‘¿Puedo hablar!’: «Tratamos temas comunes pero desde el punto de vista de un maricón de pueblo y una gorda de Zamora»
Doce meses de autoparodia y humor: el podcast presentado por Perra de Satán y Esnórquel celebra su primer aniversario
El pasado 31 de julio, se cumplía justo un año desde que la zamorana Beatriz Cepeda y el albaceteño Enrique F. Aparicio, los nombres detrás de Perra de Satán y Esnórquel, decidieron subir siete programas de un podcast bautizado como ¿Puedo hablar! para «ver qué pasaba», según cuentan sus creadores.
A estos siete les siguieron 30 programas más y, un año después, ¿Puedo hablar! celebra el primer aniversario de su nacimiento junto a los miles de oyentes que se han enganchado a los coloquios autoparódicos de sus dos presentadores.
En el primer programa que subisteis a modo de presentación, «Ellas», comentáis que os conocísteis por una amiga en común. ¿Cómo evolucionó vuestra relación hasta que tomasteis la decisión de formar este dúo?
Esnórquel: Siempre decimos que una de las cosas que le da vidilla a ¿Puedo hablar! es que somos amigas pero no íntimas, por lo que todavía tenemos cosas que contarnos. Además, las dos somos muy narrativas y no hay nada que nos guste más que hablar de nosotras mismas.
Perra de Satán: Enrique y yo en el programa nos contamos las cosas por primera vez y eso es lo que le gusta a la gente, que se entera a la vez que nosotros mismos de nuestras cosillas.
Aunque en los últimos tiempos está cobrando relevancia, especialmente durante el confinamiento, el formato podcast aún no ha llegado a despegar en España. ¿Por qué elegisteis este formato y no, por ejemplo, un canal de YouTube?
PS: En mi caso, aunque muestre mucho mi cara y me exponga en las redes sociales, nunca he terminado de sentirme cómoda con el formato vídeo. Lo que me gusta del podcast es que me puedo soltar por completo sin sentir que nadie me ve y me juzga. Enrique lo propuso y pensé que no teníamos nada que perder.
E: El podcast nos llamaba con sus cantos de sirena; podría decirse que fue intuición. Creo que este formato tiene algo que no ofrece YouTube o un blog: para escuchar un programa necesitas mínimo una hora. Al final, si un podcast te gusta y lo escuchas a menudo, sientes que conoces a la gente que habla porque has pasado muchas horas oyendo sus voces. Por ejemplo, si alguien ha escuchado todos los programas de ¿Puedo hablar!, ha estado con nosotras casi 45 horas, probablemente nos conoce más que al 90% de la gente de su día a día. El efecto tiempo es lo que define al podcast, esa es su magia.
¿Cuál fue vuestra idea inicial y qué tipo de podcast queríais tener?
PS: Al principio, sabíamos que queríamos llevar invitados pero no teníamos nada claro más allá de hablar de temas comunes como el estar gorda, el mudarse a la gran ciudad o el travestismo, desde un punto de vista colectivo de millennials e individual de un maricón de pueblo y una gorda de Zamora. Más que la temática, el punto fuerte de nuestro podcast es la perspectiva.
E: Yo al principio tenía la idea de hacer una cápsula del tiempo como las de Warhol: introducir cosas del día a día pero que, después de 30 años, tengan valor. Para mí el podcast tiene el ánimo de retratarnos a nosotras y a nuestra generación. Millennials es la forma pija de explicar que nos hemos criado entre crisis y crisis; no sabemos si vamos a tener una casa, un futuro estable o una calidad de vida semejante a la de nuestros padres, pero lo que sí hemos descubierto es que tenemos una voz para contar nuestras historias. Nos ha costado muchos años de lucha que las voces de las mujeres, de los maricones, de los disidentes, tengan siquiera un espacio donde poder expresarnos. ¿Cómo no lo vamos a hacer entonces?
En varias ocasiones habéis mencionado en tono de humor que ¿Puedo hablar! es una «excusa» para hacer terapia vosotras mismas. ¿Qué frutos habéis recogido en este primer año del programa?
E: Godard decía que la cámara es como el microscopio, es decir, que te ayuda a ver lo que a simple vista no ves. El micrófono funciona igual: si a una persona le pones un micro delante y le das tiempo, acaba soltando las cosas que tiene dentro. Eso es hacer terapia porque nunca ponemos en práctica el estar hablando de nosotros mismos o de nuestra experiencia en el mundo durante una hora seguida.
PS: Y si, además de sentirte escuchado, te sientes comprendido, eso ya es catártico. Cuando salieron seguidos los siete primeros episodios, hubo tantísima gente que nos escribió que me quedé muerta. A mí siempre me ha gustado escribir, nunca me había visto delante de un micrófono, pero he reflexionado mucho sobre mis capacidades para la comunicación oral, sobre los talentos que tenemos y no explotamos porque no tenemos la oportunidad. Para mí, ¿Puedo hablar! ha significado un antes y un después.
Además de la utilidad para vosotras mismas, mucha gente ha comentado que ¿Puedo hablar! les ha servido de gran ayuda en materia de salud mental. ¿Teníais intención de que el programa tomara esta vertiente?
PS: Cuando empezamos a grabar el podcast, yo hacía un mes que había comenzado a ir a terapia. Estaba con el boom, el momento en el que todas las piezas encajan, por lo que quedó un poso: la salud mental está presente prácticamente en cada uno de nuestros episodios. Cuando grabamos «Locas», gustó mucho y nos escribieron tanto que más adelante hicimos «Deprimidas» y en el futuro habrá más.
Yo quiero grabar «Ansiosas» porque lo mío es la ansiedad. De hecho, me pongo la etiqueta de influencer de la salud mental: si en mis redes sociales cuento la experiencia de ir a terapia, probablemente ayude a que mucha gente no lo perciba como algo raro. Las psicólogas no son juezas de películas de miedo que te señalan desde arriba.
E: Nuestra generación tenía el gran reto de poner sobre la mesa el debate de la salud mental y se está haciendo desde muchos frentes. Nadie nos enseña a gestionar las emociones. Para ir al psicólogo no hace falta llevar un cucurucho de papel Albal en la cabeza o creerse Napoleón: todos tenemos asuntos que resolver y, aunque creas que no los tienes, el hecho de vivir en el capitalismo salvaje ya te coloca en una situación precaria respecto a las cosas que tienes que soportar a diario para las que necesitas consejo profesional.
Es increíble la cantidad de gente que nos ha dicho que ha empezado a ir al psicólogo después de escucharnos. No nos lo habíamos puesto como una meta y, si a través de la charla entre amigas que es el programa, hemos conseguido que esa gente esté a gusto consigo misma, ¿qué más podemos pedir?
¿Cuál es el episodio que más habéis disfrutado grabando?
PS: Yo no me he reído tanto como con Monstruo Espagueti en «Mujeres». Con ella queríamos hablar de feminismo[contexto id=»381722″] pero no salió el tema por ningún lado porque ella es así de imprevisible. Aunque también es cierto que no hay nada más feminista que tres mujeres hablando de lo que les da la gana.
E: Yo disfruté mucho en «Satisfechas» con Gabriel J. Martín, un psicólogo especialista en maricones que ha sacado recientemente un libro titulado Gay Sex. En aquel momento, yo necesitaba consejo profesional en ese terreno y grabando el episodio descubrí lo que sucede cuando te abres, cuando tienes tus vulnerabilidades en las palmas de las manos, y cuando la gente te ayuda y te intenta dar lo que necesitas. Me emocioné mucho. Ese programa y ese libro literalmente me cambiaron la vida; algo hizo click y desde ese día follo mucho más y mucho mejor.
¿Qué ideas estáis barajando para la próxima temporada?
E: Antes del inicio de la pandemia teníamos preparados dos shows en directo, pero, justo cuando íbamos a ganar dinero, va el coronavirus[contexto id=»460724″] y dice: «pobres para siempre». El futuro de ¿Puedo hablar! está en expandir la marca, incluso en el terreno audiovisual. Tenemos talento, no sabemos si útil o inútil pero ahí está.
PS: Estamos apuntando muy alto porque nos gustaría volver como cuando se fue Tamara y vino Ámbar: queremos causar impacto.