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La historia detrás de la 'sex tape' que nutrirá de contenido a la serie 'Pam & Tommy'

Hulu está trabajando en la miniserie biográfica ‘Pam & Tommy’, la cual estará protagonizada por Lily James y Sebastian Stan

La historia detrás de la ‘sex tape’ que nutrirá de contenido a la serie ‘Pam & Tommy’

Archivo

Pamela Anderson y Tommy Lee se conocieron en la víspera de Año Nuevo de 1994 en el club Sanctuary de Hollywood, del que ella era copropietaria—. «Se me acercó, me agarró y me lamió la cara. Yo pensé que era un tipo genial, amigable y agradable y le di mi número», confesaría después la actriz a Movieline. 

La atracción entre ambos fue inmediata. Ella era entonces una de las mujeres más deseadas del planeta gracias a su papel de C. J. Parker en la exitosísima serie de televisión Los vigilantes de la playa. Él, una estrella del rock con fama de malote que tocaba la batería con la banda estadounidense Mötley Crüe. Apenas cuatro días después de tener su primera cita, los tortolitos se casaron en una playa del Caribe mexicano. 

Anderson y Lee eran guapos, jóvenes y exitosos. Quizás por ello, se convirtieron rápidamente en la pareja más perseguida por los paparazzi. Ellos mismos empezaron a jugar a ser reporteros, grabando su tórrida luna de miel en una cinta de VHS que, para su sorpresa, iba a acabar haciendo correr ríos de tinta. «Pam y yo nos fuimos cinco días en barca por el lago Mead. Como de costumbre, me llevé mi cámara de vídeo. No pretendíamos hacer una película porno, solo documentar nuestras vacaciones. La visualizamos una vez después de haber vuelto a casa y luego la guardamos en nuestra caja fuerte», comentaría Lee en El otro Hollywood. Una historia oral del porno.

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Una de las pocas imágenes que se han visto de ‘Pam & Tommy’ vía Hulu.

Todo parecía ir como la seda hasta que el dúo decidió contratar a varias personas para reformar su mansión de estilo español en Malibú. Pero uno de estos empleados, Rand Gauthier —un actor porno reconvertido en electricista—, terminó un poquito harto de las continuas exigencias de la pareja y acabó mandándoles a paseo. El propio Gauthier contaría después que la pareja había dejado a deberle alrededor de veinte mil dólares y que, cuando volvió a presentarse en la mansión para recoger sus herramientas, Lee le amenazó apuntándole con una escopeta al grito de «¡Lárgate de mi propiedad!». 

Harto de aguantar humillaciones, el electricista comenzó a perpetrar una venganza. Según relataría él mismo a Rolling Stone, fue una noche de octubre de 1995 cuando regresó nuevamente a la casa, disfrazado con una alfombra de piel y con un remolque anudado a la espalda. Sin despeinarse, gateó cuidadosamente hasta la puerta del garaje y, una vez allí, desconectó todas las cámaras para acceder al interior sin ser descubierto. A continuación, localizó la caja fuerte que Lee y Anderson guardaban bajo una trampilla situada justo debajo del equipo de sonido del músico, subió el armatoste al remolque, dejó todo tal cual se lo había encontrado para no levantar sospechas, y consiguió trasladar aquello hasta el interior de su camión.

La caja fuerte robada por Gauthier contenía armas de fuego, varias joyas, y un vídeo casero con imágenes de Pam y Tommy practicando sexo en un yate de lujo. Aquella grabación de 54 minutos llegó entonces a manos del avispado empresario del porno Milton Ingley, buen amigo de Gauthier, que se apresuró a hacer varias copias de la cinta y, tras destruir la original para eliminar pruebas, ofreció la grabación a varias productoras pornográficas. Finalmente, fue un gánster llamado Louis «Butchie» Peraino quien le dio 50 mil dólares para que comenzase a moverla por Internet —un espacio salvaje al que solo alrededor de cuarenta millones de personas tenían acceso entonces en todo el mundo—.

Tío Miltie usó buena parte de aquel préstamo para producir miles de copias de la cinta —que luego él vendería a razón de sesenta dólares la unidad—, y también para hacerse con varios dominios que, si bien no tenían el vídeo en sí, ofrecían instrucciones para que los usuarios que quisieran ver las imágenes pudieran enviar un giro postal al puesto de avanzada de Nueva York de una empresa de camisetas —que a su vez haría pasar el dinero a una cuenta bancaria en Ámsterdam—. 

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Lily James interpreta a Pamela Anderson. | Imagen vía Hulu.

Las tórridas imágenes de la mediática pareja despertaron la curiosidad morbosa de muchos pornófilos, pero también el interés de legiones de estadounidenses poco acostumbrados a consumir porno. Ya en diciembre de 1995, el londinense Daily Mail mencionó en sus páginas la existencia de un vídeo porno de la estrella de Los vigilantes de la playa que al parecer pululaba por Los Ángeles. Sin embargo, la actriz y su marido tardaron algunas semanas más en darse cuenta de que les habían birlado la caja fuerte. Cuando lo hicieron, se llevaron un enorme disgusto y, tras denunciar el robo, contrataron a un detective privado para tratar de averiguar quién estaba detrás de aquello.

Los protas de la cinta —que en apenas dos años pasó de pirata a fenómeno viral— lo tenían claro: había que pleitear con todos aquellos que estaban difundiendo sin su consentimiento la grabación casera —una grabación que hasta Penthouse había adquirido ya—. Curiosamente, un tribunal llegó a dictaminar que, puesto que ambos habían hablado públicamente alguna que otra vez de su vida sexual, el contenido de la robada cinta resultaba de interés periodístico (y  también público). Al final, Anderson y Lee interpusieron una demanda civil contra la empresa de distribución de vídeos Internet Entertainment Group, que desde finales de 1997 estuvo comercializando la grabación, y consiguieron que, en última instancia, las cortes les concedieran 1,5 millones de dólares —una estrategia que inspiraría desde entonces a otras estrellas (como Paris Hilton o Kim Kardashian) que se vieron envueltas en follones similares—.

Aun así, aquella batalla de desgaste que Anderson y Lee libraron contra el presidente de la citada compañía (Seth Warshavsky), unida a las mofas y el continuo asedio de los paparazzi, hizo mella en su relación personal. De hecho, la rubia de bote más famosa de los noventa acabó denunciando a su marido por malos tratos —Lee fue condenado a seis meses de prisión (de los cuales cumplió cuatro)—, y en 2002 se contagió de hepatitis C por una aguja para tatuar compartida con el músico —con quien tuvo dos hijos y acabó protagonizando unas cuantas idas y venidas sentimentales—.

 

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La cinta de la discordia dio la vuelta al mundo, popularizó el género del porno casero, y hasta contribuyó a legitimar la pornografía. Es obvio que el asunto ocasionó un daño moral en Anderson. Tan cierto como que aquel escándalo disparó su popularidad —en el año 2000 la actriz entró en el libro Guinness de los récords al convertirse en «la estrella más descargada de Internet»— y la ayudó a erigirse en icono pop.

«Lo que he pasado tan solo me ha hecho más fuerte. Todo aquello a lo que sobrevives, lo hace»

La actriz de 54 años, natural de la Columbia británica, pasó un tiempo trabajando como camarera, hasta que las cámaras de televisión que cubrían un partido de béisbol se fijaron en aquella exuberante rubia que había sentada en la grada e iba ataviada con una camiseta de Labatt. El público quedó prendado de sus obvios atractivos y la marca de cervezas la fichó al poco como embajadora. Después, vinieron varias portadas de Playboy —que en 2016 dejó de publicar desnudos y, para poner fin a su tradición, llevó a su cubierta el enésimo posado de la actriz—, su traslado a Los Ángeles, un papel secundario en la sitcom Un chapuzas en casa, y su consagración como estrella mediática que, si bien nunca ha sido tomada muy en serio como actriz, ha podido hacer siempre de su capa un sayo.  

«Lo que he pasado tan solo me ha hecho más fuerte. Todo aquello a lo que sobrevives, lo hace. Y he aprendido muchas lecciones sobre la paciencia y sobre separarme de toda la basura. Una de ellas es que tienes que creer que todo es una bendición, aunque esté disfrazada. Puedes superarlo si confías en que todo sucede por alguna razón», comentaría Anderson en una entrevista con Interview. 

Hace unos meses, la curvilínea embajadora de PETA abandonó las redes sociales —por las que nunca mostró demasiado interés— para centrarse en «leer y estar en la naturaleza». Ahora, el que está considerado como el primer sex tape de un personaje famoso anda nutriendo de contenido a Pam & Tommy, una esperada serie de Hulu de ocho episodios protagonizada por los actores Lily James y Sebastian Stan, y escrita y producida por Robert Siegel y DV DeVincentis, que en 2022 aterrizará en Star (Disney+). Ni Anderson ni su ex están vinculados al proyecto, por cierto. La expectación y el morbo están servidos.

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