Eloy Fernández Porta: «Pensamos que la izquierda está del lado de la libertad y la derecha del lado de la normativa, pero ésta es una noción problemática»
¿Encontramos más placer en la norma que en el sexo? Esa es la cuestión que nos plantea el ensayo ‘La aventuras de Genitalia y Normativa’
El ensayista Eloy Fernández Porta (Barcelona, 1974) es autor de más de una docena de ensayos mutantes, entre ellos el seminal Afterpop, la literatura de la implosión mediática (Berenice, 2007), así como €®O$, La superproducción de los afectos, Premio Anagrama de Ensayo 2010 o Emociónese aquí, Anatomía de la alegría (con publicidad encubierta), también publicado en Anagrama en 2012. Es un pionero en las formas extendidas de la teoría cultural y ha trasladado sus textos al spoken word. Sus ensayos, asimismo, han sido adaptados al cómic y a la videocreación.
En estos días presenta su última obra: Las aventuras de Genitalia y Normativa (Anagrama, 2021), cuya segunda edición está por distribuirse en breve; libro que, paradójicamente, salió primero hace unos meses en inglés con traducción de Ramsey McGlazer en la editorial Polity Press y que indaga en las relaciones entre la transgresión y la norma.
Normcore eres tú (y tú y tú y tú)
A diferencia de sus otros libros previos, este último ensayo de Eloy Fernández Porta es breve y mucho más sintético. Apenas supera las 115 páginas, está dividido en 6 partes y solo una de ellas (el segundo capítulo: La imaginación nomográfica) condensa la mayor parte de la fundamentación conceptual del libro. Así, el grueso del texto no encadena argumentos, sino que fluye con un estilo de silogismo, en el que hay expresiones que, como nos confiesa el propio autor en una tarde barcelonesa del mes de junio, sentados en la cafetería de la librería Byron, «pueden leerse como boutades en la medida en que para mí la fuerza literaria de una idea es tan importante como su fuerza conceptual».
No renuncia Fernández Porta aquí, empero, a la creación de neologismos ni a las ideas atrevidas que, a veces, pueden llegar incluso a rozar lo kamikaze. El autor lo expresa así: «Si mi libro fuera un partido de baloncesto yo sería un base de los que dan bastantes pases: algunos de ellos arriesgados, algunos de costa a costa (y me hago cargo de que algunos de ellos se van a perder en la grada). El libro está lleno de nociones que yo le paso al lector para que los use si cree oportuno en su día a día, en su vida cotidiana». Por ello ha dejado dicho sobre este libro la profesora de la Universidad de Zaragoza, María Ángeles Naval, que se trata -en cierto sentido- de un libro de autoayuda.
Genitalia y Normativa son -necesariamente- una pareja cómica
Una parte importante de Las aventuras de Genitalia y Normativa ha estado escrita en terrazas valencianas. El autor estuvo durante un mes de agosto en Valencia, hace dos veranos, quedándose en un hotel de Ciutat Vella y yendo a la playa de la Malvarrosa por la tarde. Así no es raro que conserve un cierto aire carnavalesco, bufón y rumbero, así como tampoco resulta extraño que su disparadero fuese la ropa (y su relación con los cuerpos). El autor, nos dice, cayó en cuenta de que había escrito muy poco sobre la ropa, era un tema del que todavía le faltaba despeinarse, y que, muy pronto, al percibir que lo que él llama «el estilo de nadie» o normcore tenía mucha relación con los diseñadores que trabajan esos conceptos, pues enseguida le halló el componente visual y el desarrollo literario al tema.
El ensayista barcelonés ha compuesto esta obra así: «Son los casos de estudio los que me hacen pensar -nos dice- y elaborar cuáles son las nociones con las que trabajo. No tenía claro cómo se define la norma hasta que vi cuestiones con los que la podía relacionar». El ensayista observa, relaciona sus indicios con lecturas previas y tiene un momento eureka, ese en el que se pone a pensar «en el instante en el que se hace la ley como un momento loco que ocurre que fuera de la ley, que no sustenta ninguna legalidad», y así se da cuenta de que ambos momentos están relacionados. Por ello Genitalia y Normativa son una pareja cómica, porque se necesitan mutuamente, y no pueden darse la una sin la otra. «Puede haber situaciones -matiza el ensayista barcelonés- en las que podemos tener la impresión de que Normativa se disipa o de que Genitalia desaparece. Pero no son más que defectos ópticos». El caso actual sería un ejemplo, pues son nuestros tiempos aquellos en los que «la noción de normalidad se nos aparece como un vacío irradiador alrededor del cual se estructuran las experiencias y las áreas de conocimiento», escribe Fernández Porta.
El problema de la libertad
Nos cuenta Eloy Fernández Porta que este libro revela a las claras su manera de posicionarse como ensayista. Dice: «Hay un presupuesto muy extendido por el cual un autor de ensayo, en particular un filósofo, tiene que vender una modalidad posible de la liberación. Sin embargo, yo me declaro escéptico con los usos de la palabra libertad. También me declaro escéptico de cualquier tipo de ilusión revolucionaria fundada en la política del cuerpo. Mi tesis es que nosotros (los ciudadanos en la era de Tinder y las redes sociales) hemos decidido apostarlo todo a la relación, a la noción de vinculo y su práctica. Hemos decidido poner eso por encima de todo lo demás y por ello afirmo en mi libro que cuanto más relacional se vuelva el mundo, más reglamentista será. Y, en última instancia, cualquier tema del que hablemos, aunque sea una orgía, va a caer dentro de un debate sobre la ética de las relaciones personales». De aquí se deriva uno de los temas importantes del libro: la estetización del mundo, la vivencia hiperbólica del deber y la visión kafkiana de la norma como si fuera ley. Dicho de otra forma: una serie de normas éticas invertidas que se transforman en norma estética.
Así las cosas, según Fernández Porta, nuestro mundo no se mueve «en el ámbito de una libertad subjetiva que idealmente avanzaría de manera progresiva al compás de los movimientos LGTB o las legislaciones sobre la libertad personal», sino que nos movemos en los terrenos de la imaginación nomográfica (el estilo de nadie o normativo). Abandonada la búsqueda de la autenticidad, ya solo nos queda la epifanía de lo estándar.
La esclavitud del asociacionismo
Eloy Fernández Porta nos cuenta que quiere «marcar distancias sobre un determinado buenismo humanista, que encuentra la libertad en distintas formas de comunitarismo, asociacionismo y demás. Mi postura es clara desde el comienzo de la obra: existe una esclavitud del asociacionismo». Afirma el autor que existe un gran error en pensar que el asociacionismo per se tiene un valor intrínseco, sobre todo en términos ensayísticos. Se da por sentado, continúa Fernández Porta, «que un texto sobre el asociacionismo solo tiene valor si sirve a los propósitos de un grupo, una asociación, un partido político u otra forma de organización». Su libro, como le podrá resultar lógico al lector, va en otra línea y así problematiza más que manifiesta, y propone más que sentencia.
La norma (y su transgresión) y su relación con el sexo y la política
Escribe Eloy Fernández Porta que «el goce de la norma prevalece sobre el goce erótico». Y sucede así que el sexo funciona en la actualidad como excusa para generar «discursos interrogativos, acusadores y, en última instancia, normalizadores del sujeto», nos dice el autor. Y añade que «aunque pensemos en el sexo desde un imaginario, a través de imágenes, en muchos casos son mensajes textuales». Un ejemplo sería el nude que una persona envía a otra, dos personas que hace poco que se acaban de conocer. Esto tiene un dignificado claro, el mensaje es el siguiente: «He tomado la decisión de confiar en ti». A ello, no obstante, se le ha de añadir un suplemento de carácter moral, pues esa persona apuesta por una relación (sea del tipo que sea) con esa otra persona. Así, el sexo ya no es transgresión, sino que se convierte en norma. De hecho, como nos dice Fernández Porta respecto al emergente territorio de Onlyfans, no es descabellado pensar en un futuro en el que lo exhibicionista se convierta en un código por defecto de expresión del yo.
Respecto de la norma y la transgresión y su relación con el espectro político, nos llama la atención el ensayista barcelonés sobre el hecho de que «estamos demasiado acostumbrados a pensar en que la izquierda está del lado de la libertad y la derecha del lado de la normativa, pero esto es problemático». Las razones son que consideramos en ocasiones al lado derecho de la política en tanto que una cosa monocorde, pero en realidad hay un sector muy extenso e importante de la derecha «laiser faire, permisiva y tolerante, de los que dicen que a mi mientras no me incordien que la gente haga lo que quiera». Así, nos encontramos con la aparente paradoja de «una izquierda muy obsesionada con la ética de las relaciones personales, estricta y estoica, que cree en la ética del militante como el culturista cree en sus músculos y una derecha permisiva o libertina».