Érica Couto-Ferreira: «Los fantasmas y los muertos conviven con nosotros porque comparten memoria pero también espacio»
Hay casas en las que no quieres quedarte a solas. La historiadora Érica Couto-Ferreira aborda las distintas fases de los mitos y leyendas que palpitan en las sombras de ruinas y casas encantadas
Produce un cosquilleo de angustia el observar de lejos las sombras de una fábrica en ruinas o vislumbrar una urbanización abandonada desde la carretera. Hay habitaciones en las que no quieres quedarte a solas. Un pensamiento como una arcada inconsciente que parte de la base de una creencia mucho más oculta: que no solo las personas moran en las casas, que tienen una vida interna entre las paredes, las vigas o los agujeros ocultos que convierte su arquitectura en espacio para la preservación de la memoria, de forma física y tangible e incluso autónoma.
Érica Couto-Ferreira se enfrenta a los interrogantes que provoca la casa encantada en su ensayo Infestación: Una historia cultural de las casas encantadas recién publicado por Dilatando Mentes. Se convierte el propio texto en un umbral de nuestros propios arquetipos cuando leemos una casa, una edificación abandonada o una habitación, porque se han convertido el espacio y sus objetos domésticos en diagramas de la psicología humana.
Érica es asirióloga, historiadora y traductora, nacida en Pazos de Borbén pero residiendo en Italia desde hace unos años después de trabajar investigando para una universidad alemana y tener que reinventarse como redactora y traductora. Su labor como ensayista se ha intensificado en los últimos años con obras como Cuerpos. Las otras vidas del cadáver (GasMask Editores, 2017) o Inferno. El más allá en la Mesopotamia antigua (Aurora Dorada Ediciones, 2020) y copresenta el podcast de literatura fantástica y terror Todo Tranquilo en Dunwich.
Por las páginas de su texto se desvelan los engranajes que desde la época gótica hacen que creyentes o no se estremezcan, que sostienen las leyendas que se reproducen por cada pueblo o ciudad. Érica celebra varias veces la diversidad de significados y desarrolla a partir de teorías hauntológicas.
La casa pasa por ser refugio y lugar para expresarnos, crisálida, pero a partir de ahí se convierte en sombra de lo viejo ante lo nuevo, testimonio del declive de las estructuras carcomidas que se derrumban por avances capitalistas, o también en espacio liminal para que ciertas autoras puedan afrontar creencias inmutables de las élites, desigualdades socioeconómicas o diferencias raciales.
Pero es que el símbolo de la casa encantada es tan antiguo que ha servido también para explorar las consecuencias de la industrialización, el colonialismo, los nuevos ricos y toda una serie de traumas de clase. También demuestra Érica con el desfile de autoras que han servido las narraciones sobrenaturales de autoría femenina como espacio alternativo a los espacios masculinos. Queda especialmente claro en los últimos dos capítulos, dedicados a Daphne du Maurier (1907-1989) y Rebeca y a Shirley Jackson (1916-1965) y La maldición de Hill House, donde podemos ver desfilar en el siglo XX las mismas relaciones sentimentales con espacios y objetos que establecemos ahora en nuestros hogares.
En el siglo XX esta fascinación por las casas encantadas bebe del derecho y el psicoanálisis creando el concepto de poltergeist como proyección de tensiones individuales. Los miedos se convierten finalmente en proyecciones tridimensionales de la propia mente degradada, en un lienzo sobre el que plasmar los nuevos dispositivos de culpabilidad, vacío, soledad, represión o trauma. En palabras de la autora finalmente «nuestros cuerpos se convierten en la casa encantada definitiva».
¿Cómo nace esta investigación?
Mi interés por las casas encantadas lo tengo desde siempre. La vivienda encantada ejerce una fascinación fortísima en las personas que amamos el terror. Siento además una fascinación en general por las casas, no solo las encantadas, me gusta fijarme en cómo la gente vive sus hogares. En este ensayo lo que hago es combinar una serie de gustos personales. Conocía algunos títulos pero otros los encontré a medida que avanzaba en la investigación. Empecé en verano de 2019 así que fue un trabajo de año y medio.
El libro funciona más como análisis cultural que como recopilación geográfica pero me doy cuenta que la infestación a la que te refieres me afecta a mi individualmente al ver una casa encantada.
La casa encantada funciona muy bien a nivel personal y subjetivo porque permite identificarse con esos espacios por mucho que habitemos un piso compartido o familiar y no una mansión en Londres. Pero sí conectamos porque en nuestras casas siguen existiendo los mismos elementos arquitectónicos que en las narraciones decimonónicas. Espacialmente seguimos conectando con esos relatos espectrales.
Dentro de los múltiples significados que esconde la casa encantada está el de reverso del sueño americano o el de testimonio de declive de un imperio, ¿nos sucede lo mismo con las ruinas o obras de otros períodos políticos?
La urbanización en declive o las fábricas abandonadas prueban esos pequeños fracasos cotidianos que impulsan a la gente a cambiar de vida. Pienso también en las viejas construcciones comunistas de países bajo influencia de la URSS, grandes monumentos al fracaso que siguen evocando los fiascos que arrastramos con nosotros. En nuestra vida cotidiana o en las ciudades y pueblos que habitamos hay muchos ejemplos.
Si queremos pensar en nuestra vida como un espacio permanentemente infestado podemos hacerlo, los fantasmas y los muertos conviven con nosotros porque comparten no solo memoria, también espacios. Conviene también reconocernos en ellos.
Aquí las ruinas del fascismo no han sido tan proclives a ser encantadas…
Porque la ruina implica también la destrucción, los restos de algo que estaba vivo y ahora está muerto. En el caso del fascismo se tratarían más de monumentos vivos, no son restos, es algo que sigue siendo.
¿Es la casa un modo de pervivencia de los símbolos de religión y familia en tiempos líquidos?
Yo creo que estas conexiones que establecemos con la casa y la familia las hacemos desde la infancia, mucho antes que podamos hacer el mundo a nuestra medida y tomar decisiones moderadas. Eso crea un sustrato del que no podemos librarnos, la casa es el primer microcosmos en el que nos movemos.
Hay preeminencia de autoras en el texto y eso parece guardar relación con el rol de la mujer como ángel guardián del espacio privado y con la posición especial del género para denunciar su situación de invisibilidad legal.
La elección de incluir un cierto número de autoras no es consciente como agenda, es que realmente ha habido muchas autoras de género que han utilizado la casa para proponer reflexiones sobre las desigualdades de género, dificultades económicas, el estado psicológico de la mujer dentro del matrimonio, y toda una serie de cuestiones ligadas a la relación secular entre mujeres y espacio doméstico. La esfera doméstica siempre ha sido un ámbito de acción restringido en el que las mujeres tenían un predominio.
Es lógico que cuando ellas se lanzan a escribir novelas surjan la casa, los ambientes domésticos o los desequilibrios familiares. Es el espacio en el que suponía que la mujer debía realizarse y al lograrlo o no afloran todos esos traumas en la forma de casa infestada.
¿Aparecerán nuevos modelos de casas encantadas?
Seguro que sí gracias a los nuevos procesos de producción artística. En el cine están saliendo nuevas propuestas de casa encantada en base a nuevos contextos políticos y socioculturales que estamos viviendo en el presente.
En la película His House (Remi Weekes, 2020) se narra la historia de una pareja de migrantes que llegan a Gran Bretaña y a los que dan un piso de protección oficial. Les obligan a seguir ciertas reglas y adaptarse a la sociedad británica y obviamente se da un hiato o dificultad para adaptarse con una serie de fantasmas que llevan como migrantes. Es una historia de casa encantada que propone el tema desde una perspectiva con aspectos étnicos o económicos que habla de nuestro presente y de sectores de la población que hasta hace muy poco no tenían representación en la literatura o en el cine.
¿ Y habrá casas encantadas con relatos de confinamiento?
Estoy segura de que sí. En el cine lo hemos visto en Host (Rob Savage, 2020) que grabaron con Zoom. El confinamiento tendrá un impacto en la literatura puesto que ésta es una reflexión sobre el statu quo del presente. Podemos esperar un nuevo giro de tuerca en el motivo de la casa encantada a la luz de lo que está sucediendo.