Bruno Galindo: “Mejor dar por perdido el presente y centrarse cuanto antes en salvar lo que se pueda el futuro”
El escritor y periodista Bruno Galindo ha aprovechado su última novela, titulada Remake y editada por Aristas Martínez, para hablar de algo tan curioso como resulta ese sentimiento de nostalgia colectiva que invade a la sociedad actual.
El bonaerense lleva años escribiendo sobre cultura en medios como El País, y actualmente está considerado un referente en el arte del spoken word [un tipo de performance poética que utiliza además elementos musicales y teatrales]. No en vano, ha grabado varios discos y actuado en galerías y festivales tanto en Europa, como en Estados Unidos y Latinoamérica. ¿Por qué otras cosas podrías sacar pecho? “Por ser autónomo en España y dedicarme a la cultura”, responde sin rodeos.
¿Qué te motivó a escribir sobre esta especie de obsesión por la recreación y el remake?
Quería ahondar en ese fenómeno a través de una historia de ficción. La celebración del pasado es visible en múltiples niveles, desde la exhibición cada vez mayor de nuestra historia personal en las redes sociales hasta la explotación de la nostalgia con fines políticos. Todo eso está en Remake, y también en nuestro día a día pandémico. Vivimos una retrotopía.
Ahora que el pesimismo y la ansiedad cunden bastante entre la gente, ¿dirías que hay razones para dar por perdido el futuro definitivamente?
Mejor dar por perdido el presente y centrarse cuanto antes en salvar lo que se pueda el futuro. Se le debe a las jóvenes generaciones algo mejor que la falta de oportunidades que tienen por delante. Apostemos de una vez por la ciencia, la educación y la cultura.
Aprovechando que has completado la ficción con algo de ensayo, ¿cómo crees que podría uno reconstruir la felicidad perdida?
No tengo la respuesta. Yo trato de vivir al día y de disfrutar con cualquier cosilla.
Fangoria cantaba que la nostalgia es «una droga, dura y adictiva». ¿Cómo manejas tú la nostalgia?
Hace poco escuchaba al filósofo Santiago Alba Rico contar que hace un siglo la nostalgia se consideraba una enfermedad; Alaska y Nacho Canut no andan muy lejos. Yo creo que hay una nostalgia mala y otra que no está mal. La primera tiene que ver con las aspiraciones no logradas y con las obsesiones, es la que no te deja avanzar. La otra puede ser más lúdica y puede servir para reírte un poco de ti mismo, que es de lo que se trata.
Tu estilo literario tiene fama de frío y lo cierto es que Remake es bastante directo y se lee de manera amena. ¿Piensas que muchos autores contemporáneos abusan de la paja, el exceso de detalle y la redundancia?
Yo creo que los autores y autoras contemporáneas tenemos muy claro que competimos con la falta de atención del mundo actual y que eso se lleva mal con todo eso que dices. Esto no es una condena a la descripción y el ritmo pausados: significa que quien te lee tiene el móvil al lado y está deseando mirarlo. Cómo atrapar al lector es asunto tuyo. Pero más te vale ir al grano.
Tu novela contiene bastantes guiños al mundo del séptimo arte y, de hecho, está protagonizada por una actriz, un productor, una agente y un director de cine. ¿Qué papel ha jugado el cine en tu vida?
Vivimos en un mundo audiovisual. Como a buena parte de la gente que conozco, parte de las narrativas que me interesan están en los libros y otra buena parte está en el cine (incluyo aquí la televisión y las series). El modo en que la literatura y lo audiovisual están nutriéndose e interactuando hoy en día es apasionante, todavía no hemos visto lo mejor. Aparte de esto, he ido mucho al cine a lo largo de mi vida, claro está.
¿Crees que pintan bastos para la cultura en España?
Pintan bastos, y espadas también. El sector está sufriendo terriblemente; ojalá la gente reaccione antes de que se cierre la última librería, teatro o tienda de discos, por hablar de sitios que todo el mundo conoce. La inoperancia del Ministro de Cultura —a quien uno no puede pedirle demasiadas soluciones a estas alturas pero sí debe exigirle que conozca y entienda al sector y empatice con él— es desconcertante. Si necesita ayuda que lo diga: aquí estamos.
Comentaste en la presentación del libro que, en general, no te lo pasas muy bien escribiendo. ¿Qué te aporta hacerlo?
La escritura de ficción es una búsqueda de sentido por la vía larga, una ampliación del mundo a través de un proceso mental fatigoso, mercantilizado de un modo sumamente injusto y a menudo poco elegante. Esos pequeños hallazgos de sentido, del que escribe y tal vez del que lee, compensan el esfuerzo. La victoria se saborea en soledad.