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Nacho Esteban: “Oscar Wilde fue bastante activista para lo frívolo que a veces nos parece”

Oscar Wilde fue un tipo valiente que se atrevió a denunciar los falsos valores en los que se basaba la sociedad que le tocó padecer. Conversamos con el autor de su biografía ilustrada.

Nacho Esteban: “Oscar Wilde fue bastante activista para lo frívolo que a veces nos parece”

Wikipedia

Además de ser una de las figuras más sobresalientes de la cultura mundial, Oscar Wilde fue un tipo valiente que se atrevió a denunciar los falsos valores en los que se basaba la sociedad que le tocó padecer. Y también definió la forma de entender las identidades sexuales en Occidente, motivo por el cual muchos le consideran hoy día todo un icono del movimiento LGTBI. De todo esto, y muchas otras cuestiones, habla Sir Oscar Wilde. Martirio del caballero del clavel verde (Editorial Egales), una biografía escrita por Nacho Esteban e ilustrada por Carlos Valdivia para conmemorar el 125º aniversario de los juicios que arruinaron la vida del escritor irlandés. “Como muchos niños maricas, a mí Wilde me causó mucho impacto”, comenta el autor. “Antes siquiera de definirme como queer, me llamó la atención su foto en el libro de texto y me fascinó El retrato de Dorian Gray. Así que he cumplido una especie de compromiso adolescente”.

Según comenta Esteban, su obra —un libro de ciento veinte páginas que aborda la vida, martirio y legado de Wilde y sale a la venta este mes no es un tomo sesudo, sino algo más bien “cortito, divulgativo e interesante”. Él ni siquiera lo considera un ensayo, aunque dice que “se acerca” bastante a ese concepto. “Me gusta llamarlo ‘biografía ilustrada’, porque al final es la vida de Wilde, desde que nace hasta que muere. Pero las biografías tienden a ser muy largas y banales, y quería evitar ambas cosas”, apostilla.

¿Qué ha sido lo más complicado a la hora de investigar y seleccionar la información de todas las fuentes documentales que ya existen en torno a la vida y obra de alguien como Oscar Wilde?

El mayor problema es que Wilde es más grande que la vida. Causó y sigue causando sensación, y todos han querido escribir sobre él: unos para presumir de que lo conocieron, otros simplemente para ganar dinero o porque les fascina. Así que el problema es la cantidad de información discordante, las contradicciones y las leyendas urbanas. Muchas de sus citas más famosas son falsas, como sabrás.

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Imagen vía Editorial Egales.

¿Descubrirá entonces el lector datos suyos que hasta ahora se desconocían, o que al menos no se habían publicado en español?

Totalmente. Hay biografías muy documentadas sobre Wilde (¡una ganó el Pulitzer!), pero hay que ser muy cafetero para leer mil páginas sobre una persona. Mi idea siempre fue hacer algo más bien corto y fácil, sin renunciar a la profundidad y a contar detalles que nunca se hayan contado o desconocidos para el público general.

Se acaban de cumplir 125 años desde la detención y condena a prisión de Wilde por el delito de conducta obscena (gross indecency). ¿Qué ocurrió exactamente?

Oscar tenía un novio muy guapo y algo más joven que él, lord Alfred Douglas. A Alfred le encantaba provocar a su padre (era un poco enfant terrible) y por eso se mostraba en público con Oscar. El padre, lord Queensberry, empezó a acosar a Wilde: se presentó en su casa con un boxeador para amedrentarlo (y Oscar los echó por su propia mano, porque en realidad era superalto y corpulento), intentó boicotear el estreno de una obra y ahora viene lo decisivo… Queensberry se presentó en un club que frecuentaba Wilde. Como no le encontró allí, le dejó su tarjeta con las palabras: «A Oscar Wilde / quien presume de sodomita» (así escrito). Hoy parece una tontería, pero entonces aquella acusación era escandalosa. Wilde le denunció por difamación, muy seguro de sí mismo, y durante el juicio se fue desinflando debido a las pruebas y a que el abogado de Queensberry era más inteligente de lo que había previsto. De hecho, habían sido compañeros en el colegio.

¿Cómo le marcó a Wilde su paso por la cárcel?

La condena no eran solo dos años de cárcel, la máxima posible por aquel delito, sino trabajos forzados. Estos consistían en deshilachar sogas, lo que acababa destrozando los dedos, y girar una palanca conocida como crank. Súmale que no podía hablar con presos y que se alimentaba a base de agua, grasa de riñones y bromuro de potasio (para inhibir el impulso sexual), una dieta que hacía estragos. El sistema carcelario británico estaba destinado a anular a los presos física y mentalmente. Wilde estuvo a punto de perder la cabeza y, de hecho, en una ocasión se desmayó y se hizo daño en el oído, lo que años después le conduciría a su muerte.

Escuché que el irlandés no quiso volver a pisar Inglaterra y que vivió sus últimos días enfermo de meningitis, marginado y alojado en un ruinoso hotel parisino…

El mismo día que salió de prisión, para evitar emboscadas de Queensberry, sus amigos lo mandaron a París. No volvió nunca a Reino Unido. Su vida en París es contradictoria: le faltaba dinero porque se lo gastaba todo en bebida y en invitar o hacer regalos a jóvenes, pero tenía dos pensiones y pedía a todo el mundo. Desde fuera es bastante triste, pero en general fue feliz aquellos días. Solamente añoraba tenerlo todo, como lo había tenido cuando era respetado.

En tu libro profundizas en la vida personal del dramaturgo y en cómo encaja su figura en la Historia Queer de Reino Unido. ¿Por qué deberíamos todos considerar a Wilde como uno de los grandes referentes del colectivo LGTBI?

Nos gusta mucho reivindicar a Wilde porque es uno de los grandes literatos mundiales y nos hacen gracia sus citas camp. Pero lo que muchos no saben es que cómo entendemos la homosexualidad en Occidente tiene mucho que ver con el escándalo Wilde. Es verdad que esquivó cuanto pudo la condena, pero fue muy visible en sus relaciones y nos ha dejado algunos alegatos impresionantes en favor de la despenalización de la homosexualidad. A su modo, fue bastante activista para lo frívolo que a veces nos puede parecer.

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Carlos Valdivia, ilustrador y Nacho Esteban, autor de ‘Sir Oscar Wilde. Martirio del caballero del clavel verde’. | Foto cedida por el entrevistado.

Hablas de Wilde como una persona generosa, sensible y ‘desastrosa’. ¿Cómo era realmente en las distancias cortas, o qué imagen tenía de él la gente que lo trató?

Sí, Wilde era tan genial como desastroso a veces. Conseguía atraer a todo el mundo, porque hasta quienes lo odiaban querían escucharlo, pero es también el ejemplo de pasarse de listo. Lo que más se destaca de él era su increíble oratoria, que evidentemente es algo que nunca disfrutaremos; era muy meticuloso y preparaba de antemano muchos chascarrillos. Prácticamente hablaba como escribía. Es de esas personas que no deja indiferente: muchos lo adoraban, muchos otros lo aborrecían por lo que representaba.

¿Crees que El retrato de Dorian Gray es una obra sobrevalorada?

No más que otros clásicos. Literariamente tiene alguna cosa interesante, pero es verdad que no es un portento. Su potencial está en lo que representó, en lo que se puede leer entre líneas. De todos modos, el argumento me parece muy llamativo y creo que es muy interesante leer la única novela de un poeta y dramaturgo, ya que la narración tiene ese toque poético y los diálogos están a la altura de su teatro.

«Estados Unidos es el único país que ha pasado de la barbarie a la decadencia sin civilización de por medio», dijo en una ocasión. ¿Lo compartes?

A Wilde le gustaban mucho este tipo de citas grandilocuentes, para provocar. Está lanzada al buen tuntún: él era un gran conocedor de Reino Unido e incluso algunos países mediterráneos, pero no creo que tuviera una opinión tan formada de Estados Unidos. Si no le hubieran ofrecido la ocasión de visitarlo, creo que nunca habría ido por su cuenta; no le interesaba. Era un clasicista: Francia, Italia, Grecia, Magreb y deja de contar.

Y también un tipo bastante excéntrico, ¿no es así?

Había mucho de pose. Empieza a vestir raro, dejarse el pelo largo y hablar pomposamente para que se hablase de él. Una vez fue suficientemente famoso, rebajó un poco, aunque evidentemente seguía siendo un personaje; no todo era postureo. Wilde es básicamente la Lady Gaga de la época.

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