Bienvenidos al infierno de la comunidad LGTBIQ+
Movistar+ estrena el documental de David France que denuncia la homofobia genocida en Chechenia
David France te da la bienvenida al infierno en la Tierra de la comunidad LGBTIQ+, Chechenia. Ayudándose de cámaras ocultas y sirviéndose de la tecnología del aprendizaje profundo, el documentalista estadounidense ha filmado la fuga de personas amenazadas de muerte en la república caucásica.
La devastadora película Bienvenidos a Chechenia da voz a la red de activistas rusos que está haciendo frente al represivo movimiento homófobo. Los integrantes de The Russian LGBT Network viven volcados en rescatar a supervivientes de la purga que desde 2016 se está llevando a cabo en el país. Aquel año, el presidente checheno Ramzan Kadýrov animó a su pueblo a realizar una limpieza de sangre a partir de la detención, tortura y ejecución de los compatriotas pertenecientes al colectivo LGBTIQ+. Desde entonces, el odio hacia las personas que aman a otras de su mismo género ha fraguado en redadas, delaciones y detenciones en prisiones secretas bajo el beneplácito del Kremlin.
«Tanto Putin como Kadyrov odian a los gais. Está muy claro que esta violencia extrema en Chechenia es el resultado de la militarización de la homofobia por parte del presidente ruso en los últimos 15 años y de la conversión de este malestar en una repugnancia general hacia la comunidad LGBTIQ+. Esta dinámica ha conseguido aumentar su poder político. Es una campaña de odio intencionado que alcanza a otros países de la Federación Rusa. Los activistas están ayudando a gente de Daguestán y de toda Rusia. El peligro es real y creciente», alerta el director, que fue reconocido por la película con el Premio Especial del Jurado en Sundance y el del público en el Festival de Berlín.
Rodaje de guerrilla
«No sólo es odio, es una campaña estatal para limpiar la línea sanguínea chechena de gente homosexual bajo la creencia bizarra de que si eliminas a todos los gais en una línea étnica, nunca habrá más. Kadýrov lo dice en voz alta. No hay dudas de lo que está haciendo. Y cuando Moscú lo llama al orden para preguntarle por los informes que están saliendo a la luz, él lo niega y Putin dice públicamente que lo cree», lamenta el realizador.
Bienvenidos a Chechenia es una película de guerrilla. El director y el productor local que le asistía sobre el terreno no podían cargar con equipamiento profesional ni revelar que estaban grabando, pues corrían el riesgo de ser seguidos hasta los pisos donde se salvaguarda a los fugados.
Para sacar adelante el proyecto usaron móviles y cámaras GoPro. También dejaron cámaras en los refugios para que los inquilinos pudieran rodar sus propias historias.
La película recoge los relatos de miedo, angustia y alivio contenido de los huidos, pero no se arriesga a mostrar sus rostros. Para asegurar el anonimato, France altera digitalmente las caras empleando técnicas de inteligencia artificial.
«No quería mostrar imágenes borrosas ni usar bandas negras en los ojos, porque temía restar humanidad a los protagonistas. Probamos con SnapChat, pero no nos convencía. Y cuando decidí utilizar deepfake, enrolé a un psicólogo neuronal para que me ayudara a lograr la empatía de los espectadores», detallaba el director en la pasada Berlinale.
El asesor con el que contactó está especializado en valle inquietante, una hipótesis en el campo de la robótica y de la animación que expone que cuando las réplicas antropomórficas miran y actúan de manera muy similar a la de un ser humano real, causan rechazo entre las personas que los observan.
Para lograr una conexión con aquellos rostros artificiales, el experto estableció un ranking a fin de identificar el índice de empatía del espectador. El proceso les llevó 11 meses y fue aplicado a 22 de los protagonistas.
«Lo rematamos justo antes de Sundance. La noche del estreno nos sentimos aliviados por la reacción de la audiencia, ya que seguían el viaje emocional», rememoraba France.
Vídeos en bandeja de plata
Las secuencias de las escapadas y la vida cotidiana en los refugios donde los activistas ponen a salvo a los refugiados políticos se alternan con grabaciones clandestinas de acoso a gais y lesbianas por parte de los cuerpos de seguridad.
«Esas piezas fueron tomadas por los perpetradores para mostrar a sus superiores que estaban haciendo lo que se les había ordenado. Es como si estuvieran trayendo la cabeza del enemigo. Fueron interceptadas por The Russian LGBT Network. Al incluirlas en la película hemos revertido la intención con la que fueron grabadas, convirtiéndolas en evidencias», distingue el documentalista.
En el material de archivo tampoco muestran los rostros de las víctimas. Los vídeos se han abreviado para que el público sea consciente de lo que ocurre, pero evitando recrearse en la humillación. France ha cedido su propia cara a un hombre al que se viola, y dos actores de Nueva York, a una pareja que está siendo golpeada. «No queremos perpetuar su dolor», clama el director de cine, periodista y autor de no ficción.
Crímenes de honor
La ejecución del colectivo no se produce tan sólo a manos de las fuerzas armadas. Kadýrov expresó en una entrevista concedida a HBO en 2017 que estaba dispuesto a perdonar los crímenes de honor, esto es, los asesinatos de homosexuales por parte de sus propias familia, alegando que su comportamiento les había traído desprestigio.
Las condenas difieren si los acusados son hombres o mujeres. David France comparte que tras ser torturados, los varones pueden ser asesinados por los agentes de seguridad o devueltos a sus familias con instrucciones para que los maten.
«Las mujeres, por las historias que conozco, tienen otra trayectoria, aunque el castigo último también es la muerte. Primero las llevan a la mezquita para someterlas a exorcismo. Si no funciona, las llevan a hospitales psiquiátricos, donde las tratan con barbarie. Y en último extremo, se contacta a un consejero de la familia. Lo que prosigue es una discusión sobre quién se encarga de ejecutarlas», distingue el director, quien justifica la manipulación digital de los rostros de los refugiados en el documental, porque es tal la presión a las familias, que si descubren su paradero, la policía les instiga a que los traigan de vuelta.
La sensación al término de la película es de desesperanza, pero el estadounidense trata de amortiguarla. France no se considera un activista, sino un director al servicio de causas activistas. Con esta película espera que la opinión pública presione para que los gobiernos internacionales conminen a Putin.
«Déjame trazar un paralelismo. Soy lo suficientemente mayor para recordar el régimen de Fidel Castro. A mediados de los sesenta empezó una campaña contra la comunidad queer, porque los consideraba producto de la invasión de la cultura occidental y, por tanto, una amenaza contra la Revolución. Así que puso en marcha una campaña terrorífica para aislar y expulsar a los homosexuales del país y empoderó a la población para convertirlos en soldados por la causa. Creó los Comités de Defensa de la Revolución, instruidos para buscar barrio por barrio a los gais, denunciarlos y llevarlos a campos de concentración. Así fue durante muchos años, pero la presión política internacional cambió la situación. Ni ser homosexual es ya un acto criminal ni son perseguidos. Cuba no es un sitio para celebrar el Día del Orgullo Gay, pero la cultura ha cambiado. Así que creo que es posible. El potencial de este ejemplo pueda aplicarse en el Cáucaso y en Rusia. No estoy desesperanzado».