Ana Flecha Marco: «Las jotas y Noruega conectan muy bien»
Conversamos con Ana Flecha Marco, la autora de Dos novelitas nórdicas, que también es cantante de jotas feministas en el dúo Ajuar
Ana Flecha dice que su trabajo a tiempo completo es traducir, del noruego, el inglés y el francés, al español. Pero esta leonesa también es la autora de Dos novelitas nórdicas, dos historias ambientadas en Noruega sobre la memoria colectiva y la construcción de la identidad. Acaba de entregar un álbum ilustrado infantil. Porque también hace ilustraciones. Y canta jotas feministas en el dúo Ajuar.
De lunes a viernes, Ana Flecha Marco (León, 1986) traduce libros y hojas sueltas del noruego, el inglés y el francés al español. Pero en sus ratos libres saca tiempo para escribir, ilustrar o cantar. Desde su libro Dos novelitas nórdicas (Mr. Griffin), como su título indica, dos historias, entre la novela y el relato corto, donde las vivencias de la autora en Noruega se funden con la ficción. A su grupo Ajuar, donde recupera jotas y folklore desde una perspectiva feminista.
Empezando por el libro, publicado por Mr. Griffin, Historia de Ø, narra los esfuerzos de los habitantes de una isla minúscula, que se hundirá irremediablemente por el cambio climático, por salvar la memoria colectiva de este pequeño territorio. “Yo la verdad es que veo mucho optimismo en la idea de hacerte cargo de lo que va a ocurrir y reaccionar antes de que eso ocurra. Porque normalmente este tipo de cosas las hacemos después”, cuenta Flecha a The Objective.
“Pienso, por ejemplo, en los pueblos de León que anegaron con los pantanos, que es una cosa que me da una tristeza inmensa. Pero esto no solo ocurre con los lugares, sino también con las personas. Como cuando se muere alguien”, sigue contando. “Toda esa tarea de vaciar la casa, encontrar recuerdos, pensar en lo que no has preguntado a tu abuela, si lo hiciéramos en vida nos iría mucho mejor”, señala. “Tenemos una relación con la muerte bastante inexistente. No nos enfrentamos a ella hasta que no ocurre. Y en este caso los habitantes de Ø deciden enfrentarse a ella antes, contar la historia de algo que todavía sigue vivo”, añade.
Pero, ¿cómo empezó el idilio de Flecha con Noruega? “Con 17 años me dieron una beca para estudiar en Noruega. Y fui a Flekke, que es el pueblo que sale en Mancha”, su segundo relato. “Yo estudiaba en la escuela de idiomas inglés, francés, italiano y alemán. Y me apetecía probar otro idioma porque ya pensaba dedicarme a la traducción”, señala. “Estudié dos años de bachillerato allí y luego, tiempo después volví como profesora de español para extranjeros al mismo instituto”, señala sobre el punto de partida de su segunda historia, una autoficción en forma de diario que oscila entre los habituales malentendidos entre diferentes culturas, el aprendizaje de idiomas y este particular pueblo.
“Me interesaba mucho esta idea de un pueblo cosmopolita al que llega un extranjero porque es la realidad. En Flekke viven 200 personas, pero atrae público de distintos lugares porque está este instituto internacional y hay un centro de arte”, explica. “Sobre el choque cultural, me sigue pasando después de años viviendo en Noruega. Pero la verdad es que yo me integré allí muy bien”, cuenta. “El sentido del humor se me hace muy fácil. La gente es muy abierta, sobre todo en los pueblos y sobre todo en el norte, como en la isla de Senja, en la que se inspira Ø”, continúa diciendo. “Fui una vez en verano y estaba todo el mundo en la calle tomando cervezas, paseando, hablando bastante alto y yo me quedé loca. Se lo dije a una amiga y me contestó, claro, es que estamos en el Ártico, que es una frase que sale en Mancha porque me sorprendió muchísimo”, señala rompiendo varios estereotipos. “No son nada puntuales en Noruega. Ellos creen que sí, pero no. Las reuniones siempre empiezan tarde y duran una barbaridad. Y siempre hay tarta”, remata con una carcajada.
Jotas feministas para el siglo XXI
Ajuar son Ana, Corazón, un mortero y una pandereta, “un proyecto de recuperación y reinterpretación de la memoria popular” que toma las jotas tradicionales, principalmente leonesas y extremeñas, como sus integrantes, y las reescribe desde una perspectiva feminista, “subvirtiendo así la tradición sin olvidarla del todo”. Así reza la descripción de este dúo, pero Flecha quita grandilocuencia al asunto diciendo: “No empezamos Ajuar porque quisiéramos hacer un grupo. Un día nos reunimos para cantar canciones de nuestros pueblos, porque a las dos nos gusta el folklore, y nos dimos cuenta de que algunas de esas canciones eran horribles. Como no nos apetecía cantar eso, cambiamos la letra”. Así de simple.
“No queríamos revisar nada, queríamos cantar las canciones que nos gustaban de una manera que estuviéramos cómodas”, afirma. Y anticipándose a cualquier crítica, sentencia: “Esto, cambiar las letras, se ha hecho siempre para que las canciones se adapten a un pueblo o una circunstancia. El folklore está vivo, sino sería etnografía”.
Sus dos trabajos, Cancionero (2017) y Ajuar (2019), están disponibles en Bandcamp, y en ellos cantan jotas antipatriarcales, jotas que animan a hacer huelga, jotas sobre las abuelas luchadoras antifranquistas o jotas sobre lesbianas como La republicana bollera. “Tenemos tanto público joven como más mayor. Hemos hecho cosas específicas para mujeres mayores en grupos de mujeres. Y filandones en los que se cuentan historias y se comparten canciones”, cuenta Flecha.
Aunque todavía no ha tenido la oportunidad de interpretar su repertorio en los países nórdicos, la artista está convencida: “las jotas y Noruega conectan bien”. En lo musical, señala: “A mí me interesa mucho la percusión: me gusta mucho la pandereta, el pandero, pero también en el norte se toca el rabel, y allí tienen instrumentos de cuerda similares”. Y hablando de folclore, añade: “Los trajes regionales son muy parecidos a los trajes de España. Tengo ganas de que se case algún amigo, que allí se visten con el traje regional, y poder llevar el traje que me hizo mi abuela”.
Memoria, folklore y pasado
En opinión de Flecha, “hay una ola de recuperación de la memoria, del folklore y del pasado. Y seguramente tenga que ver con que estamos distanciados de nuestras raíces”. De hecho, estos temas son comunes a su narrativa y su música. Después de vivir en “sitios grandes y pequeños” de España, Noruega, Francia y Alemania, Flecha reside actualmente en Madrid. Y aunque en su caso no fue una decisión impuesta, surge la cuestión de la España vaciada.
“Yo siempre he querido irme de León para conocer otros sitios. Pero es un poco lo que dice mucho María Sánchez, tener la posibilidad de irte si quieres, pero también tener la posibilidad de quedarte si quieres. Y esa posibilidad no existe”, afirma Flecha. “Yo tengo muchos amigos de León que querrían vivir allí y no pueden. Es un sufrimiento porque te tiene que ir lejos de tu familia porque no hay trabajo y no hay posibilidad de que lo haya. Tienes que hacer tu vida en otro sitio y ya no la haces de la misma manera porque siempre la haces con la esperanza de algún día poder asentarte donde tú quieres estar”, añade.
De cara al futuro, Flecha adelanta su próximo lanzamiento. “Acabo de entregar un álbum ilustrado infantil, también de temática nórdica, que llevaba 15 años en un cajón y que saldrá en diciembre de la mano de Mr. Griffin y Eolas. Se titula La niña búho y el fantástico viaje en balde y lo he escrito e ilustrado yo”, confiesa. Hasta entonces, seguirá con sus muchos proyectos y, por supuesto, traduciendo, entre otros idiomas, del noruego. “Tiene una gramática sencilla, así que la dificultad para traducir mayormente en que es un país que respeta mucho sus dialectos, tiene dos lenguas escritas oficiales, que las dos son noruego, pero son distintas entre sí. Y como cada uno escribe y habla su dialecto a veces cuando estás traduciendo buscas una expresión y la única entrada es el propio texto que estás traduciendo”, concluye.