y hacer que se nos vea como lo que somos, personas; personas con metas, que nos ayudamos, nos unimos y luchamos por nosotras. Se nos está dando un valor y una igualdad que nunca se nos había dado en el cine o la televisión. La serie es un ejemplo de cómo se tienen que hacer las cosas, con un equipo de personas trans en todos los puestos, y está mostrando que las trans podemos con todo, que podemos hacer lo que nos dé la gana con nuestra vida.
Solo tienes veintiún años, pero ya has podido asistir a ciertos cambios legislativos en materia de política LGTBI. ¿Cómo crees que lo tienen hoy día en España las personas trans de tu generación, y las que vienen por detrás?
Creo que la serie ayudará a muchos niños por el simple hecho de permitirles tener referentes. Pienso que las personas trans estamos siendo cada vez más visibles y más reconocidas en todo. Cada vez veo a más figuras que son visibles, que hacen activismo, salen a la calle y tienen mensajes positivos e inclusivos. Con respecto a la legislación, queda mucho por cambiar, sobre todo para los menores transexuales, que deberían ser reconocidos desde el momento que lo digan. El tema del DNI se está cumpliendo más que hasta hace muy poco, pero era un sufrimiento. En mi caso, para poder hacer constara en él mi nombre como Lola, estuve cuatro años haciendo papeleo. Con el tema de las hormonas tenemos que conseguir que no sean ni psiquiatras ni psicólogos quienes que tengan que valorar si eres o no trans. Tenemos que lograr que se nos acepte como personas y no como seres que quieren o han elegido ser trans. Tenemos el derecho a vivir como queramos.