Bárbara Carvacho: «Abortar es una muestra de libertad sexual y emocional»
La periodista chilena escribe descarnadamente sobre su experiencia como abortista ilegal en su primer libro ‘Y tú, ¿tan feliz?’
La periodista Bárbara Carvacho (Santiago de Chile, 1991) luego de un aborto escribió un libro, porque dice, entrelíneas, que su escritura es un aporte a lo colectivo. No es de extrañar que su libro Y tú, ¿tan feliz? (Caballo de Troya, 2020) llegara a España como parte de la apuesta editorial del sello joven de Penguin Random House en donde los editores invitados, Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez, han dado un espacio a voces nuevas con ganas de gritar verdades.
Y tú, ¿tan feliz? es una autobiografía descarnada de su aborto clandestino en Chile, de las pastillas que tuvo que tomar, de los apoyo que consiguió o de los que tuvo que sacrificar. Carvacho usa la primera persona porque no hay otra opción, su cuerpo se convirtió en un territorio político y de denuncia donde se reclama la necesidad de leyes que aprueben el aborto en países de Latinoamérica donde no solo mueren mujeres y niñas en la práctica sino que existe una persecución por parte del Estado y la Iglesia.
Y tú, ¿tan feliz? no solo es la historia de una joven chilena que aborta en la ilegalidad, también es el reflejo de la pérdida de las conexiones en las relaciones íntimas y un grito que clama la emancipación de la mujer esa que decide sobre el mandato de su propio cuerpo.
Este último libro publicado por Caballo de Troya en 2020 recae en sintonía perfecta con la posible despenalización del aborto en Argentina. Conversamos con la periodista chilena para entender cómo afrontó la escritura del libro, su experiencia como abortista y las posibilidades que se abren si la ley es aprobada en el país austral.
Escribir sobre tu propio aborto, ¿abrirse en canal fue una forma de catarsis o lo ves como un acto de enseñanza ante el terreno baldío de la educación sexual en Latinoamérica?
Me parece que fue un poco de ambas. Partió como una urgencia colectiva, una forma de contribuir a que las niñas y mujeres no tuvieran que pasar por lo que pasé; jamás pensé que este aporte también sería personal. Dimensionar un aborto en un país como Chile es bastante fuerte y el libro me ayudó a darle perspectiva no sólo a mi historia, también a las realidades a las que nos someten. Espero que la entrega biográfica logre llenar un poquito ese vacío mortal que existe entorno a nuestra reproducción y derechos reproductivos, sus leyes, juicios y políticas públicas. Sin duda ha sido un viaje mucho más personal de lo que esperaba. Ahora, con terapia gracias al confinamiento, sigo dándole dimensiones a lo que viví. Me pregunto si la lectura habrá ayudado a otras a darle más texturas a esta vivencia tan personal y cruel.
Y tú, ¿tan feliz? da cifras de los costes de los medicamentos para abortar. ¿El aborto es un negocio farmacéutico?
El aborto, al menos en Chile, no alcanza ni para negocio formal. Es clandestinidad y mercado negro, son pastillas vencidas y hombres lucrándose con la desesperación de las mujeres. No me cabe duda que, al momento de discutir una posible libertad de elección en el sistema de salud, se transformará en un negocio clínico, como todo en este país. Hay un grueso de la organización feminista que encuentra en la clandestinidad y en las redes una trinchera, ya que, a pesar de ser imperante la discusión política del tema, es muy probable que caiga en las trampas del neoliberalismo local. Pareciera que nuestra vida siempre es trampolín para el negocio, una lástima.
¿Cómo se maneja la culpa durante un aborto? ¿Cómo no sentirla o pactar con lo que estás sintiendo?
Supongo que cada mujer vive un aborto de formas muy peculiares. En mi caso fue tan grande el convencimiento y el compromiso de poder elegir qué pasaba en mí, que la culpa se vio relegada a lo externo. Enfrentarse al paupérrimo servicio de salud local, mirar la prensa y saber que el rotulado de asesina cae en hombros de quienes queremos ejercer nuestro derecho a decidir o lo conservadora que es esta parte del mundo, con la religión y el bien que son tópicos a los que resulta difícil de escapar. Al final del día, estos tópicos parecieran ser trampas que buscan obstaculizar nuestras libertades, un trabajo mental histórico que nos lleva, inevitablemente, a sentir un grado de culpa. Creo que es importante rodearse de contención que refuerce constantemente la importancia de la elección. El cariño es capaz de aliviar la culpa, el apoyo también. Por eso es tan preocupante que este proceso se viva de manera tan oculta y solitaria, porque los fantasmas del Congreso y la Iglesia son difíciles de obviar en este país.
¿Cómo desmitificar creencias instauradas en el inconsciente? ¿Cómo se desmitifica la moral y el juicio ajeno?
Con apoyo. Con amigas que no me juzgaron, que me acompañaron a exámenes, en compras clandestinas, en el procedimiento, en el post aborto. Las amigas que me escucharon hablar una y otra vez del tema, hasta que estuvo tan procesado e inmerso en mí que no permitió margen de duda. Lo desmitifiqué viviéndolo, y eso solo en el plano personal; la familia, los jefes, la opinión externa es otro tema, pero creo que la convicción de la decisión es capaz de entregar una semblanza a la discusión, haciéndola más humana y menos celestial.
Gran parte del libro refleja cómo el amor romántico rompe las libertades de las mujeres. Sin embargo, ¿cuál es la alternativa? ¿cómo se manejan las responsabilidades de la libertad sexual y la libertad emocional?
Me encantaría tener esta respuesta, no conozco la alternativa. Es un viaje rugoso pero creo que el tener claro el valor de una como mujer, persona, amante, posible madre o posible abortista, nos para desde una vereda que hace más complejo el desvalorizarse, el perderse en el romance tóxico. Abortar es una muestra de libertad sexual y emocional, encontrar una pareja que comprenda lo personal y trascendental que es esta decisión puede evitar que perdamos el rumbo de lo que es amar. Ser responsable en el sexo y en el amor pareciera ser un aprendizaje de largo aliento, confío en las nuevas configuraciones sociales que nos dejarán con generaciones más aprensivas con el respeto y menos tradicionales en cuanto a las conductas románticas peligrosas.
Rompes relación con una amiga mientras abortas, le dedicas el libro a tu madre. ¿Qué más arrasa un aborto? ¿Cómo manejaste las relaciones con los demás y qué aprendiste del proceso?
Un aborto arrasa con casi todo. Las creencias escolares, los miedos religiosos, los grupos de amigos, el cuerpo. Después de 56 pastillas perdí tapaduras de los dientes, no dejé de hablar del tema por años, incluso escribí un libro. Decidir a este nivel te destruye para luego rearmarte, y no es que el aborto en si sea destructor pero sí es sumamente nocivo cuando intentas ponerlo en práctica en Chile. Aprendí mucho, más de lo que puedo dimensionar. Aprendí la entereza, el valor de mi existencia, también entendí el dolor y la desolación. Sigo aprendiendo. Aprendo del tema cuando me piden asistencia, aprendo de mí cuando recuerdo esas dos semanas.
El Congreso argentino ha aprobado la ley del aborto y solo falta el Senado. ¿Cómo ves esa posibilidad en Chile? ¿Crees que pueda haber una despenalización total después de la ley de 2017?
Es el sueño. Las hermanas argentinas son y serán una fuerza admirable. Son discusiones históricas en nuestros congresos, años de trabajo en la calle, en lo político y territorial. Sé que la decisión vecinal posicionará el tema en nuestra palestra y espero que, como sociedad, estemos a la altura. No me cabe duda que las organizaciones feministas seguiremos conmemorando y exigiendo cada 8 de marzo, cada 25 de septiembre, cada 25 de noviembre. Creo que debe haber una ley de despenalización total, la elección no es solo en ciertas causales, nuestras libertades no entran en tres. Las causales son infinitas y la despenalización, tarde o temprano, tiene que llegar. Espero estar viva para verlo.
Y en Chile, ¿cuándo crees que haya más discusiones al respecto?
Sobre la discusión en Chile creo que no hay algo tan próximo en el horizonte. Se sigue luchando por el cumplimento de la escueta ley promulgada en 2017. Nos enfrentamos a cuerpos médicos que son capaces de declararse objetores de conciencia y no realizar procedimientos; es un tema sobre todo si pensamos en la ruralidad donde no hay mucha opción para elegir centros médicos o profesionales de la salud. Incluso quienes no se declaran abiertamente objetores caen en el juego de alargar trámites y procesos para que el aborto no alcance a entrar en el período especificado permitido por la ley. En ese punto estamos, tratando de conseguir que estas escasas tres causales se cumplan. Hoy hay incumpliendo de la ley por parte de las figuras médicas, mucho lobby eclesiástico y de agrupaciones anti derechos de mujeres. Espero que la situación en Argentina logre profundizar el tono del debate en Chile. Ha sido muy lindo ver como las activistas, diputadas y senadoras argentinas desplazaron los argumentos de lo moralista a lo humano. La realidad es que se nos mueren mujeres, se nos mueren niñas, porque las políticas sanitarias las llevan a eso. Son las configuraciones sociales las que están matando a las mujeres, no el aborto, no las pastillas. Sí los malos procedimientos, sí el secretismo y su consecuencia de exponerse de manera precaria a una proceso clínico que debe estar asegurado en los centros y no en los baños del campo. Espero que nuestras hermanas nos manden un poquito de su fuerza para que podamos seguir dejándolo todo en la calle, hasta que los encargados de tomar las decisiones comprendan que nuestros derechos básicos no pueden estar en una votación a mano alzada como si se tratara de una reformulación de ley en los contratos laborales de los futbolistas, por ejemplo. Son vidas. Espero que la ola cruce la cordillera y logre elevar el debate para que podamos introducirnos a la conversación fundamental: las causales son infinitas, el aborto tiene que ser libre, y la educación sexual debe estar asegurada sin filtros valóricos.
¿Volverás a la escritura?
Como periodista suelo vivir la escritura como una necesidad de registro de lo que veo, siento, escucho y vivo. De ese mismo rincón viene mi libro. No sé si me aventuraria a escribir ficción, por ejemplo. Nunca voy a cerrar la puerta al formato libro porque fue tan hermoso como agotador, pero quiero dejarlo como un espacio especial, una forma de plasmar para la eternidad tópicos que considero urgentes para nuestra historia, para la vida en el presente y para las personas que les tocará habitar el mundo en el futuro. Cuando sienta que puedo ser aporte al colectivo, sobre todo al feminista, sin duda contemplaré la idea.