Fiona Ferrer: «Quien no ha visto la muerte mirándola a los ojos sólo puede afrontarla cerrándolos»
Fiona Ferrer ha publicado ‘La Estilista’, un diario de luces y sombras, de apariencias; un pase al mundo ‘influencer’ por la puerta de atrás
El césped del vecino siempre parece más verde, mejor cortado, más mullido. Sin embargo, una mirada un poco más cercana y aparece alguna que otra mala hierba, una plaga de insectos, qué sé yo. Imaginen lo que acabaría revelándose si viviésemos durante casi 30 años en el jardín de al lado. Pues algo así le ha sucedido a Fiona Ferrer Leoni, empresaria y escritora, en la industria de la moda. Es su modo de vida y le fascina, le divierte; pero también ha aprendido a detectar la realidad tras la pose. Acaba de publicar La Estilista (Esfera Libros), donde hace un homenaje a esta profesión, con sus luces y sus sombras. De todo ello –de moda, de secretos, de pretensiones, de trepas, de creatividad– ha venido ha hablar hoy aquí.
La vida es un gran teatro y tu libro lo demuestra. ¿Has aprendido a disfrutar de ello?
Disfruto, formo parte del teatro y, de una manera irónica y sutil, he querido transmitir eso. Hay que aprender a ser actores y ser conscientes de que no todo es bonito, siempre hay una historia y no todo es perfecto.
Y cada vez se exige más autenticidad, sobre todo en el mundo de los influencers, del que hablas mucho en La Estilista.
Sí, eso es increíble. Chicos y chicas que se hacen famosos de la noche a la mañana y se inventan una vida.
¿En algún momento estallará la burbuja?
Sí. Llegará un momento en que pinchará y se quedarán sólo algunos. Es como cuando alguien empieza a salir con una persona conocida y, de repente, está en todos los titulares. Deja de salir con esa persona o se pasa la moda y ¡puf! Se fue la fama.
Todo el mundo tiene derecho a quince minutos de fama…
Sí, pero el caso es que la fama cuesta. El mundo de la moda es muy complicado y mantenerse exige una disciplina. Y no me refiero sólo al mundo del diseño. También a los periodistas, a la industria de la belleza… Abarca muchísimas profesiones y para mantenerse hay que trabajar, hay que luchar. Frida, la protagonista del libro, puntualiza mucho eso: que nada en la vida es regalado. Lo que llega fácil se va igual de fácil.
También es verdad que la moda avanza paralela a la sociedad y no es lo mismo la de ahora que la de los 90, por ejemplo, rematadamente tóxica. ¿Observas esa evolución desde dentro?
Sí, porque ahora mismo todos tenemos una voz y eso es maravilloso. Todos nos podemos convertir en influencers. Así, hay muchas más voces que empujan a las marcas a avanzar para no quedarse atrás. Ahora, además, hay muchísima más competencia. Las redes sociales han llevado a buscar la perfección porque nos han demostrado que el universo está lleno de talento y que la mediocridad ya no sirve.
Veo un contraste entre esa necesidad de perfección y esa otra de la que hablas en el libro, de mostrar cierta vulnerabilidad.
Después de este año complicado, hay algunos que siguen estando en su burbuja superficial y sólo hablan de lo fenomenal que les va. A Frida le caen mal los fenomenales porque a todos nos pasan cosas. Para mí, Instagram es una gran herramienta de trabajo y una forma de conectar con mis lectores. No podemos ser cínicos con ello. Y, después de este año, nos hemos dado cuenta de lo importante que es enseñar la otra cara de la moneda. De que todos tenemos problemas de depresión y de angustia y de que no pasa nada. Quien no haya pasado por eso, no sabe valorar lo que tiene. De hecho, el libro arranca en primera persona y esa primera persona soy yo. Y hablo de todas esas cosas que me han pasado. Si algo nos ha enseñado este año es que tenemos que cuidar nuestra salud mental.
En tu libro aparecen varios suicidios y llama la atención. Todavía no se habla de esto libremente, sigue siendo tabú.
El suicidio está muy presente por cosas que he vivido muy de cerca. El otro día, precisamente, una amiga me dijo que le había llamado la atención que hiciese tanto hincapié en ese tema. Y entonces le dije: «¿Tú no has pensado alguna vez en suicidarte?» Y me dice: «Sí». Y yo creo que todos hemos estado en algún momento mal y hemos pensado que la salida más fácil era el suicidio. Y creo también que esto es una reflexión para pensar si de verdad quieres morir o quieres vivir. A raíz de eso, escribí una frase el otro día: «La muerte está muy presente en mi libro porque quien no muere alguna vez no sabe lo que es vivir con plenitud, y quien no ha visto la muerte mirándola a los ojos sólo puede afrontarla cerrándolos. Y hay que saber mirarla de frente». Yo vi la muerte de frente dos veces y varias de refilón. Y no lo he escrito como algo negativo, lo he escrito como algo con lo que tenemos que convivir. Hay que llamar a las cosas por su nombre.
¿Cómo te llevas con el positivismo y con esa teoría de «visualiza lo bueno y vendrá»?
Bien. Yo soy muy así. Intento ser lo más positiva posible, pero también soy realista. Lo que no puede ser es que alguien te pida que seas positiva cuando estás viviendo un drama. No. Los dramas existen, están ahí y hay que intentar canalizarlos de la mejor manera posible, pero tampoco podemos vivir en los mundos de yuppie, de ponte a meditar y todo pasará. Meditar está muy bien, enfocar nuestras energías en la parte positiva es fundamental. Si no, te acabas hundiendo.
Cuando yo me divorcié llegó un momento en que me dije: o me quedo en la cama o salgo de ella. Y decidí salir de ella. Lo que no sabía es que el futuro me iba a deparar nuevas desgracias familiares y personales. Pero bueno, la vida es así. También, cuando te juntas con gente positiva, se te acaba pegando. Yo ahora no quiero a gente negativa en mi vida.
También me interesaba eso que cuentas sobre que es una industria llena de trepas y que la mayoría son mujeres, ¿por qué?
Pues porque es una industria dominada por mujeres, pero también hay muchos trepas hombres. Hay una frase, que la escribí en mi segundo libro, que es: «Cómete el mundo sin comerte a nadie, y procura no comerte el plato del de al lado». Tú puedes llegar hasta donde quieras, pero no hace falta saltarse a nadie. Con educación y con respeto, se va a todos lados.
Yo he pasado por un montón de prácticas. En algunas me lo han hecho pasar mejor y en otras he vivido todo lo de El diablo se viste de Prada, pero la vida es así, es una lucha. Y yo miro atrás y pienso de mí que era más que una trepa: era una superviviente, pero quería llegar más rápido. El caso es que no hace falta llegar tan rápido porque la vida es una cuestión de tiempo. Tú te piensas que quitando a alguien por el camino vas a trepar y llegar más alto, pero, ¿sabes qué? La vida al final eso te lo va a devolver y, seguramente, va a haber un cambio de sentido y te harán bajar un escalón abajo. Con lo cual, piano piano, si va lontano.
¿Qué es para ti la moda?
Es mi modo de vida, pero no soy ninguna fashionista. No me visto para impresionar. Para mí eso es el mundo de la moda ahora: la naturalidad; pero supongo que ha ido por fases. Estaba ese momento en que querías tener el mejor bolso, o el mejor reloj, o el mejor puesto… Luego, de repente, como estoy ahora, que todo eso me entra por un oído y me sale por el otro y pienso que la moda es fascinante y que se pueden hacer mil cosas. Que es creatividad.
Para mí es lo más importante eso. De hecho, hace unos años estuve muy enferma porque tuve una bajada muy fuerte de hierro. Tenía que ir tres veces por semana al hospital a ponerme hierro. Un día me empecé a encontrar muy mal porque el hierro no subía y llamé a mi médico a las 11:30 de la noche y le dije: «Luis, creo que me estoy muriendo. Se me ha ido la creatividad». Y él se pensó que yo estaba chalada, pero yo sabía exactamente lo que estaba queriendo decir. Ya no estaba pensando en pájaros, ni en escribir libros ni en nada. Todo esto para decirte que la creatividad es muy importante, para mí la moda es eso.
¿De dónde parte para ti esa creatividad?
Es un tema anímico y físico, por eso es importante cuidarnos. Parece que se ha puesto de moda esto de hablar de la salud mental, pero no es una moda, es un estilo de vida. La creatividad hay que cuidarla y trabajarla; es importante darle de comer a la cabeza para que funcione. Leer, ver la TV –incluso esos programas que todo el mundo dice que no ve–, irte a un museo, escuchar diferentes opiniones.
¿Cuál es el mayor enemigo de la creatividad?
Juntarte con gente negativa, no mirar lo positivo que tienen ciertas cosas negativas que nos pasan y encerrarnos en nosotros mismos. Es importante abrirse, viajar, ver cosas bonitas.