Regreso a la feria ARCO: un atisbo de la vieja normalidad
ARCO vuelve a IFEMA 18 meses después, en un mes inusual y con una incertidumbre a la que galeristas y artistas están más que acostumbrados
Cuando el presidente Sánchez habló de «nueva normalidad» seguramente no imaginaba que eso no iba a gustar un pelo. Que al final todos queremos regresar, en mayor o menor medida, a lo de antes. La feria ARCO es un buen ejemplo de ello. La de 2020 fue la última gran feria de arte de aquella «vieja normalidad». En el mundo entero. Fue en el mes de febrero del fatídico año, el coronavirus estaba ya en nuestros telediarios pero parecía una cosa más o menos lejana. Aun así, había un clima raro. «Entramos un poco inconscientes y salimos ya más conscientes», nos resume Chus Villar, responsable de la Galería Nordés de Santiago de Compostela, que regresa por segundo año consecutivo a la sección Opening, el espacio reservado para los jóvenes talentos.
ARCO vuelve a IFEMA 18 meses después. Lo hace en un mes inusual, en julio, para asegurar un evento que hace seis meses habría sido impensable. La vacunación lo ha propiciado. Si bien que sea en época estival podría notarse en la afluencia y en las ventas, hay quien ya se ha tranquilizado. «Nuestra preocupación era julio, que mucha gente se va, pensábamos en si iba a venir gente o no. Pero bueno, ayer [el miércoles] hicimos ventas y no paramos de trabajar», nos cuenta Jacobo Fitz-James Stuart, director de Espacio Valverde, de Madrid. Para este noble –sirvan aquí las dos primeras acepciones del DRAE– galerista, venir a ARCO era «una gran incertidumbre, pero los galeristas vivimos en la perpetua incertidumbre».
Estos últimos 18 meses han sido muy complicados. Para este sector «como para todo el mundo», nos aclara Villar. Les salvó, como a muchos, internet. «Durante el confinamiento hubo actividad, pero online. Pero hubo mucha actividad. Para los amantes del arte fue un momento para poder informarse más, disfrutar más de esa manera: online». No obstante, muchos han notado el bajón de ventas y por ello una oportunidad como esta, el regreso de ARCO, es fundamental. Chus Villar nos cuenta que no quisieron «retrasarlo más» y que aunque esta sea «una edición más limitada» llegan cargados de ilusión por mostrar lo nuevo de sus artistas. De esta edición más pequeña y tan española –hay menos galerías internacionales de lo habitual– este reencuentro supone «un apoyo», uno que ella pide que sea «activo». Su galería, Nordés, participa este año en la feria con los artistas Pablo Barreiro y Julia Huete –esta última, ganadora del premio de Arte Emergente en ARCO 2021–.
Hablando de artistas, la joven Esther Gatón llega por vez primera a esta feria ARCO pandémica de la mano de la Galería Cibrían de San Sebastián, para quienes también es su primera vez. Lo hace con un solo project en el marco de los nuevos espacios para mujeres. Gatón explica a The Objective en qué consiste esta nueva iniciativa de la feria comandada por Maribel López: «ARCO ha organizado por primera vez una especie de manera de facilitar la visibilidad de las mujeres. Ha ofrecido stands a mejor precio para que las mujeres tengamos solo projects». El suyo lleva por nombre Un martillo viene hacia ti, una obra que explica la joven artista vallisoletana a este medio: «Es una colección de piezas de lino que he teñido con cúrcuma, remolacha y óxido de hierro y he dibujado con acuarela y con pastel de óleo». Su espacio artístico está pensado para transitarse. «Yo quería que la gente entrase y viese las piezas por todos lados, que fuese un stand en el que pudieses casi como encontrar huecos y muchos puntos de vista distintos», aclara. Sobre esta primera vez, la suya y la de la galería que la representa, nos cuenta que está contenta, que «la gente viene con ganas, hay mucha emoción, mucho reencuentro». Y ya era hora.
Este regreso a la «vieja normalidad» no es completo, claro está. Es solo un pequeño atisbo, como un aperitivo de lo que vendrá cuando la vacunación avance no solo en Europa, también en América. Y es que no podemos olvidarnos de que la auténtica trascendencia de la feria madrileña es que supone el puente más directo entre coleccionistas, galerías y artistas a ambos lados del charco. Latinoamérica entra en el Viejo Continente por IFEMA.
Cosas como la medida de temperatura, la mascarilla y distancia obligatorias y la menor afluencia de gente y galerías –este año llegan «solo» 130, frente a las 209 de ARCO 2020– nos recuerdan que todavía no estamos en esa ansiada vieja normalidad. Pero piano piano, si va lontano. La ilusión permanece intacta y la valoración, hasta ahora, es generalmente positiva. «Este año [en ARCO] han tenido muy buenas ideas, la papeleta era muy gorda y lo han conseguido», valora en declaraciones a The Objective Jacobo Fitz-James Stuart.
Entre las obras destacadas este año, esas de las que habla todo el mundo, está el mural Guernica, de 10 metros de largo por dos de alto y obra de Agustín Ibarrola, un homenaje al Guernica de Picasso. La obra ya ha sido adquirida por el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Su precio: 300.000 euros. También se ha hablado mucho de la obra del cubano Dagoberto Rodríguez, homenaje a Bad Bunny, Yo perreo sola, propiedad de la galería Sabrina Amrani, donde la «alta» y «baja» cultura se dan la mano. También destaca la composición de la artista peruana María María Acha-Kutscher, Indignadas, que expone en la Galería ADN de Barcelona una serie de cuadros que muestran la lucha de los movimientos LGTBI, feministas y ecologistas alrededor del mundo.
Otros medios centrarán su mirada en lo que parece que es noticia, cuán caras son las obras o en si el mundo del arte contemporáneo ha perdido la cabeza o la ha recuperado. Pero aquí en The Objective nos interesan otros detalles más mundanos, como por ejemplo que artistas y galeristas puedan vivir de lo suyo. Iniciativas como la del regreso de ARCO –única feria internacional que no ha cancelado ninguna edición por la pandemia– son siempre una gran noticia.