Marwan es uno de esos artistas que levanta pasiones fuera y dentro de las redes sociales al mismo tiempo que suma detractores. Pero, como dijo el doctor más conocido de la televisión: «Si nadie te detesta, algo estás haciendo mal». Y este madrileño de Aluche profesor de educación física y que siente «exageradamente», las cosas parecen irle muy bien, o así lo entiendo yo al contarle ya cinco libros y cinco álbumes de estudio. El último, ‘El viejo boxeador’, una colección de 10 canciones en el que el hilo rector es la idea de resiliencia; un concepto que Marwan Abu-Tahoun Recio (1979) conoce muy bien.
De padre refugiado palestino, desde pequeño vivió y conoció en primera persona los atropellos de los derechos humanos, llegándonos a confesar que sufrió «racismo» e incluso «palizas» en más de una ocasión. «Cosas de la vida», apostilla.
Cosas de la vida de las minorías y cosas de la vida de un mundo dormido donde las desgracias del ajeno son triunfos en las propias. Por ello, Marwan es un cantante que siempre intenta reflejar la realidad social en sus canciones, ahondando en esas luchas propias y ajenas desde la perspectiva del conflicto, como el racismo, la frivolidad, el egoísmo o los amores tóxicos.
Cantautor y poeta, a pesar de muchos, fue uno de los responsables de la explosión de la poesía en las redes sociales, donde ya suma más de 250.000 seguidores sólo en Instagram. Sobre todos estos temas que envuelven su nuevo trabajo conversa Marwan con The Objective.
La resiliencia es el eje central de ‘El viejo boxeador’. ¿En cuántas ocasiones has tenido que recurrir a ella?
Constantemente. La vida es un continuo de valles y cumbres. Constantemente hay eventos nuevos que nos hacen caer o nos provocan dolor. La historia del ser humano es la historia de su evolución, de la resiliencia y de ir aprendiendo a lo largo de la vida.
¿Cómo te ha influido ser hijo de un refugiado palestino?
Mucho, porque de los padres heredamos nuestras filias, fobias, traumas familiares, las injusticias que han podido vivir. Todo eso va conformando gran parte de nuestra formación a nivel intelectual y sentimental. Mi padre es un refugiado palestino que nació en un campamento de refugiados en el año 50. Durante su infancia y adolescencia vivió cosas muy duras y se ha ido sobreponiendo al final a todas ellas. Su historia es la historia de la resiliencia. Él sufrió grandes atropellos de derechos humanos al igual que mi familia, y ha desarrollado una gran sensibilidad hacia los débiles y las personas que sufren injusticias, y eso lo he heredado de él.
¿Has sufrido algún acto de discriminación o racismo?
Sí, he sufrido racismo en más de una ocasión, incluso palizas. Cosas que pasan en la vida…
¿Crees que la sociedad está ya inmunizada y que somos una sociedad fría a la que ya no nos afecta nada ni empatizamos con nadie?
Sí, y es raro porque por una parte estamos inmunizados sobre las cosas malas por el bombardeo constante de información y no nos sorprenden las desgracias; pero a la vez nos provocan estupor cosas muy pequeñas, como salidas de tono o idioteces. Estamos muy concentrados en la anécdota. Hay una dualidad muy rara en este momento en el mundo.
«El problema es que vivimos dentro de una red social», dices en ‘Planeta desconcierto’. ¿Son las redes sociales realmente un problema? ¿Crees que sin ellas hubieras llegado a tener tanta proyección musical?
Las redes sociales son como todo en la vida, es el uso que les des. A mí me han permitido darme a conocer como artista, pero lo cierto es que todos abusamos de ellas, yo el primero, estoy viciadísimo, me hacen perder mucho tiempo, aunque también me aportan mucho porque me han ayudado muchísimo. Antes de estar con Sony era un artista independiente, era todo ‘boca a boca’ y redes, y en este sentido me han ayudado mucho a que se conozcan mis canciones.
Sin embargo, en muchas ocasiones constantemente los artistas nos estamos comparado los likes, estamos confrontando sin sentido las redes, tratando de convencer a través de palabras, y el lenguaje escrito no es igual que el hablado, se pierden muchos matices, suena mucho más duro. A veces en las redes no estamos haciendo cosas muy edificantes, porque nos quitan tiempo, porque confrontamos demasiado, porque hay una incontinencia verbal excesiva, y a este aparato, que en realidad le deberíamos dar un uso responsable, en realidad nos está usando él a nosotros. Perdemos gran parte de nuestra vida mirando pantallas y nos perdemos gran parte de cosas de la vida por ello.
Precisamente en ellas han aparecido muchos autodenominados poetas. ¿Está en poesía todo permitido?
No lo sé, creo que nadie tiene la respuesta a eso, no tenemos la respuesta ni para lo que es la poesía. Pero sí que es verdad que las redes sociales han hecho que aparezcan muchos escritores que escriben pura prosa y se autodenominen poetas, yo incluso en muchas ocasiones escribo prosa poética y la gente dice que soy poeta.
¿Y eres poeta?
Sí, aunque, ante todo, soy cantante. Tengo algunos poemas que son poesía. Aunque me dan un poco igual las etiquetas, pero considero que cultivo la poesía. Me gusta mucho lo que hago y tengo intenciones poéticas, pero lo importante es hacer las cosas de corazón.
«Estoy viciadísimo a las redes, en muchas ocasiones los artistas nos estamos comparado los likes constantemente»
¿Y cuál es la diferencia entre ser cantautor y ser poeta?
Es muy grande. A la hora de concebir un poema y una canción hay grandes diferencias. El poema puede ser desde una línea a algo súper extenso, y la canción condensa el mensaje mucho más. La canción suele tener estribillo, por lo que la idea principal la has soltado en el primer minuto, y en el poema a veces sueltas la gran reflexión en la última línea, o la gran idea es la reflexión que vas haciendo a lo largo de la canción. Con lo cual, son formatos muy diferentes, tanto en la duración, como en la rima. Se puede ser mucho más reflexivo en los poemas que en las canciones, porque si eres muy reflexivo en las canciones pierden musicalidad, y creo que puedes retorcer mucho mas el lenguaje en un poema que en la canción, porque un lenguaje muy poético en la canción queda raro. Se puede ser poeta en la canción pero no excesivamente, y cualquier poema no sirve como canción.
«Marwán te falta un reguetón», cantas que te dijo un productor. ¿Te veremos alguna vez cantar reguetón?
Pues quizá sí, de hecho, mi amigo Mario Díaz hizo una rumba que le puso ritmo reguetón y la cantamos. Puedo cantar reguetón perfectamente. En realidad esta frase es una frase un poco irónica de como en la sociedad en la que vivimos intentamos hacer lo que más funciona para encajar y tener éxito. Y el éxito no es otra cosa que ser uno mismo, no el tener aceptación siendo lo que no eres. Veo artistas de gran éxito que intentan continuar con fórmulas que no tienen sentido.
Aquí es donde entra la autenticidad y el coraje que requiere ser uno mismo a pesar de las modas, ¿no?
Eso es. Y de eso hablo mucho en el disco, de la autenticidad de ser uno mismo, que es muy importante en estos tiempos de tanta uniformización, que tanto nos comparamos con los otros. Y, precisamente, por eso perdemos nuestra esencia, por querer competir o compararnos con otros. Creo que no hay que peder eso, porque eso es lo que nos enriquece como persona y enriquece el arte.
Charlabas recientemente con Borja Vilaseca en tu espacio ‘El viejo ring’, sobre el amor, el desamor y las relaciones tóxicas. ¿Se escribe mejor desde el amor o desde el desamor?
Yo me he encontrado más cómodo escribiendo desde el desamor por dos motivos: por un lado, el desamor es más fotogénico, poéticamente te salen más imágenes del desgarro que de la alegría; y por otro, cuando uno está feliz no se hace preguntas, pero cuando uno está infeliz sí se las hace. Cuando uno está enamorado o feliz no está en una búsqueda, ya está donde quiere estar, pero cuando uno está en el desamor no está donde quiere estar y se hace preguntas, y las canciones son una búsqueda de las respuestas.
¿Has sufrido mucho por amor?
He sufrido como toda la gente, pero como tengo una tendencia bastante exagerada a sentir, tanto para bien como para mal, pues supongo que en algunos momento he sufrido más intensamente, pero solo por mi forma de ser. Digamos que emocionalmente siento en grandes olas, y no todo el mundo siente en grandes olas, hay mucha gente que siente en olas más suaves. Es algo que yo he comprendido, tanto como para bien como para mal, siento con mucha intensidad.
¿Qué es el amor?
El amor es la capacidad de ser considerado uno con el otro y con la naturaleza, la capacidad de dar, de entender. No es un sentimiento, es algo más grande. Es saber crear un lugar compartido y ser amable y bondadoso.
«El Ministerio de Cultura está desaparecido. Necesitamos protección»
La cultura siempre ha sido la gran olvidada por parte de nuestros gobiernos. Pero ahora más que nunca los artistas estáis alzando la voz. Hemos visto campañas para que volvamos a los bares, a las tiendas, a los restaurantes, pero ninguna para que consumamos cultura. ¿Cómo vives el desprecio que se tiene hacia la cultura en España?
El Ministerio de Cultura está desaparecido. Necesitamos urgentemente medidas que protejan al sector. Se están perdiendo muchos trabajos, necesitamos un plan, porque hemos demostrado que somos uno de los colectivos que estamos haciendo las cosas de forma muy segura. Yo he hecho cuatro conciertos este verano y ha sido algo increíble, toda la gente separada, con mascarillas, desinfectando todo, todo muy cuidadoso. Y no puede ser que alguien que esté cumpliendo a rajatabla las normas no sea protegido. Están protegiendo otros sectores y no el nuestro. Se tienen que establecer normas para que dentro de la situación excepcional que estamos viviendo se puedan habilitar lugares y se den facilidades para hacerlas dentro de una seguridad. Necesitamos protección.
¿A quién te gustaría ver como ministro/a de Cultura?
La verdad es que tiene que ser alguien muy intelectual y con una gran capacidad de gestión. Algún buen escritor o filósofo. Adela Cortina, por ejemplo, sería una gran ministra de Cultura.
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