Negra, mujer y trans, los obstáculos convertidos en oportunidades por Leyna Bloom
«Hay quien me ha tratado de guerrera de la libertad, de soldado del amor. Tú lo llamas activismo. Yo, liderazgo»
Leyna Bloom va enladrillando su carrera con hitos pioneros. En 2017 se convirtió en la primera mujer negra transexual en aparecer en la portada de Vogue India. Dos años después, su debut como actriz, Port Authority, fue la primera película protagonizada por una intérprete trans de color a concurso en un festival de cine de clase A. En concreto, en el todopoderoso Cannes. Paso a paso ha seguido haciendo historia al desfilar en la Paris Fashion Week para Tommy Hilfiger y prestar su imagen a la colección de Moschino para H&M.
A pesar de haber personalizado importantes logros de visibilidad e inclusión para su propio colectivo, a Leyna se le cerró en 2018 una sonora puerta. La actriz, bailarina y maniquí inició una campaña en Twitter para pedir a Victoria’s Secret convertirse en la primera modelo transgénero en uno de sus desfiles. La multinacional no le dejo lucir sus alas.
«Entre las experiencias más ilusionantes que vive una joven transexual cuando inicia su transición está la de comprar la ropa que quiere vestir. Somos un colectivo que no suele disponer de una economía holgada, así que buscamos prendas a precios asequibles. Victoria’s Secret es la primera tienda a la que fui, porque dispone de colecciones a nuestro alcance. Ahora estoy en otra posición, ejerzo de modelo, mi trabajo es respetado internacionalmente y quería colaborar con una marca que me ha acompañado y que considero un faro de feminidad. Así que lo verbalicé», detalla la actriz, bailarina y maniquí.
Trying to be the 1st Trans model of color walk a #VictoriaSecret Fashion show. #transisbeautiful #LeynaBloom 💕 pic.twitter.com/xkLW5W9YqO
— Leyna Bloom (@leynabloom) April 9, 2018
Mancha de mora con otra verde se quita
Su petición se hizo viral, pero la marca de lencería no cedió y diseñadores de moda y periodistas se sumaron a una crítica extendida a la enseña de los ángeles por su falta de diversidad y por su perpetuación de los cánones de belleza estándar.
En septiembre de este año pasado fue seleccionada por Dior junto a otras referentes femeninas internacionales como Charlize Theron, Cara Delevingne y Yalitza Aparicio para su campaña Chin Up, que anima a moverse por la vida con la cabeza bien alta.
No siempre fue así. Como ella misma reconoce, hubo un tiempo en su vida en que no quería salir de casa porque temía que alguien la lastimara. «Pero caí en que era una pérdida de tiempo y había sitios donde me iban a aceptar como soy, de modo que me marché a Nueva York». Con 15 años se instaló en el Bronx y se integró en la escena ballroom, donde pudo expresarse a través del baile.
«Mi abuela era profesora de baile y mi tía fue bailarina con Sammy Davis Jr. Así que el arte y el lenguaje corporal fluyen en mi familia», detallaba en Cannes, durante la promoción de su primer papel en el cine.
Bailar en casa
Port Authority, disponible desde este martes en Movistar+, es la ópera prima de Danielle Lessovitz y ha sido producida por Martin Scorsese. Relata una historia de amor en la escena ballroom de Nueva York. Esta subcultura agrupa a la comunidad LGTBI+ latina y negra en eventos de baile y moda que inspiraron a Madonna su single Vogue y las coreografías de su gira Blonde Ambition Tour. La diva del pop fagocitó, en un descarado caso de apropiación cultural, una forma estilizada de baile house que emergió en los ochenta en el Harlem neoyorquino, y en la que sus intérpretes integran poses de modelos en pasarelas y sesiones fotográficas con las siluetas de los jeroglíficos egipcios.
Como el personaje que interpreta en la película, Bloom pertenece a este espacio artístico de expresión, donde alcanzó renombre en la categoría de rostro. Su apodo en la escena ballroom es el de la princesa polinesia.
¿A qué llamas familia?
Familia es una nueva palabra, se ha reinventado en la sociedad moderna actual, porque las ideas del clan tradicional se han diluido. En la comunidad a la que pertenezco, la LGTBI, nos hemos unido para expresar nuestros sentimientos, compartir nuestros sueños y comprender por qué la sociedad nos considera una amenaza. Así que la idea de familia pasa por arropar y agrupar a la gente, ya que necesitamos nuevas representaciones, nuevos sistemas de educación, nuevas ideas que se correspondan con el mundo actual.
Resulta muy inusual conocer a alguien tan joven con tanta seguridad en sí misma. ¿Cómo la has construido?
Crecí muy rápido. Mi madre fue deportada a Filipinas cuando yo sólo era un bebé, así que en mi vida no hubo una figura materna. Y aunque tengo un padre maravilloso, es militar, así que estaba muy ocupado salvando el mundo, en misiones de guerra o maniobras. A una edad temprana descubrí que llamaba la atención y recibía cumplidos por mi energía y por mi ritmo, y pensé que en lugar de dedicarme a un trabajo convencional, quizás podía crear mis propias oportunidades.
¿Desde qué edad has querido cambiar el mundo?
De bien pequeña. Nací en una sociedad en la que no encajaba, así que quise crear una en la que sí lo hiciera. Todos pasamos por transiciones: de niño a adolescente, de soltero a casado, tener hijos… Todas son diferentes formas de transiciones. Pero la mía no se ha visto. El problema es que a mi cuerpo y mi conversación, a todo lo que tiene que ver mi comunidad no se le ha dado la oportunidad de verse en televisión. Hay personas que se ofuscan en que el mundo les odia, pero yo pienso que nací única, que soy especial y con estos súper poderes puedo ayudar al cambio. Cada uno de nosotros tiene ese poder, pero se nos ha enseñado a ser como el común de los mortales y a conformarnos con el encasillamiento que nos depara la sociedad.
¿Qué responsabilidad te provocó interpretar a la protagonista de esta historia que te es tan cercana?
He querido incorporar la experiencia de todas esas mujeres trans que no han tenido la oportunidad que yo sí. Sin embargo, me parece más valioso el papel que interpreta Fionn Whitehead, porque a muchos hombres nadie les ha enseñado que todos merecemos ser queridos. Se les ha criado diciendo que los chicos son chicos, y las chicas, chicas, que ellos tienen que traer el dinero a casa y ellas quedarse a cuidar a los niños. Eso destruye. Tenemos que mostrar que los hombres tienen sensibilidad, que pueden expresar sus sentimientos y ser escuchados. Y dejar a los niños jugar con muñecas.
Reinas del presente
Sus palabras recuerdan a un fragmento del ensayo que da título al último libro de Rebecca Solnit publicado en nuestro país, La madre de todas las preguntas (Capitán Swing, 2021). «El problema puede ser literario: se nos ofrece una única historia sobre qué hace que una vida sea buena, a pesar de que muchos de lo que siguen esa línea narrativa tienen malas vidas. Hablamos como si solo hubiera un buen argumento con un resultado feliz, mientras que la miríada de formas que una vida puede tomar florece –y se marchita– a nuestro alrededor».
Leyna vive e incita a vivir fuera de las recetas y fórmulas heteronormativas. No obstante, reniega de la definición de activista. «No veo mi representación en el mundo, así que es importante que me involucre en iniciativas para visibilizar mi trabajo y a las que son como yo. Quiero ser una representante de algo que no existía cuando estaba creciendo. Hay quien me ha tratado de guerrera de la libertad, de soldado del amor. Tú lo llamas activismo. Yo, liderazgo».
¿Cuál es tu postura frente a la controversia de que actores hetero interpreten a personajes LGTBI?
¿A cuántas mujeres trans has visto en una película, sobre una pasarela o en un video musical? ¿Conoces a alguna chef famosa o a una profesora trans en tu barrio? La idea de que se nos brinden papeles o aparezcamos en revistas es una forma bella de presentarnos al mundo y de que formemos parte de él. En los noventa se estrenó Las aventuras de Priscilla, reina del desierto (Stephan Elliott, 1994), interpretada por hombres hetero que daban vida a drags, y fue maravilloso. Es una de mis películas favoritas, pero lo que ahora tenemos son conversaciones sobre sexualidad, género y transexualidad. Hay que tomar esas historias y narrativas y trasladarlas a la pantalla, pero ¿por qué hemos de darle los papeles a gente que ya hemos visto? Cuando yo dejo mi rol, sigo siendo una mujer trans que defiende a su comunidad, la actriz o el actor cis, en cambio, lo defiende una manera profesional, pero no se identifica con su personaje. Como espectador lo que siento es que no capturan el momento, porque no lo celebran.
¿Qué has descubierto como espectadora sobre la representación de la masculinidad?
A los hombres se les cría diciéndoles que no se relacionen con su compañero de clase gay, porque se meterán con él, o que no tenga amistad con una chica trans, porque le arruinará la vida o su identidad. La gente acepta que una vida feliz pasa por ir a la universidad, casarse y tener hijos. Pero hay personas que prefieren la soltería, viajar por el mundo. A mí, personalmente, me encanta estar en pareja y no hago distinciones entre hombres y mujeres, no reparo en el género. Salgo con unos y con otras. Mi padre siempre me ha dicho que mire a las personas por su alma. Yo ya he asumido quien soy, así que si conozco a un hombre que está desubicado con su sexualidad y su identidad, ese no es mi problema. Si no me acepta como soy, es mejor que salga de mi vida. También lo aplico a familia y amigos. Muchas veces tienes que distanciarte y elegirte a ti misma. No puedes dejar que dicten tu futuro.