Vardø: una cacería de mujeres en el Mar del Norte
Kiran Millwood Hargrave une dos catástrofes: una natural seguida de una causada por los humanos para relatar la cacería de brujas que se vivió en Vardø en el siglo XVII
Uno de los primeros litigios de brujas registrados en la historia, incluso antes de los famosos juicios de Salem durante 1692 en la colonia inglesa de Massachussetts, tuvo lugar entre el mar de Barents y sus aguas nórdicas. Así fue como Vardø, ubicada en la provincia de Finnmark en el extremo noreste de Noruega, pasó a ser recordada como la capital de las brujas.
Las «brujas», juzgadas en el año 1621, fueron casi un centenar de mujeres. Probablemente ninguna tenía piel verde o se transportaba en escobas. La mayoría fue sometida a torturas para validar su culpabilidad. Ahogadas en el mar helado del Norte. Quemadas en sus fortalezas.
La novelista británica Kiran Millwood Hargrave, inspirada en estos hechos reales, escribe una memoria a sus víctimas, un registro de absolución literaria para sus protagonistas. Vardø: La isla de las mujeres es una utopía temprana que se convierte en tragedia. El espejo de una pandemia que se extendería entre los siglos XV y XVII en Europa y América: la caza de brujas.
Primero vino la tormenta
En la nochebuena de 1617 una potente tormenta golpeó la isla de Vardø mientras los hombres de la comunidad pescaban en el mar. Ese mismo mar arrastró a los 40 hombres de la isla hacia las costas sin vida, y Vardø se convirtió en un poblado habitado únicamente por mujeres. Las mujeres de la isla asumieron el rol de proveedoras. La pesca, la comida, la caza, la resolución que extiende géneros cuando la tragedia toca a tu puerta. Esta isla de mujeres subsistió en su autonomía, junto al mar y sus extremos, durante casi tres años hasta que por orden del reinado de Dinamarca-Noruega un comisionado religioso llega para recordarles sus deberes con la Iglesia protestante.
En la historia real, John Cunningham, el gobernador de Finnmark, fue un importante promotor de los juicios de brujas. Antes de su llegada ni un juicio se había llevado a cabo. Millwood cuenta que para el momento de su muerte había un registro de más de cien juicios en la región. Cunningham es la inspiración detrás de Absalon Cornet, quien en la novela lidera los juicios y confirma que las mujeres de Vardø provocaron la tormenta de la nochebuena de 1617, y por ende estas no pueden ser otra cosa más que brujas.
En Vardø, Millwood no solo narra el primer juicio de brujas en Noruega -y uno de los más grandes en Escandinavia- sino que exterioriza la voluntad de un centenar de mujeres que bien podrían haber vivido en el siglo XXI con acusaciones disfrazadas acordes a la época y, sin embargo, fuentes de la misma incomodidad: esa aprensión humana a lo diferente, lo divergente, lo que se aparta levemente de las pautas sociales para sopesar su propia humanidad.
Después vino la cacería
En Vardø: La isla de las mujeres, ochenta mujeres son condenadas en la hoguera acusadas de provocar la tormenta que mata a sus hombres. Mujeres condenadas por su religión, creencias, y conductas sociales. Una de las técnicas usadas para confirmar su culpabilidad (tanto en la novela como en la vida real) era arrojarlas al mar y comprobar si se hundían o lograban salir a flote. Si las mujeres flotaban esta era la señal de que el juicio seguiría su curso inevitable: la hoguera, si es que antes no morían ahogadas en la prueba.
Muchas de estas mujeres también se identificaban como Sami, una población nómada de Noruega, Suecia, Finlandia y la Península de Kola, conocida entonces por tener conexiones sobrenaturales con la tierra y sus ancestros; costumbres divergentes para la época que les daban el calificativo de brujas incluso por no asistir a la iglesia.
Para contar esta historia, Millwood crea los personajes de Mareen y Ursa, dos mujeres que encuentran en el medio de la debacle una conexión imprescindible para sobrevivir a la caza de brujas. La autora combina los nombres y el escaso registro de sus experiencias para explorar la isla desde la panorámica de sus mujeres. Millwood ha dicho que en su libro «cada mujer es una amalgama de nombres tomados de las víctimas», a quienes el tiempo no les permite redimirse por cuenta propia.
En la historia real, los nombres de Maren Sorensdatter, y Kirsten Madnesdatter quedaron registrados en los archivos de la corte suprema de Dinamarca bajo cargos de brujería y pactos con el demonio. Finn-Kirsten Iversdatter fue la última persona en ser ejecutada por brujería en Noruega. Su confesión fue castigada bajo el código penal Danés- Noruego que demandaba la quema de cualquiera que estuviera en contacto con el diablo. Tanto Maren como Kirsten confesaron ser responsables de la tormenta luego numerosas torturas.
«Fueron hundidas en esas aguas heladas, arrastradas jadeando hacia la orilla. Fueron contenidas en esa fortaleza de piedra y quemadas en esta llanura cubierta de hierba. Fueron reales y, aunque mi historia es ficción, mis personajes se volvieron reales para mí. Las conversaciones que tienen, el amor que encuentran, la esperanza que tienen, todo saltó a una acción vívida. Mi mayor deseo es haber hecho justicia a las mujeres reales de Vardø. Mi mayor deseo para mis lectores es que mi libro les dé vida a estas mujeres», afirma Millwood en una entrevista para la editorial inglesa de su libro Pan Macmillan.
Ubicado con tal cercanía al mar que probablemente se escuche su oleaje en el sur de Vardø, el Memorial Steilneset se erije como homenaje a las más de noventa mujeres enjuiciadas por brujería en sus tierras. Creado por la artista plástica Louise Bourgeois y el arquitecto Peter Zumthor en el 2011, el memorial es el tercero más grande de Noruega.
La figura de la bruja existe en el imaginario colectivo moderno bajo la silueta de sombreros y narices puntiagudas. No obstante, antes de ser usadas como cebo mediático las brujas fueron mujeres que por su religión, sexualidad, creencias sociales y religiosas y otras excusas representaban una energía incómoda y desconocida para la época. Antes de las escobas hubo mujeres quemadas en la hoguera y ahogadas en el mar por su conexión con entidades no reconocidas por la Iglesia.
Kiran Millwood Hargrave une dos catástrofes: una natural seguida de una causada por los humanos para relatar la cacería de brujas que se vivió en Vardø en el siglo XVII.