Daša Drndić, la escritora que denunció la complicidad con el horror
Automática Editorial publica ‘Leica Format’ la novela de la escritora croata Daša Drndić publicada originalmente en 2003
«La ciudad no cuenta su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en las esquinas de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, cada segmento surcado a su vez por arañazos, muescas, incisiones, comas», escribe Italo Calvino en Las ciudades invisibles, algunas de cuyas páginas la escritora croata Daša Drndić introduce en su fragmentaria novela Leica Format (Automática Editorial). Como en muchas de sus otras obras, la mayoría de ellas todavía no traducidas al castellano, aquí la escritora indaga sobre los mecanismos de la memoria personal y colectiva, esos mecanismos que hacen de la memoria algo selectivo envuelta de interesados vacíos.
A través de saltos temporales y geográficos que nos llevan de Fiume a Belgrado, de Trieste a Rijeka, del Imperio Austrohúngaro a la Yugoslavia previa a su desintegración, la autora pone el foco en las distintas formas de fascismo que han marcado el continente desde finales del XIX y durante todo el siglo XX, una historia protagonizada por víctimas y victimarios, pero también por silenciosos cómplices que, conscientes o no, miraron hacia otro lado.
El concepto de complicidad es clave en Drndić que, a lo largo de toda su obra, ya sea en sus novelas o en sus piezas teatrales, denunció la complicidad, demasiadas veces deliberadamente omitida por el relato oficial, de Croacia, su país natal, con el Holocausto. En este sentido, Leica Format dialoga directamente con Trieste, novela publicada también por Automática Editorial, donde la escritora, fallecida a los 72 años en 2018, narra precisamente la responsabilidad moral e histórica de aquella «mayoría silenciosa» que, como tan bien reflejara el director Claude Lanzmann en su documental Shoah, prefirió no ver cuánto acontecía a su alrededor. Mientras que Lanzmann nos recuerda cómo los habitantes de la localidad polaca de Auschwitz optaron por no hacerse ninguna pregunta cuando, de un día para el otro, sus vecinos judíos abandonaron el pueblo y por no preguntarse sobre las cenizas que regularmente caían sobre sus ventanas, se depositaban sobre la ropa tendida y teñían el cielo de un inusual gris, Drndić narra en Trieste cómo los vecinos triestinos de la arrocera San Sabba deciden dar la espalda a la estructura de crematorios que allí instalaron un grupo de SS provenientes Treblinka, el campo de trabajo a pocos kilómetros de Praga. A través de una anciana de origen judía y paradójicamente llamada Haya Tedeschi («alemanes» en castellano) Drndić reconstruye ese mundo de ayer en el que creció la protagonista y que se resquebrajó por completo con el ascenso de los totalitarismos, primero el nazismo y, después, el régimen soviético y con la aparición de nuevas fronteras, entre ellas las que dividen la ciudad natal de Tedeschi, Goritzia, entre la parte italiana y la parte eslovena. De hecho, hasta 2007, año en que Eslovenia entró en la Unión Europea, había que pasar un control fronterizo para poder cruzar de un lado a otro la ciudad.
Leica Format dialoga directamente con Trieste, donde la escritora narra precisamente la responsabilidad moral e histórica de aquella «mayoría silenciosa» que prefirió no ver cuánto acontecía a su alrededor
Mientras espera a su hijo, a través de fotografías, cartas, listados, testimonios, entremezclando lo histórico y lo ficticio, la memoria colectiva y los recuerdos personales, Tedeschi reconstruye el rompecabezas de ese mundo pasado y resquebrajado, un rompecabezas al que se enfrenta la propia escritora en su intento de componer un relato que se sabe no solo fragmentario, sino también e inevitablemente construido de piezas y materiales distintos. Como en Trieste, en Leica Format Drndić hace de la forma narrativa una indagación en sí misma en torno al relato histórico, en los distintos materiales que lo constituyen y en los agentes que participan de su construcción. Para ello, Drndić reconocía que para ella era imprescindible trabajar siempre a partir de documentación histórica, pues desconfiaba de la invención total; sin embargo, al mismo tiempo, era consciente no solo de que relatar es siempre una forma de ficcionalización, sino que, como en su día dijo Beatriz Sarlo, la ficción permite comprender la historia de una manera mucho más compleja, puesto que llena esos lugares que incluso la más detallada investigación historiográfica deja vacíos, en penumbra.
Leica Format, por ello, es una novela hecha de distintas vidas, reales, pero sobre todo imaginarias, hecha de personajes que deambulan por ciudades invisibles aunque perfectamente reconocibles -ahí está Belgrado o Fiume, donde la autora pasó sus últimos años- en tiempos históricos distintos y no siempre necesariamente determinados: la pianista Antonia Host que se hace llamar Lydia Paut hasta que, al llegar a una ciudad del sur de Europa en cuyo conservatorio comienza a trabajar, alguien la reconoce y le descubre su falsa identidad, la viajera que se reencuentra con un pasado al que había dado la espalda; el olvidado escritor Ludwig Jacob Fritz; la mujer que se siente extranjera en su propia ciudad; Živka, el belgradés que quería ser llamado Žile y cuya vida está marcada por la tragedia… Historias todas ellas unidas por una geografía común, la de ciudades que, como decía Calvino, contienen un pasado que los distintos personajes transitan. Son como flâneurs que, desde el anonimato y sin ser vistos, rescatan del olvido o, como diría también Calvino, de las escaleras, los pasamanos y los pararrayos las piezas abandonadas de ese pasado por reconstruir. Y es que está en juego, ante todo, la reconstrucción individual de cada uno de ellos, seres rotos a los que les ha sido amputada una parte de su propia identidad.
Como sus otras obras, hay mucho de autobiográfico en Leica Format, empezando precisamente por la idea de una identidad amputada. Daša Drndic abandonó Yugoslavia tras la guerra, pero siempre reivindicó su pertenencia a ese país hoy inexistente como reivindicó también la hermandad cultural entre los distintos países que un día lo conformaron y que terminaron por enfrentarse, también desde un punto de vista lingüístico. Así vemos cómo las palabras de origen croata han ido desapareciendo del serbo -ahí está la tendera que dice no entender un término de origen croata- de la misma manera que en croata los términos de origen italiano son cada vez menos utilizados. Fronteras lingüísticas que se suman a las geográficas y que niegan un pasado común y, sobre todo, niegan a muchos una identidad a la que, como es el caso de la escritora y de algunos de sus personajes, nunca quisieron renunciar.
Incorporando fragmentos de Las ciudades invisibles de Calvino, pero también citas de otros autores como Beckett, Bernhard o Pessoa, Drndić recurre a la literatura como herramienta de comprensión y, asimismo, como herramienta cohesionadora de esas vidas que, más allá de ser reales o ficticias, terminan siendo el más auténtico testimonio de un tiempo pretérito cuyas heridas siguen todavía abiertas, a través de secretos por revelar, como el de aquel hospital austríaco que realizaba experimentos eugenéticos bajo el nazismo.
Jugando con los géneros, dialogando con la novela y el ensayo, inscribiéndose con voz propia entre Sebald y Claudio Magris, Drndić nos propone una compleja indagación en los horrores del siglo XX y en como dichos horrores se inscribieron en el territorio, en sus fronteras y en sus ciudades. Leica Format es una novela contra el olvido y, sobre todo, contra la impunidad; una reflexión sobre la responsabilidad individual y colectiva, sobre las consecuencias que tuvo y tiene el mirar hacia otro lado.