Christina Rosenvinge: «Los personajes femeninos siempre son santas o putas»
Christina Rosenvinge se entregó a un público fiel con un nuevo formato que unía música y spoken word en el auditorio de CaixaForum
Christina Rosenvinge, la consagrada musa de la música indie, pop y rock, de ascendencia danesa y con más de 25 años de carrera a sus espaldas, emocionó a un patio de butacas devoto y entregado en el Auditorio de CaixaForum el pasado viernes. La artista, que formó parte de la movida madrileña y además experimentó en otros géneros como el punk y electropop, es la voz de hits como Voy en un coche o ¡Chas! Y aparezco a tu lado.
Sin embargo, en esta ocasión Rosenvinge no interpretó ninguno de estos dos himnos. Esta vez, frente a una sala repleta, en la que los únicos asientos vacíos eran los que separaban a los espectadores para mantener la distancia de seguridad, se atrevió con un formato que alternaba la lectura de sus textos publicados en el libro Debut. Cuadernos y canciones, de la editorial Literatura Random House, con la interpretación de sus canciones. De esta forma, explicaba el contexto en el que las compuso y la situación personal que atravesaba en ese momento, ofreciendo así al espectador, una experiencia mucho más completa. En este libro se pueden encontrar escritos de la artista que datan desde 1992 hasta el 2018, año en el que habla sobre su padre, en un texto bautizado como: Un hombre rubio.
Desde el primer momento en el que Christina se subió al escenario, un silencio abrumador, sinónimo de respeto y admiración, sepultó la sala. Este silencio solo se veía interrumpido para vitorear a la artista, que se abría en canal antes y después de cada actuación, con cada verso y con cada nota.
Rosenvinge comenzó el concierto nombrando los dos libros que más le han marcado a lo largo de su vida, entre los que se encuentra La Biblia y una antología de mitos grecorromanos. «Los dos adaptados para niños, con ilustraciones y letra grande», comentaba la artista. Muchas de las páginas de estos libros inspiraron a Rosenvinge a escribir varias de sus canciones, así como las reflexiones que se encuentran en su libro. En él habla de Sodoma y Gomorra, de Eva y La Biblia, de la infancia con su hermano Jorge, de su familia, de su divorcio y de un largo etcétera más que personal.
Tanto en sus páginas como a lo largo del concierto, Rosenvinge reflexionó sobre la represión que ha sufrido la mujer desde el principio de los tiempos hasta la sociedad actual, ilustrándola con ejemplos de La Biblia, -con la conversión de «la mujer» de Lot, «el de Sodoma», en estatua de sal-, así como a Eva, pasando por mitos como el de Narciso y la ninfa Eco. Mito en el que a Eco, la diosa Hera -mujer de Júpiter- castiga arrebatándole su voz y permitiéndole únicamente repetir las últimas palabras que escuchaba, haciéndole así responsable de las infidelidades de su marido. «La mujer provoca el deseo y el hombre lo sufre. Es algo en lo que coinciden las religiones», sentenció la artista. Rosenvinge trasladó la idea de que estas mujeres «no han muerto. De hecho están rondando por aquí. Te las cruzas en cualquier estación de metro». Estas reflexiones se transformaron en acordes y melodías dando lugar a dos temas: Eva enamorada y Canción del eco. «Los personajes femeninos siempre son o santas o putas. Yo preferiría ser la segunda, porque que te quiten lo bailao», afirmaba Rosenvinge.
Cada tema que la cantautora interpretaba estaba acompañado por su guitarra o piano. Además, le acompañaba Dany Richter con otra guitarra junto a un looper y algún coro, creándose así un ambiente íntimo y personal.
«La mujer provoca el deseo y el hombre lo sufre. Es algo en lo que coinciden las religiones»
Rosenvinge continuó hablando sobre su familia y se centró en su hermano Jorge, en los veranos que pasaba con él. En concreto uno de ellos. La artista contó que ella y su hermano volvían de ver una película de Bruce Lee del cine y planeaban escaparse de casa e ir a Okinawa en barco. «La noche anterior había habido una escena muy fea en el salón», leía la cantante. A raíz de esta historia, compuso su canción Jorge y yo.
De las historias de escaparse a Okinawa con su hermano, pasó a contar la historia de su padre, convirtiéndose este en el momento álgido de todo el concierto. Rosenvinge se abrió en canal una vez más. Habló de la muerte de su padre, leyendo diversos fragmentos de Un hombre rubio. Cuando terminó de pronunciar la última palabra del texto, Rosenvinge contó al patio de butacas que ese fue el origen de la canción Romance de plata, que además de la original, existe una versión en flamenco —porque le gustaba mucho a su padre—, interpretada por Rocío Márquez. «Cuando escribí esta canción no sabía si sería capaz de cantarla, pero aquí estoy», afirmó orgullosa la consagrada cantautora. Pero la cantó.
«No hace falta ser un desgraciado para escribir bien, pero sí que es verdad que, cuando los artistas estamos mal, estamos más inspirados para escribir»
La artista habló también de su doloroso divorcio y del desamor. «No hace falta ser un desgraciado para escribir bien, pero sí que es verdad que, cuando los artistas estamos mal, estamos más inspirados para escribir. En estos momentos, sobre todo de desamor, es cuando reboso inspiración. Cuando estamos bien, no hay mucho que contar», afirmó Rosenvinge.
El concierto finalizó en poco más de una hora y Christina Rosenvinge salió tal y como había entrado en la sala, sigilosa, sin hacer ruido, pero dejando un vacío enorme en el auditorio, aún mayor que el que había antes de empezar el concierto. No hubo bises, y no eran ni uno ni dos los asistentes que comentaron en el patio butacas que se habían quedado «con ganas de más». Eso sí, la artista dejó varias frases en el aire con las que volver reflexionando camino a casa.