Lienzos sin marcos ni bastidores y la naturaleza como coautora: así es el arte de Vivian Suter
La exposición, albergada en el Palacio de Velázquez del Parque del Retiro, se podrá visitar hasta el 2 de mayo del 2022
El Museo Reina Sofía albergará hasta el dos de mayo de 2022 en el Palacio de Velázquez del Parque del Retiro una exposición de la artista Vivian Suter, comisariada por Manuel Borja-Villel, con una selección de alrededor de 500 obras de la autora argentina.
Entre ellas se encuentra la serie Nisyros, presentada en la documenta 14 de Atenas de 2017, que supone un simbolismo de la atmósfera y las fuerzas naturales de esta isla griega.
Quizá muchos no conozcan a Vivian Suter o su obra. Puede que sea porque no está inmersa en el mundo de las redes sociales. Suter es suizoargentina, nacida en Buenos Aires, que vivió en Suiza durante veinte años. Mantuvo una estrecha relación con la escena artística de Basilea al vivir allí durante 20 años, entre 1962 y 1982. Expuso por primera vez en la Galería Stampa de Basilea en 1971 y más adelante en otras galerías suizas, italianas o africanas.
Insatisfecha con la vida de artista en Europa así como de sus obligaciones sociales, decidió iniciar un viaje en solitario por Centroamérica y la selva guatemalteca hasta que llegó a Panajachel, un pueblo situado a la orilla del lago Atitlán, en Guatemala, donde finalmente se asentó y decidió establecer tanto su hogar como su estudio, al lado de una plantación de café.
Rodeada de una extensa vegetación y hasta de tres volcanes, fue allí donde su obra sufrió un punto de inflexión, transformándose y evolucionando hacia un estilo más orgánico y libre.
Debido a las fuertes tormentas que tuvieron lugar en Guatemala en 2006 y 2010 (Stan y Agatha), sus obras se vieron afectadas al estar en un espacio abierto y se cubrieron de fango, hojas, barro, tierra y un largo etcétera.
Sin embargo, a pesar de que en un primer momento esta situación se tornase amarga para la artista, Suter supo reinventarse y adaptarse. Al principio decidió limpiar el fango y los elementos que habían «destrozado» sus obras y entonces, comenzaron a salir los colores. «Las pinturas tenían otra vida», ha sostenido la artista en diversas ocasiones. La catástrofe se había transformado en algo positivo. Entonces, decidió dejar estos elementos naturales en sus lienzos para ver su evolución.
Suter se dio cuenta de que la naturaleza había acabado sus obras por azar y fue a raíz de dicho suceso que esta cobró un papel muy importante en su obra, convirtiéndose incluso en coautora de sus lienzos. Así, ha explicado que de esta forma las obras evolucionan, siguen el devenir natural y se autodestruyen, pero cuando se exponen, «es como si se detuviese el tiempo». Esta evolución se puede apreciar claramente en la exposición del Palacio de Velázquez.
Suter decidió integrar elementos de la naturaleza en sus obras. Unas veces las deja expuestas para que la lluvia, el viento, palos, insectos, la tierra, el fango, las hojas, se impregnasen en ellas de forma accidental, autocompletándose. A veces incluye pegamento para que los diversos elementos se adhieran mejor. Otras veces, es ella misma la que las impregna de estos elementos.
La artista interpreta su entorno y lo plasma en sus lienzos desnudos, sin marcos ni bastidores. Plasma tanto el interior como el exterior de su estudio, sus alrededores. Sus obras resultan una continuación del paisaje tropical de los alrededores de su taller. Por eso es tan importante que su obra esté expuesta en un espacio en el que ocurra lo mismo, como es el caso de El Retiro, en un entorno natural, generándose así esta conexión.
El Palacio de Velázquez del Parque del Retiro muestra los lienzos colgados, desnudos, como si fuesen telas o mantas. Durante su infancia, Suter solía jugar a esconderse entre las telas de una fábrica familiar, la Estampería Belgrano. En la exposición se genera una sensación muy similar, ya que, al estar dispuestos de esa forma, invita al espectador a perderse entre las obras, colores y texturas, que llenan de vida un interior impoluto con bóvedas de hierro y cristal.
La artista ha querido que sus obras se colocasen además unas frente a otras, como si se estuviesen comunicando. Cabe resaltar que las obras de Suter tienen sentido individualmente, son obras autónomas, pero al mismo tiempo están estrechamente conectadas con las demás. Hablan sobre el clima tropical, experiencias climáticas y sensoriales, naturaleza en estado puro, animales, fenómenos atmosféricos, vegetación y todas ellas con colores vibrantes y gran cromatismo.
La artista no se limita a imitar o representar exactamente lo que ve, sino que va más allá y busca evocar la energía viva de la jungla, produciéndose así una fusión entre la pintura y la naturaleza plasmada en sus lienzos a través de pinceladas gestuales.
El 25 de junio tuvo lugar un encuentro con la artista en el Palacio de Velázquez donde explicó detalladamente su obra, y los asistentes pudieron disfrutar además de la posterior proyección de la película de Rosalind Nashashibi El jardín de Vivian, un encargo de documenta 14 que gira sobre la vida de Suter en la selva guatemalteca, mostrando esa especial conexión entre arte y naturaleza característica de su obra.