Con la proliferación del turismo de misterio, la “gentrificación” de los lugares abandonados y las modernas ‘app fake’ que detectan presuntos fantasmas, es difícil saber cuándo nos encontramos ante un hecho insólito y cuándo estamos ALUCINANDO.
Hará unos dos años me mudé a Madrid por una temporada. La primera semana de mi llegada a la ciudad me alojé en un antiguo colmado del barrio de Malasaña, en una habitación pequeña y oscura parecida a una antigua bodeguilla donde no había ni siquiera cobertura. Inmediatamente empecé a sentirme inquieta y lo relacioné con los nervios del viaje y con la tenebrosa decoración del cuarto, que tenía una de esas camas viejas de hospital. Apagué la luz, me alumbré con la linterna del móvil y me quedé despierta pensando en todo lo que tenía que hacer aquella semana, cuando vi la figura alta de un hombre junto a mi cama y grité pensando que había entrado alguien en la habitación –la puerta era corredera y daba a un patio interior-. Al encender la luz no había nadie, pero al día siguiente la dueña de la casa me dijo que estaba ocupando la habitación del abuelo. Obviamente, me largué de allí aquel mismo día.
El misterio de si hay una vida más allá de esta ha preocupado a la humanidad desde los tiempos más antiguos. Nos aterroriza morir porque no podemos saber qué ocurre después hasta que sucede y ya no regresamos para contarlo. ¿O sí? Algunas personas que han estado clínicamente muertas durante un cierto tiempo hablan de túneles luminosos al final de los cuales les esperan sus familiares difuntos y cuentan experiencias muy parecidas. Pero, ¿cómo saber qué hay en realidad y si no es una imagen simbólica labrada en nuestro inconsciente? ¿Existe el Otro Lado? ¿Y conecta a veces con Este?
Para el parapsicólogo Francisco Recio, que ha investigado numerosos casos de personas que dicen haber sido testigos de encuentros fantasmales, el origen de estas ‘presencias’ sigue siendo un misterio. “Cuando hablamos propiamente de ‘fantasmas’ o ‘espíritus’ nos estamos refiriendo siempre a un familiar fallecido o alguien que ha tenido una relación con el vivo; mientras que los espectros son aquellas apariciones fantasmales que no interactúan con la persona y que asociamos con ‘vida más allá de la vida’, pero todavía no tenemos claro qué es exactamente. Lo único que podemos decir es que parecen tener una cierta inteligencia y que nos incomoda porque sobrepasa nuestra visión de la realidad cotidiana, pero no podemos percibirlo con los sentidos normales, con nuestros ojos físicos. Es una especie de imaginación… Y los testimonios son muy variados: En muchos casos, la persona no está muy seguro de lo que está sintiendo y te habla de siluetas sin rasgos faciales definidos que se asocian a lo humano trascendente. Pero otros llegan a experimentar la percepción de sonidos o ven las llamadas ‘damas blancas’, luces relacionadas con otra dimensión”, explica.
Antes de grabar una psicofonía debemos analizar el lugar donde suceden los fenómenos para detectar corrientes subterráneas o variaciones electromagnéticas que pueden ser las causantes de lo que a priori creemos paranormal.
Si bien ha habido testimonios de aparecidos que vuelven de la muerte con un mensaje para los vivos o de casas encantadas por espíritus que sufrieron muertes violentas desde la Antigua Grecia y Roma, como aseguró en una entrevista a The Objective la doctora en filología clásica Alejandra Guzmán, autora de ‘Fantasmas, apariciones y regresados del Más Allá’ (ed. Sans Soleil), el interés por los fenómenos paranormales, muy en boga en el siglo XIX, se ha extendido tantísimo con el uso de las nuevas tecnologías que una rápida búsqueda en YouTube muestra más de 179.000 psicofonías grabadas en español y unos 87.000 resultados de vídeos protagonizados por amantes del misterio y youtubers que se cuelan en orfanatos, hospitales y otros lugares abandonados para obtener pruebas de esas “presencia” y, por qué no, hacernos pasar un poco de miedo.
No obstante, más allá del morbo, la música trepidante y un par de chavales recorriendo edificios derruidos en plena noche mientras explican a la cámara que han oído un ruido o alguien les está soplando en el oído, no hay mucho más por donde rascar. Ya que, como cuenta Fran Recio, ni grabar una psicofonía es tan sencillo, ni la mayoría de señales que detectan las modernas ‘apps’ de detección de fantasmas sirven de mucho. El trabajo del investigador paranormal es otro…
“Lo primero que debemos hacer antes de intentar grabar una psicofonía es analizar el lugar donde suceden los fenómenos: si hay corrientes subterráneas, repetidores de televisión cerca o variaciones electromagnéticas, como ocurre en La Mussara, en Cataluña. La propia naturaleza geológica puede provocarnos sensaciones muy extrañas. Hay que visitar el lugar con detectores electromagnéticos para comprobar que no haya interferencias, estudiar la historia del lugar y también tener en cuenta el estado de la persona que nos ha dado su testimonio y de quienes conviven con ella. En determinadas etapas de la vida como la adolescencia o tras haber sufrido experiencias muy emotivas tenemos una explosión de energía y puede producirse fenomenología, como que se caigan objetos o se rompan cristales. Por eso, a algunas personas que hacen una ouija se les rompe el vaso, es la energía que se concentra aunque todavía no la sepamos definir”, resume.
Hace un par de años, Francisco Recio visitó el antiguo orfanato de la Ciudad de los Muchachos de Barcelona (Casa Puig), que funcionó desde la dictadura Franquista hasta los años 70’ y del que varios sites de Internet recogen historias truculentas, no muy diferentes a las ocurridas en otras casas de beneficencia de la época –abusos infantiles, malos tratos, un sistema educativo militarizado…-. Los aparatos que emplearon no arrojaron demasiada luz sobre los extraños fenómenos que algunos afirman haber registrado allí; sin embargo, afirma en un artículo publicado en Mundo Parapsicológico que las psicofonías que se grabaron durante la noche en el hospicio hoy derruido eran débiles pero desconsoladas. Pretendían estudiar la emotividad que impregnaba el lugar y ver si “bajo determinadas circunstancias, estas energías pueden manifestarse».
Somos esponjas energéticas
“Hay teorías parapsicológicas que dicen que las emociones vividas en un espacio no se pierden, quedan ancladas, y de ahí que algunos objetos se hayan visto como malditos. En la Ciudad de los Muchachos debió ocurrir la misma tragedia que en otros orfanatos y lo que vas buscando es si hay una relación directa entre lo que se vivió y las sensaciones que produce el lugar. Pero, sobre todo, está la intencionalidad… La predisposición con la que vayas en la búsqueda de algo. ¿Por qué las personas que van a experimentar a enclaves como Belchite solo registran psicofonías de la guerra civil y no sables cruzándose de la época morisca? Nuestra intención cuando nos proponemos captar un fenómeno tiene mucho que ver con el resultado que obtenemos Sin ir más lejos, si ponemos una grabadora después de una sesión de ouija obtendremos más psicofonías que si no lo hacemos, no porque nuestra mente produzca ese sonido sino porque interactuamos con esa realidad”, asegura Francisco.
La tecnología para la detección de ‘presencias’ ha evolucionado mucho desde que a mediados de siglo pasado el productor de documentales estonio Friedrich Jürgenson salió a grabar junto a su mujer el canto de los pájaros con un pequeño magnetófono y al escuchar la cinta encontró la voz de su madre, ya fallecida, llamándole amorosamente: “Friedel… mi pequeño Friedel… ¿puedes escucharme?”, le decía.
Hoy los investigadores hacen uso de medidores para detectar campos electromagnéticos (EMF), escáneres térmicos o sensores de movimiento, entre otros. No obstante, como alerta el parapsicólogo, una brújula –sus agujas se descontrolan cuando hay anomalías electromagnéticas- y una grabadora suelen dar buenos resultados, teniendo en cuenta que toda nuestra tecnología, incluyendo nuestros modernos teléfonos móviles, está pensada para captar nuestra realidad ordinaria y puede haber múltiples interferencias. Una tablet con un micrófono externo e incluso un antiguo magnetófono de casete también pueden ser buenas herramientas. Pero el instrumento más fiable de todos, aunque parezca mentira, somos nosotros mismos: “Por un lado, hay personas que tiene la capacidad de oír frecuencias por debajo o por encima de los 20 Hz a los 20Khz que comprende nuestro espectro auditivo, pero más allá de eso existen personas sensitivas, que son pocos y no se anuncian, y perciben más fácilmente esas energías. Y no importa lo sofisticados que sean los aparatos, de lo que más hay que fiarse es de las sensaciones de las personas. Si hablamos de la reminiscencia de lo que pudo ser una mente, ¿qué mejor que otra persona para captarlo?”.
A veces las personas dicen haber visto siluetas sin rosotro. Via GIPHY