‘No las llames chicas, llámalas futbolistas’, o cómo pasar del maltrato al fútbol practicado por mujeres a la dignificación del oficio (y el inicio de la profesionalización)
Danae Boronat firma ‘No las llames chicas, llámalas futbolistas’, el primer libro que profundiza en la evolución y situación actual del fútbol femenino
El fútbol femenino vive una época de expansión en España. Hace muy poco, sin ir más lejos, nacía la Liga Ellas, la primera en la que el fútbol femenino será profesional. Además, los éxitos cosechados en los últimos años por dos grandes clubes como son el F.C. Barcelona y el Atlético de Madrid, unidos a la buena racha que atraviesa la Selección, hacían pensar en la llegada de un periodo de avances trascendentales. Pero esta ansiada etapa de plenitud no se vislumbra todavía. De hecho, resulta evidente que el fútbol español aún vive una realidad muy distinta cuando lo practica un hombre y cuando lo hace una mujer.
De todo ello habla No las llames chicas, llámalas futbolistas (Libros Cúpula), el primer libro sobre el deporte rey que profundiza en la evolución y situación actual del fútbol femenino. Su autora, la periodista y presentadora de televisión Danae Boronat, comenta en él que las futbolistas españolas pueden convertirse en referentes a nivel mundial. «La generación de jugadoras que encabezan Jennifer Hermoso, Alexia Putellas o Irene Paredes ya son las referentes de muchas niñas que no quieren solo jugar al fútbol, sino que desean vivir de él. Asistimos a unos avances relevantes en cuanto a los derechos de las futbolistas gracias al primer convenio colectivo —después de una huelga sin precedentes— y al compromiso del Gobierno de profesionalizar la liga de 1.ª División. Presenciamos el empoderamiento de unas mujeres que, como colectivo, estaban oprimidas, y a la visibilización de sus hazañas por parte de los medios de comunicación».
Incluso un gran club como es el Real Madrid se ha decidido, al fin, a crear su equipo femenino de fútbol. Sin embargo, y a diferencia de otros países, el debate de la igualdad salarial no está, ni mucho menos, superado aún en España. «Las futbolistas no han sido un problema mientras se conformaron con jugar por diversión. La gran mayoría no ha podido vivir del fútbol, y las que han tenido la suerte de hacerlo es porque se procuraron una carrera más allá de nuestras fronteras», apunta en el libro la periodista tarraconense, que en 2019 se convirtió en la primera mujer en narrar un partido de fútbol de Primera división masculina en una televisión nacional.
Boronat ha podido contar con el testimonio de futbolistas como Sonia Bermúdez, quien a pesar de ser una de las mejores delanteras de la historia en España tuvo que trabajar para completar un sueldo digno. «Para ellas, ganar dinero jugando al fútbol ha sido casi misión imposible. Al principio no recibían más que una prima si ganaban algún título y esta solía ser en especias: cheques regalo de grandes almacenes o viajes. Después pasaron a recibir unas ayudas mensuales para compensar el gasto que les suponían los desplazamientos, la compra de las botas o si tenían que acudir a un fisioterapeuta, cantidades que dejaban de percibir en verano, cuando se paraba la competición. A raíz de algunas denuncias, pasaron al contrato laboral de media jornada, aunque algunas siguieron con contratos de doce horas o como empleadas del club, no como futbolistas», señala Boronat en su libro.
Por un lado, casi todas las jugadoras de primer nivel empezaban muy tarde a cotizar en la Seguridad Social —o, directamente, no lo hacían—. Además, los clubes dependían de la iniciativa privada —así que solo podían invertir en sus integrantes cuando un patrocinador apostaba económicamente por el equipo—, y solo aquellas jugadoras que llegaban a destacar conseguían unos ingresos que les permitieran dedicarse al fútbol de forma exclusiva —pero eran la excepción, claro—.
«Las futbolistas no han sido un problema mientras se conformaron con jugar por diversión. La gran mayoría no ha podido vivir del fútbol, y las que han tenido la suerte de hacerlo es porque se procuraron una carrera más allá de nuestras fronteras»
No las llames chicas, llámalas futbolistas es un ameno ensayo y exhaustivo pensado para visibilizar una realidad oculta durante años, generar debate y despertar conciencias. Durante su investigación, Boronat pudo charlar con decenas de las futbolistas que integraron la selección española dirigida durante casi tres décadas por Ignacio Quereda. Todo parece indicar que el entrenador más longevo del fútbol español mostraba a menudo actitudes homófobas, machistas y misóginas, y que durante años les dio un trato bastante vejatorio y condescendiente. «Quiero erradicar el lesbianismo y los malos hábitos», cuenta Vicky Losada que le advirtió un día Quereda en una charla. «Hacía muchos chistecillos del tipo ‘Esta lo que necesita es que le metan una guindilla por el culo’», relata por su parte Mar Prieto.
Aun así, muchas temían plantarle cara a Quereda, que fue elegido a dedo y estaba bastante protegido. Las pocas que en su día se atrevieron a rebelarse, o alzaron la voz contra todo aquello, fueron totalmente ignoradas por el responsable de turno y, además, ya no volvieron a la Selección. Todas las entrevistadas coinciden en señalar que estaban mal entrenadas por Quereda, lo que les llevó a pedir su dimisión por lo deportivo allá por 2015. Fue entonces cuando el susodicho renunció a su cargo y Jorge Vilda —actual seleccionador nacional— tomó el relevo.
Las jugadoras de fútbol en España han transitado por un camino lleno de obstáculos. «El camino ha sido el del rechazo por parte de entrenadores que no las reforzaban anímicamente ni potenciaban sus aptitudes, de un entorno social que las menospreciaba y las miraba mal, de directivos que las ninguneaban y de aficionados que intentaban ridiculizarlas en cada partido. Ha sido un camino fuertemente marcado por la baja autoestima de sus protagonistas, por la falta de ambición fruto de la inexistencia de expectativas», apostilla Boronat. Una senda, añade la autora, presidida por el miedo: «Miedo a reclamar un trato más justo, miedo al qué dirán, miedo a represalias por rebelarse, miedo a un futuro poco alentador, miedo, al fin y al cabo, a ser mujeres intentando hacerse un hueco en un mundo de hombres».
Pero ahora ya toca decir basta al miedo. Ningún medio debería volver a marginar e ignorar a las deportistas españolas. Ningún padre o madre debería volver a decirle a su retoño que el fútbol no es para las chicas, o que no van a lograr ganarse la vida con ello. Ningún entrenador debería limitar a sus jugadoras. Al contrario, deberían animarlas y darle herramientas para mejorar sus aptitudes. Y, por último, ninguna futbolista debería consentir un retroceso en la dura lucha contra la desigualdad en el fútbol. Ahora más que nunca, les toca dar una fuerte patada al machismo, exigir respeto y apoyo y mentalizarse de que, más pronto que tarde, habrá recompensa a su valentía.