Virginie Despentes: «El sentimiento de fracaso que compartimos todos los países no es menor que cuando publiqué 'Vernon Subutex'»
«Es la novela más empática que ha escrito Virginie Despentes y la más empática del inicio del siglo XXI», opina Luz, dibujante de la revista satírica Charlie Hebdo y superviviente del ataque que asoló la redacción, quien es el ilustrador de la adaptación a novela gráfica de ‘Vernon Subutex’
De entrada, a Virginie Despentes le pareció una mala idea adaptar Vernon Subutex al mundo de la novela gráfica. Su posición se debía a que este título se convirtió en una serie cuyo guion no le gustó en absoluto. Sin embargo, pensó en el dibujante francés Luz, un gran conocedor del mundo rock que retrata en su trilogía. Este «loco», como lo llama con humor, aceptó el reto. Durante tres años han estado trabajando de manera estrecha para poner rostro a esos personajes, perdedores todos de algún modo, que bucean en los traumas de la sociedad francesa. El resultado de este trabajo se publica ahora en España bajo el sello Salamandra Graphic en una edición que reúne los dos primeros tomos.
«Luz se ha enamorado de la novela, la ha hecho suya y ahora la conoce mejor que yo. Gracias a él he aprendido a quererla más que antes», sostiene Despentes. Y añade, por si aún quedara alguna duda: «no es una adaptación, es un Vernon Subutex Deluxe», apunta. Vernon Subutex es el nombre del protagonista de la historia, antiguo propietario de la tienda de discos Revólver que, venido a menos, ha entrado en decadencia. Sin trabajo y sin dinero Vernon acude a sus amistades en busca de supervivencia. A lo largo de las páginas Despentes nos presenta un mosaico de personajes descontentos con su vida pero, no por ello, marginales. «Cuando escribo no pienso en ellos como marginales, en este caso hay algunos personajes ricos con trabajo. Pero es cierto que ninguno está contento con su realidad. Me interesa que cada uno esté encerrado en su mundo, en su apartamento, con sus obsesiones», aprecia.
Para la escritora era importante dar vida a un grupo de personajes cuya compañía no siempre sea agradable para el lector. No obstante, asegura que se identifica personalmente con todos pues en ellos ha volcado una parte de sí misma que reconoce como buena. Luz, dibujante de la revista satírica Charlie Hebdo y superviviente del ataque que asoló la redacción, cree que el proyecto salió adelante por la amistad que entablaron. «No podría haber adaptado esta obra sin la conexión y la complicidad que tenemos. Lo que nos unió seguro fue la música pero también el feminismo», arguye. Adaptar una novela a otro lenguaje «siempre es un proceso complicado porque supone una deformación del original y para hacer ese trabajo debe haber una confianza total con la otra persona. Si no hubiéramos tenido un flechazo amistoso no hubiera funcionado», reconoce.
En este sentido, Luz ha disfrutado dando vida a cada uno de los personajes creados por Despentes, «incluso con el más cabrón», apunta. «Tienes que disfrutar dibujando, encontrándote con ellos cada mañana. Es cierto que en algún momento ha sido difícil pero a lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de encontrarme con muchos cabrones», bromea. Xavier fue con el que más disfrutó porque «consistía en dibujar lo ridículo de este personaje que es el más materialista, de derechas, nostálgico… Me ha gustado triturarlo aunque es un desafío hacer que el personaje insoportable se gane la empatía del lector», indica.
En esto algo tiene que ver la manera de escribir de Despentes pues brinda a cada uno de ellos una oportunidad. Les escuchamos «aunque no estemos de acuerdo con ellos. Es la novela más empática que ha escrito Virginie y la más empática del inicio del siglo XXI», opina Luz.
La música como catarsis
Sin embargo, hay otro aspecto que ha jugado a favor: la afición de Luz por la música (trabajó como DJ durante un tiempo). «Lo curioso es que cuando comencé con Vernon Subutex no escuchaba música, dejé de hacerlo unos años porque estaba bloqueado y, sin embargo, cuando nos encontramos por primera vez le regalé un vinilo que hacía mucho que no escuchaba en ningún sitio», recuerda Luz. Para el dibujante fue como «volver a la discoteca» y reconciliarse con la idea de que la música es tan esencial como respirar. Por esta razón creyó que era necesario que el libro se correspondiera con su personalidad y su libertad en la ilustración. «No quería que fuera una traducción nostálgica de la música, quería que hubiera una luz, una suma de pensar y de hacer».
En los años 80 el rock era sinónimo de libertad pero, ¿qué queda de ello en la actualidad? Luz cree que «todas las décadas han subrayado la libertad del rock pero la industria musical ha formateado un poco la música. Lo que me parece interesante es que tal vez ahora ese espacio de libertad del rock quizá lo encontramos en el rap aunque también ha cambiado mucho. Creo que todas las personas que han amado la música son nostálgicas de una libertad ficticia que encontrábamos en la música». Quizá, continúa, porque «éramos más jóvenes y puede que sea una nostalgia vinculada al individuo, a nuestro ayer. Todas las personas apasionadas por la música mantenemos una cierta llama, una chispa de esperanza. ¿Cómo se revive esa luz cuando la industria lo ha ocupado todo?», se pregunta el ilustrador.
En Vernon Subutex las referencias musicales marcan una gran parte de la historia. El propio Vernon es un apasionado que «se ha convertido en lo mismo que el mercado, se ha materializado y aunque se ha quedado fuera del mundo mantiene esa llama dentro», sostiene Luz. Quizá, uno de los objetivos del libro sea, precisamente, hablar de esa «llama de luz que está al margen de la industria e intentar ver qué queda cuando todo se ha perdido, cuando la sociedad te ha rechazado».
¿Tiene Vernon más fuerza hoy?
La Covid, desde luego, no ha arreglado las cosas. «El sentimiento de fracaso que compartimos todos los países no es menor que cuando publiqué Vernon Subutex», aprecia Despentes. Se puede afirmar, por tanto, que su novela ha ido adquiriendo fuerza con el tiempo y pensando en los años transcurridos desde entonces la escritora aprecia dos diferencias: «Ahora hay más miedo porque la extrema derecha está escalando con una fuerza que no esperábamos. Pero al mismo tiempo observo otro tipo de mentalidad en la gente, los jóvenes tienen más entusiasmo».
Al fin y al cabo esta trilogía se convierte en una crónica generacional. «Para cada uno es una aventura tener 50 años. Cuando vivía en España me sorprendió la sensación de depresión colectiva que había en 2012 aun cuando había buenas vidas. Me golpeó esa sensación, había tristeza y miedo por lo que iba a venir. Cuando volví a Francia la sensación fue más fuerte aun cuando en España veía las cosas peor», se sincera. En este punto Luz añade que en nuestro país estamos acostumbrados «a sobrevivir desde hace más tiempo. Habéis pasado por periodos más difíciles durante tiempos largos. En Francia, en cambio, hemos tardado más tiempo en darnos cuenta».
En cualquier caso, Luz estaba terminando el primer tomo cuando estalló la pandemia y se sorprendió dibujando «a este tío que iba solo andando por la calle y de pronto las cosas se invertían porque Vernon es un confinado en el exterior. Entonces -concluye- me di cuenta de hasta qué punto éramos Vernons potenciales».