Fenomenología de una inesperada estrella pop internacional: La Rosalía
‘La Rosalía: Ensayos sobre el buen querer’ (Errata Naturae, 2021) analiza las múltiples conexiones artísticas y culturales del disco que ya está considerado una obra maestra en la carrera de la cantante de Sant Esteve Sesrovires y que la ha lanzado al estrellato global: ‘El Mal Querer’
La (breve) carrera de Rosalía es uno de los fenómenos musicales globales de origen hispano más fulgurantes de los últimos años. Un cisne negro, como apunta Javier Blánquez, uno de los 13 ensayistas que contribuyen a este libro exegético coordinado por Jorge Carrión; esto es, un fenómeno que nadie se espera e irrumpe de manera repentina, pero al que, de manera retrospectiva, se le puede dotar de razones y argumentos. Pero cuidado, porque también es este fenómeno una vaca púrpura: algo extravagante pero conocido. Porque en Rosalía es muy importante esa mixtura equilibrada entre la sorpresa y lo reconocible, la vulgarización y el virtuosismo, lo mainstream y la vanguardia, el autotune y las palmas, el marketing y la mística.
Nos lo explica Jorge Carrión de forma muy elocuente, al ser preguntado sobre cómo descubrió a la cantante catalana: «Lo que me llamó la atención fue, en el videoclip [de Malamente], reconocer escenarios de mi infancia: yo crecí en Mataró, frente a polígonos industriales, en el límite del barrio de Rocafonda con el campo, invernaderos, naves. Me pregunté: ‘¿Por qué yo nunca vi que ahí había una estética interesante y ella sí?’». Y esa es la clave que se desgrana en este libro: estaba todo ahí, pero solo ella lo vio.
Como pone de evidencia este libro, Rosalía ha sido capaz de entender (y reflejar estética y éticamente) el espíritu de su tiempo. Y por esa razón se ha convertido en un fenómeno. «Rosalía es una puerta de entrada privilegiada a la esencia de nuestra época, porque sintetiza lo clásico y lo viral, es decir, se mueve con comodidad tanto en la música flamenca, la literatura o el arte, como por la moda, las redes sociales, los sampleos, lo digital», nos dice Carrión.
La suerte es la prima hermana del trabajo (y del talento)
Como explica muy bien Bruno Galindo en su ensayo Historia industrial de un éxito global: «No hay historia de éxito que no pase por estar en el lugar y en el momento adecuados». El empuje y la colaboración de C. Tangana, el acompañamiento de Refree (Raül Fernández), su agencia de representación (Plan B), la jefa de producto de Universal (Paloma Menacho), la mánager que habría de impulsar su carrera a nivel internacional (Rebeca León), la productora de sus vídeos (Canada) y su productor musical desde 2018 (El Guincho), además de otras felices casualidades, son claves para su despegue.
Todo venía cociéndose, sin embargo, desde mucho atrás. Lo cuenta el cronista Cristian Segura en su ensayo Rosalía, el mapa de los orígenes, donde nos dice que «su éxito no se debe a un genio innato», sino que más bien es fruto del trabajo, «de su obsesión por aprender, por probarlo todo sin miedo y su constancia». A los cuatro años a Rosalía la apuntaron sus padres a la escuela de baile Ses Dansa, en su pueblo. Hasta los 15 años estudió jazz moderno. Descubrió el flamenco gracias a Camarón de la Isla (que salía de los altavoces de los coches tuneados de sus amigos de los polígonos industriales), a los 13 años. De 2010 a 2014 estudió en el Taller de Músics, en Barcelona. Y de ahí se fue a estudiar flamenco con José Miguel Vizcaya (Chiqui de la Línea) a la ESMUC (Escuela Superior de Música de Catalunya). También estudió en la escuela de baile de La Tani, con Yolanda Cortés.
La audiovisualización del flamenco
Pedro G. Romero fue quien le regaló a Rosalía la novela medieval Flamenca, que sirvió de inspiración y estructura para El Mal Querer. En No tocarla, la Rosalía es así, el artista y flamencólogo nos explica cómo en la esencia de lo gitano está el apropiacionismo (que tanto se le ha criticado a Rosalía), que es «uno de los motores dinamizadores del flamenco”. Y cómo el imaginario flamenco es «teatral, escénico, visual». Sentencia: «Rosalía en un año ha hecho más por el género flamenco que el propio Instituto Andaluz del Flamenco en varias décadas».
Por su parte, vincula Reinaldo Laddaga en Mostrar las uñas el desgarramiento, el rasgueo y la centralidad de las uñas en el flamenco con Teoría y juego del duende, el conocido texto de García Lorca. Y la ensayista y traductora Marilena de Chiara, en Capas de piel. Rosalía y el lenguaje de la moda llama la atención sobre Pili Vila, hermana mayor de Rosalía y responsable de sus estilismos y quien «compone el código de tinta que la artista rubrica en su piel».
Martha Asunción Alonso lee la obra de Rosalía en términos poéticos, y la vincula a Miguel Hernández y a Lorca, pero también a la mística de San Juan y (visualmente) a las gitanas de Julio Romero de Torres y las Majas goyescas. Y siguiendo con lo visual, yéndose hacia el universo quinqui, la crítica cultural y comisaria de exposiciones Mery Cuesta repasa la vinculación del imaginario de Rosalía al legado estético del cine quinqui, pero ahora ya despolitizado y desideologizado de los referentes. De manera más o menos voluntaria, nos dice Cuesta, el fenómeno de Rosalía engloba a la cultura poligonera y la vida aspiracional del quinqui, asimilando de manera desacomplejada «todo aquello que tiene que ver con el pintoresquismo español».
La naturalidad del artificio: el Realismo Complejo
Rosalía es, con todo, una diva cercana. Su artificio proviene de la copia de lo que admira (la iconografía flamenca, el chándal, las zapatillas con plataformas, los enormes pendientes, las uñas, etc). Gracias a ello realiza una traducción cultural. Como señala en su ensayo Agustín Fernández Mallo «todo eso que multiplica los elementos en juego en una creación, todo eso que no es la mera suma de sus componentes es el agente provocador de metáforas nuevas e imágenes que no existían antes, y que por lo tanto crean realidad».
Y ahí radica el valor de la obra de Rosalía y que mencionábamos al comienzo: pone en contacto mundos antitéticos y, en base a la repetición, los resignifica. Dicho de otra manera, crea una narrativa que bebe de materiales culturales anteriores, combinados, y los hace emerger no en forma lineal sino en tanto que compleja red contemporánea. Jorge Carrión lo expresa en otros términos: «La viralidad depende de los algoritmos y del azar, de la sincronía colectiva, que es misteriosa. De modo que Rosalía es un misterio. Como Lorca o como Camarón».
La ira (feminista) y el deseo (femenino)
La escritora y crítica de arte Marisol Salanova nos habla en su ensayo de la performance, pero también del empoderamiento, de cómo Rosalía «mantiene la autoridad sobre la experiencia real que se despliega en el acontecimiento» que es un concierto. La performance rompe las formalidades con el espacio, rebasa las semióticas del cuerpo y la pone en el centro de la acción. Así Rosalía y su grupo de bailarinas: Las 8 Rosas. Nos dice Salanova: «Rosalía no lanza un alegato feminista explícito y, sin embargo, apela a la confianza en una misma y al rechazo de la opresión machista». El Mal Querer es, en fin de cuentas, una rebelión contra el amor romántico.
La poeta y periodista Isabel Navarro resalta cómo Rosalía ha construido su obra ignorando los límites de orden patriarcal, pero también «los de la industria de la música, la clase social y la identidad geográfica». Porque sí: El Mal Querer es feminista. En él se hace evidente «la magnitud del poder femenino y su capacidad de acción». Y su fundamento es la ira, como posibilidad legítima, pero también como nuevo poder, al menos simbólico. La pregunta, sin embargo, es si, abrazado por el mainstream, el feminismo es capaz de conservar su fuerza subversiva. Y la respuesta es que sí, que gracias a la esencialidad trascendente del flamenco y su visceralidad es posible. Concluye Navarro: «El feminismo de Rosalía no sabe de teorías, pero vence».
Bonus track: Diez artistas de la (con)fusión
Para cerrar el libro, e igual que si se tratase de un disco con su canción extra, nos propone la periodista Berta Jiménez un glosario con 10 artistas contemporáneas que destacan por experimentar (Renata Flores, Queralt Lahoz, Linn da Quebrada, Jojo Abot, Sevdaliza, Maria Arnal, Arca, Nathy Peluso, Sampa the Great, María José Llergo). Artistas en las que destaca su diálogo entre lo antiguo y lo moderno. La idea es teclear sus nombres en Google y escucharlas, para hacer «un viaje en el tiempo abrazando todo lo que tienen que compartir».