Carlos Manuel Álvarez: «Exiliarse es una ventaja para la experiencia individual»
El escritor y periodista cubano publica su segunda novela, ‘Falsa guerra’, un retrato coral que retrata la diáspora cubana.
Nómada quizás sea una de las palabra que definen parte de la vida de un migrante. En Falsa Guerra (Sexto Piso, 2021), la nueva novela del joven y reconocido escritor cubano Carlos Manuel Álvarez, la escritura comenzó en ese no lugar del nómada, en ese no estar en ninguna parte.
Álvarez comenzó a escribir en movimiento, mientras transitaba por diferentes ciudades. De Madrid a Ciudad de México. De Nueva York a Miami y de allí a La Habana. No es de extrañar que esos movimientos se reflejen en la estructura y en los personajes de la novela.
Falsa guerra posee una narración fragmentaria, estructurada a través de una orquesta de voces: un retrato de la diáspora cubana y sus múltiples migraciones y exilios a lo largo de los últimos años.
Desde un balsero o un barbero en Miami hasta un caza recompensas que viaja de Nueva York o un disidente en Berlín, los personajes de Falsa guerra son seres que te cuentan sus anécdotas pero la estructura fragmentada reduce la narración a una sensación grupal de melancolía, tristeza y algo de nostalgia sobre sus nuevas vidas.
El escritor sigue moviéndose aunque esta entrevista suceda por correo desde Miami. Carlos Manuel Álvarez representa ese vaivén emocional y territorial del que se va, esa inestabilidad sobre el futuro que se sale del texto y mece a los lectores de la novela.
¿Podemos decir que Falsa guerra es una novela divulgativa sobre lo que es el nuevo el exilio cubano versus los primeros exiliados que salieron de la isla?
Creo que es una novela que habla del exilio más como un desplazamiento en un tiempo impreciso que como la pérdida o el canje de un territorio por otro. Se establece una geografía en la que permaneces en la fuga y te escapas en el asentamiento, poco más que eso. Por otra parte, «divulgativa» no es un adjetivo que uno quiera asociar con su literatura.
¿Por qué a los escritores no les gusta la palabra «divulgativa»? Al final, ¿la literatura no es una experiencia donde las ideas del autor se divulgan, se exponen de una manera estética? ¿No existe un endiosamiento de la figura del escritor?
Quizá porque «divulgativa» tiene un matiz instrumental, algo que persigue un fin externo, y la literatura solo es instrumento de sí misma. Seguramente sí existe un endiosamiento de la figura del escritor, uno bastante ridículo, por demás, que no le importa a nadie más que a los escritores mismos. Es algo que puede desmontarse fácilmente, o bien con una lectura mínima de Rimbaud, o bien si no olvidamos esta línea de Canetti: «Hoy en día nadie puede llamarse escritor si no pone seriamente en duda su derecho a serlo».
¿La estructura fragmentaria de Falsa Guerra se debe a una necesidad estética?
Sí, la forma como otro pliegue del argumento. Creo que cada historia tiene una manera más óptima de ser contada. Sin embargo, eso nos llevaría a creer que yo encontré la forma más óptima para este caso, y sinceramente no podría afirmar algo así. Lo que sí puedo decir es que encontré la forma más óptima de la que era capaz.
¿Cuál es la diferencia entre un exiliado, un migrante y un refugiado?
Tal vez los grados de conciencia política o el tipo de experiencia trágica que los ha llevado a moverse de un lugar a otro.
¿Y entre un disidente y un ciudadano que no disiente ni es adepto?
El disidente habla, usa la lengua, a veces el cuerpo. El que no disiente vive en el pasillo angosto del susurro y el murmullo. Y esa es, a la larga, una vida insoportable.
¿Crees que el exilio se ve como exotismo para los europeos?
El exilio está en el corazón de cada pueblo y cada cultura. No creo que sea un lugar exótico para nadie.
¿Crees que ser un exiliado es una ventaja para encontrar un hueco en el mundo editorial? ¿El exotismo como valor agregado dentro del sector cultural?
Exiliarse es una ventaja para la experiencia individual, y eso es suficiente. El mundo editorial, lo que sea que entendemos por tal, puede tener huecos o espacios creados para ti, seas un exiliado o no. Un escritor verdadero, independientemente de donde venga, se agencia siempre un espacio y se ubica en un lugar que en principio no le correspondía.
¿Cómo se explica a un no exiliado qué fractura el exilio? ¿Se llega a empatizar o a entenderlo?
Hay una frase de Céline que me gusta mucho: «la experiencia es una tenue lámpara que solo ilumina al que la sostiene».
¿Es la nostalgia el único terreno firme de los exiliados o migrantes en tu novela?
¿Son nostálgicos los personajes de mi novela? No lo sé, tengo que pensarlo. Eso sí, la nostalgia no es un terreno firme en ningún caso. Tiene una consistencia vaporosa, ¿no?
Sí, la nostalgia puede ser vaporosa porque hace referencia al pasado, sin embargo, mucha experiencia migratoria se sostiene por miles de migrantes que viven en nostalgias eternas, de hecho, existe un mercado creado por la nostalgia, la calle 8 de Miami, ¿no es un reflejo de eso? o, simplemente, ¿es una forma de no perder identidad?
Pero eso no significa que la nostalgia sea el único terreno espiritual, firme o no, de la experiencia migratoria. De hecho, intento ubicar a los personajes de la novela también en un exilio del exilio, y en un reconocimiento de la identidad a partir de la rabia, no de la nostalgia.
¿Crees que la nostalgia te ayuda a andar en el presente o te inmoviliza?
A mí me ayuda, pero creo que como categoría política produce una ideología reaccionaria.
Estás apoyando la huelga de hambre del artista Luis Manuel Otero, ¿crees que existen estrategias de manifestación nuevas para explicar lo que está pasando y ha pasado en Cuba?
Se mezclan formas viejas y nuevas, hay que inventar otra vez todo lo que ya sabemos.
¿Ves algún cambio posible en Cuba?
Sí, lo veo, porque el ojo no recepciona pasivamente una realidad ya hecha, sino que el ojo construye lo real.