Ecología, contracultura y ciencia convergen en 'Spaceship Earth'
Entre 1991 y 1993 ocho pioneros se encerraron en Biosphere 2, un ecosistema artificial y autosostenible que, sin acceso a agua, comida u oxígeno del exterior, y con un presupuesto de 200 millones de dólares, intentó replicar los diferentes biomas de la Tierra en mitad del desierto de Arizona. Hablamos con Matt Wolf, director del documental ‘Spaceship Earth’, sobre este colosal y fallido experimento
Hace algo más de dos años Matt Wolf (California, 1982) navegaba por internet cuando se encontró con una imagen de lo más chocante: ocho hombres y mujeres vestidos con monos rojos posaban sonrientes frente a una gigantesca pirámide de cristal. Al principio el director pensó que se trataba de una película de ciencia ficción, pero enseguida se dio cuenta de aquella estampa era real.
El documental Spaceship Earth, estrenado en el Festival de Sundance y disponible en Filmin, se acerca al colosal experimento Biosphere 2, un ecosistema artificial y autosostenible que con un presupuesto de 200 millones de dólares intentó replicar los diferentes biomas de la Tierra, plantas, animales y océanos incluidos, en una estructura de algo más de una hectárea situada en mitad del desierto de Arizona. Allí decidieron encerrarse entre 1991 y 1993 los ocho pioneros arriba mencionados, un grupo de artistas y científicos que, sin acceso a agua, comida u oxígeno del exterior, trató de demostrar que la vida a largo plazo en la Luna o en Marte sería posible. Todo bajo la atenta mirada de unos medios de comunicación que cuando las cosas empezaron a torcerse comenzaron a cuestionar la validez científica del proyecto mientras decían que estos excéntricos visionarios quizá pertenecían a una secta.
Dos décadas antes, en 1967, su carismático líder, John Allen, fundó el Teatro de todas las posibilidades, una compañía multidisciplinar que, entre montaje y montaje, puso en marcha una galería de arte en Londres, un hotel en Katmandú, una explotación agrícola en Australia o un barco. Más de 600 horas de archivo, desde los primeros proyectos de este colectivo hasta los dos años de convivencia en este particular Gran Hermano, entrevistas a los biosferianos e imágenes de la sensacionalista cobertura que tuvo todo el proyecto sirven a Wolf para reevaluar este heroico fracaso. Pues estos valientes pasaron hambre, casi se ahogan cuando se dispararon los niveles de dióxido de carbono y muchos de sus cultivos y animales no prosperaron. Pero lograron poner en el centro de todas las conversaciones el cambio climático y se atrevieron a poner a prueba sus ideas. Porque, sin ánimo de hacer spoilers, su participación en las investigaciones de Biophere 2 terminó de manera abrupta, pero estos soñadores siguen trabajando juntos imaginando y creando un mundo mejor.
En primer lugar, ¿cómo se puso en contacto con los biosferianos y cómo fue la relación con ellos?
Para mí lo más importante era ganarme su confianza. Creo que les deje claro que no solo quería capturar el drama que se produjo dentro de Biosphere 2, sino que quería contar una historia sobre las grandes ideas que plantearon: cómo todos tenemos que considerar el impacto de nuestro comportamiento en un ecosistema cerrado más grande, Biosphere 1, que es el término que utilizaron para referirse a la Tierra. Diría que fue un proceso bastante rápido porque en cuanto contactamos con ellos empezamos a bucear en su archivo y a entrevistarles.
¿Y qué pensaba de ellos? Porque realmente resulta impactante que un grupo de teatro nacido de los movimientos contraculturales de la década de los años 60 terminara liderando un proyecto de esta envergadura gracias a la financiación de un millonario, Ed Bass.
Realmente no sabía qué esperar de ellos. No sabía bien qué hacían, cómo lo hacían y por qué lo hacían. No entendía por qué tenían tantos proyectos por el mundo ni cómo encajaban unos con otros, pero a medida que empecé a hablar con ellos en profundidad comencé a ver con claridad lo que había detrás de todo su trabajo. Eso me inspiró y quise transmitir al resto del mundo quién era este grupo de personas y por qué habían hecho lo que habían hecho con sus vidas, que, como poco, es inusual.
Con más de 600 horas de archivo, ¿qué buscaba en las imágenes?
Siempre busco material que venga del punto de vista de los personajes de manera que puedas ver el mundo y la historia desde la perspectiva personal de los narradores. A este respecto tuve mucha suerte porque el metraje dentro de Biosphere 2 fue grabado por los biosferiano Roy Walford y buena parte del material de sus inicios en la comuna fue grabado por Marie Harding. También busco imágenes que tengan un significado simbólico inesperado. Por ejemplo, hay una secuencia en la que están viajando por el mundo y suben una escalera que no lleva a ninguna parte, no hay un edificio asociado. Cuando lo vi pensé que tenía un enorme significado simbólico: era un grupo de personas viajando a un lugar desconocido y que realmente puede que no hubiera un destino.
En este sentido, ¿qué fue lo que más le sorprendió cuando empezó a revisar todo el material?
Lo que más me sorprendió fue ver la convivencia de los biosferianos dentro. Creo que lo que estaban haciendo era muy meditado y pacífico, cuando yo pensaba que todo sería caos y drama. Realmente creo que había placer y alegría en el trabajo que estaban haciendo y quería llevar eso a la pantalla.
¿Y qué opina de la cobertura de los medios?
Las imágenes de los medios eran muy camp, casi resultaban divertidas. Había un cowboy que no mostraba su identidad y aparecía con la voz modificada diciendo que este grupo era una secta. Luego un periodista perseguía a John Allen por un pasillo. Era muy sensacionalista, pero me ayudaba a crear cierto melodrama asociado al hundimiento de Biosphere 2.
Con todos estos elementos, ¿cómo estableció el tono de la película de manera que pudiera transitar entre los momentos más dramáticos y los más cómicos, entre imágenes intimistas y retransmisiones globales?
Quería que el tono fuera épico y que abarcara todas las cosas que mencionas: el drama y su patetismo, pero también ese humor, tanto del proyecto como del tratamiento que le dieron los medios, y que al mismo tiempo que fuera inspiracional, transmitir que no solo hay que hablar de grandes ideas, sino hacer cosas y aprender haciendo.
En resumen, ¿qué quería contar con este documental? Porque hace tres décadas el experimento fue considerado un fracaso absoluto, pero su película pone el foco en la convivencia del grupo y sus logros, tanto antes como después del proyecto.
Creo que cuando más aprendemos es cuando las cosas no salen como esperamos. A veces el fracaso es la mayor oportunidad para aprender, para averiguar cómo hacer las cosas de una manera diferente o intentar probar las cosas que sí funcionaron, aunque la visión más grande del proyecto se viniera abajo. Creo que en el caso de Biosphere 2 la ambición de lo que intentaban hacer quizá estaba fuera de su alcance, pero dentro de sus intenciones había mucho que aprender sobre cómo funciona un sistema cerrado y una atmósfera autocreada, y sobre cómo cambiar la conciencia y el conocimiento de las personas sobre el planeta.
Realmente pienso que Biosphere 2 transformó la percepción que la gente tenía de la ciencia y el ecologismo como un espectáculo, y por esa misma razón fue criticado y examinado. En cierto sentido, Biosphere 2 es una mezcla del idealismo contracultural de los años 60 y la teatralidad de un parque temático. Quizá estos dos enfoques no sean los mejores compañeros, pero creo que es importante que la gente realmente haga cosas: no solo soñar con grandes ideas, sino ejecutarlas.
Hablando del cambio climático, ¿qué conexiones cree que tiene esta historia con el presente y cómo se han sumado nuevas lecturas con la pandemia del coronavirus?
Estrenamos la película en Sundance en enero de 2020 y se distribuyó muy rápido, al principio de la pandemia, en mayo de 2020. En ese breve periodo de tiempo habían cambiado tantas cosas que, sin que pudiéramos preverlo, la historia se volvió más actual y relevante.
En lo que respecta al cambio climático, el biosferiano Matt Nelson fue quien mejor lo explicó. Cuando salió de Biosphere 2 dijo que al estar dentro no podía dar nada por hecho, ni siquiera respirar aire fresco, y tener esa conexión tan visceral con el mundo realmente cambia quién eres. Creo que todos hemos tenido nuestra experiencia transformadora viviendo en nuestras propias biosferas durante el confinamiento y nos hemos dado cuenta de que todos estamos interconectados, que tenemos que valorar nuestras acciones porque afectan a otras personas y que vamos a tener que cambiar nuestra relación con el planeta y con los demás si queremos vivir muchos más años en la Tierra.