Dara Scully: «Mis fotografías nacen de la escritura»
El proceso creativo de Dara Scully es una epístola de animales frágiles. De ensalzamiento a la quietud de la bestia. Hablamos con ella a propósito de su novela ‘Animal de nieve’
«Criatura del bosque, niña de invierno». Dara Scully (algún lugar del norte, 1989) cubre su cuerpo con un vestido victoriano. Complementos: mochila y trípode. Comienza la re-imaginación de lo salvaje donde la naturaleza engendra un universo narrativo propio. Que se detiene.
Frente a los quejidos, la quietud de las formas. Dara esculpe la bestia que todos los humanos llevamos dentro. La quietud puede ser salvaje, sí. ¿Qué habita en nuestras sombras? El vínculo apolíneo y cruel que anuda la naturaleza. El instinto de lo estático y rebelde.
«No se me ocurre nada más salvaje que un corzo que está absolutamente detenido en la quietud», comenta. Dara es escritora y fotógrafa. Por ese orden. Aunque la poeticidad onírica de sus imágenes haya visto la luz antes. La naturaleza como origen. «Mi trabajo se desarrolla en un ambiente rural norteño. Si hubiese vivido en la ciudad grande probablemente mi obra sería diferente».
Dara interpreta su obra artística con alusiones recurrentes a los animales, presentes en su día a día. El proceso creativo de la artista puede quedar irrumpido al cruzarse con una manada de jabalíes o al visualizar un cervatillo. «Ahí es donde tú te quedas petrificada».
Animal de nieve (Caballo de Troya, 2020) es la segunda novela publicada de Dara, aunque tiene otras en el tintero. En el libro vuelve a jugar con la parte oscura de los personajes. De cómo se encierran. Una huella animal que hiberna, que deja de vivir y se desliga del mundo sin participar de la vida. Donde la naturaleza es un personaje más. De espacios apacibles y revueltos. «Tengo complejo de demiurga. Me encanta crear universos y personajes que sean completamente independientes».
«Mis fotografías nacen de la escritura. El haber hecho fotografía me ayuda a la hora de escribir. Para definir de forma más nítida y clara lo que son las imágenes escritas». En Animal de nieve el imaginario intimista de Dara sucede en estilo cinematográfico. Fotograma a fotograma. Una lírica de silencios cuidados donde las sensaciones y vértigos persiguen a los personajes. «La fotografía me permite tener un background visual que puedo trasladar».
Uno arrastra heridas abiertas. Fantasmas del pasado que persiguen y condicionan. Los personajes de Dara lidian cómo enfrentarse a ellos. El lago condiciona el ritmo. El tiempo. Aunque en ocasiones parezca diluirse. Entonces, el acercamiento y la catarsis suceden. «El lago funciona como catalizador de los personajes. Los conecta. Es un punto al que van a reflejarse y a la vez es un indicador de como están en el mundo».
La huella feminista de Dara impregna esa visualidad de la novela. «En mi trabajo artístico, feminismo y naturaleza van de la mano. Aun así siempre estamos en proceso de deconstrucción». El internado en el que se desenvuelve Animal de nieve condiciona todo lo que les rodea. De ausencias y dualidades. Un entorno concreto que explora la delicadeza de las sombras.
«El libro se desarrolla en una época antigua, que no se identifica en ningún momento concreto pero se intuye. Uno de los personajes protagonistas tiene tratamientos feministas y busca que sus alumnas tengan independencia. Que sean libres y que puedan elegir lo que ellas quieren. Eso es un detalle claramente feminista que se ciñe en una novela ambientada en el pasado», explica la artista.
Animal de nieve también son estatuas de agua en época de tránsito. De puntos, líneas frágiles y simbolismos cotidianos. Las alumnas ya no son niñas, tampoco mujeres. La necesidad de libertad es acuciante. Tanto para expresar lo positivo como lo negativo. La inocencia frente a la libido. Delicadeza. O brusquedad. Dualidades en tránsito por las que caminan sin decidirse entre un lado u otro. Almas vagando. Como si quedasen retenidas en el Inframundo de Hades.
En este ciclo vital «pueden darse infinitas emociones y cosas que no se vuelven a repetir nunca. Crecemos y nos coartamos de ciertas cosas. Pensamos que ser adulto es una determinada cosa concreta y reprimimos ciertas emociones. Hay una libertad justo en ese lapso, en el que ya tienes una cierta lucidez y no cuentas con todas las barreras que te pones siendo adulto. Es una época fascinante para mí».
El proceso creativo de Dara Scully es una epístola de animales frágiles. De ensalzamiento a la quietud de la bestia. Primigenia. En estado puro. La sangre que satura en forma de sentimientos. Un instinto de supervivencia en donde la naturaleza acecha y, al mismo tiempo, conecta a los personajes.