Una ojeada al futuro de los eventos musicales: «El streaming ha llegado para quedarse»
Hablamos con quienes lo están viviendo desde dentro para hacernos una idea de la vida más allá de pegar botes en un concierto
Es un hecho: nada podrá sustituir la sensación de pegar botes en un concierto junto a una masa de gente, esa euforia compartida con extraños. La emoción primitiva. Dicho esto –nostálgico, no siga leyendo–, las nuevas circunstancias nos ofrecen opciones a las que vale la pena dar un par de vueltas. De la mano de Rubén Fernández, fundador de BeatBurguer y Pancho Jiménez, Brand Partnerships Manager en DICE, hacemos un recorrido por esas ventanas que la nueva normalidad ha abierto para la industria musical. Por eso tan machacado –pero en ocasiones tan cierto– de que cada vez que una puerta se cierra, se abre una ventana.
Su experiencia en los últimos meses nos deja un balance entre optimismo y realismo. También deja espacio a la imaginación. Así que imaginemos: hay cola a la entrada de una sala de cine. Podría ser la première de un futuro taquillazo, pero no. Es el estreno en streaming de una serie de conciertos que el grupo ha grabado previamente en un estudio. Los melómanos acuden en busca de una experiencia diferente a la que podrían tener en un concierto del mismo artista. Más calidad, planos de cada músico, de cada instrumento. Algo más musical y menos social. Eso es lo que ve Pancho Jimenez cuando se atreve, en este momento de incertidumbre, a echar un vistazo hacia el futuro. De hecho, ya están manos a la obra. «El streaming ha llegado para quedarse», nos cuenta. «Ya no es algo futuro, es la realidad actual. Da una cercanía que obvio no es la misma que la de un concierto en directo, pero por ejemplo tiene una mayor calidad visual para apreciar todos los detalles de un show. Igual que se consume el fútbol o las películas de esa forma, se pueden consumir los conciertos».
Eventos ‘covid free’ y eventos de calidad en streaming: las alternativas que deja –y ofrece– la nueva normalidad
Nos cuenta Pancho que el escenario que la pandemia ha creado deja para la industria de los eventos dos alternativas: los eventos seguros o ‘covid free’ y los eventos en streaming. El Primavera Sound es uno de los que primero se ha saltado a la piscina del nuevo formato: un espacio abierto con aforo ajustado que cumple con las medidas de seguridad y ofrece conciertos a un público reducido en un ambiente de nueva normalidad. La gente sentada con distancia de seguridad entre grupos. «Está funcionando muy bien», afirma. «La verdad es que se están vendiendo muchas entradas y el feedback está siendo positivo».
«El perfil del público en los festivales es similar al de la antigua normalidad», explica. Por otra parte, el concepto de no estar todo el mundo de pie apelotonado es algo que gusta a mucha gente, hay un tipo de público que incluso prefiere contar con ese espacio vital. Familias, por ejemplo. «Hay gente que, obviamente, echa de menos el formato antiguo, pero el feedback está siendo positivo. La gente agradece que se le den otras opciones mientras lo de antes no vuelve».
En cuanto al streaming, Pancho se refiere a eso que relataba antes: a su parte profesionalizada, más allá de las home sessions caseras. Conciertos en condiciones con calidad de imagen y sonido. Con diferentes cámaras y planos. Experiencias pensadas para un usuario que esté dispuesto a pagar por ver algo exclusivo, algo muy concreto y, además, efímero, bien porque es en directo y no se ofrecerá después o porque está grabado pero solo se vende durante un tiempo concreto. «Son nuevas perspectivas que pueden mantenerse en el futuro aunque lo antiguo, la magia de estar pegando botes en un concierto, vuelva», asegura.
Al mando de BeatBurguer, Rubén ha pensado más de una vez en cambiar de sector. Pero no lo ha hecho. En su página web se presentan como «un medio musical especializado y abierto a otras disciplinas artísticas que ofrece una ventana al futuro, pero sin olvidarse del pasado». Y en ello están.
También se han apuntado al streaming. En concreto, han apostado por la plataforma United we stream, que nació para apoyar la cultura de club en la escena musical europea. «Cuando comenzó esto, funcionó muy bien, sobre todo en Alemania y Holanda. Los artistas daban conciertos virtuales a cambio de donaciones». Ellos cogieron la parte de representación en Barcelona de esta marca, que funciona como una franquicia en las diferentes ciudades. «Apostamos por eso, pero ha habido una sobresaturación increíble. Sí funciona, hay gente que de verdad apoya, pero al final había muchísima oferta durante el confinamiento, al final, se pasa un poco desapercibido», explica a The Objective.
A pesar de ello, mantiene una actitud optimista. «Tengo tres proyectos en los que estoy trabajando con la motivación de decirme a mí mismo que no va a haber ningún problema, que los voy a sacar adelante. Si no, tendría que cambiar de sector», admite. De momento continúa aprendiendo sobre estas nuevas prácticas y ofrece cursos a sus empleados. «No he querido pensar en un plan Z. Incertidumbre, esa es la gran palabra».