Griñán y Chaves, dos hombres y un destino
“No hubo un gran plan, pero sí un gran fraude”. La frase, que resume perfectamente el escándalo de los ERE, es de José Antonio Griñán, que ha acabado en el banquillo de los acusados junto a Manuel Chaves y otros 20 ex altos cargos de la Junta de Andalucía. Griñán y Chaves. Chaves y Griñán. Tanto monta, monta tanto. Dos vidas cruzadas con un único destino como si de almas gemelas se tratara.
“No hubo un gran plan, pero sí un gran fraude”. La frase, que resume perfectamente el escándalo de los ERE, es de José Antonio Griñán, que ha acabado en el banquillo de los acusados junto a Manuel Chaves y otros 20 ex altos cargos de la Junta de Andalucía. Griñán y Chaves. Chaves y Griñán. Tanto monta, monta tanto. Dos vidas cruzadas con un único destino como si de almas gemelas se tratara.
Hablar de la trayectoria política de uno es hablar del otro irremediablemente y sus biografías así lo atestiguan. Los dos lo han sido casi todo en política; los dos han sido pesos pesados del PSOE. Ambos han sido presidentes del partido socialista, fueron ministros de Trabajo y presidentes de la Junta de Andalucía. Han sido muchos años en el mismo barco y los dos se han visto arrastrados por uno de los mayores escándalos de corrupción en España, aunque sólo sea por la cantidad de dinero público presuntamente defraudada: casi 850 millones de euros.
Chaves y Griñán han acabado sus respectivas carreras políticas de la peor forma que puede acabar un político: desprestigiados. Por no ser, ya no son ni militantes de ese PSOE con el que llegaron tan lejos, ese PSOE con el que ambos hicieron un viaje de ida y vuelta que comenzaron en Sevilla hace ya muchos años. En Sevilla es donde han acabado juntos, otra vez, aunque no por voluntad propia.
Dos expresidentes del gobierno andaluz sentados en el banquillo de los acusados es, sin duda, una imagen dolorosa. Pero ahí están, Griñán y Chaves, sentados uno al lado del otro, una vez más, unidos por el destino de los ERE. Después de siete años de investigación, el juicio arrancó el pasado mes de diciembre. Chaves y Griñán, junto al resto de los procesados, están acusados de participar en una “red clientelar”, una trama dedicada a la concesión ilegal de ayudas a empresas en crisis mediante el “reparto discrecional y arbitrario” de dinero público a través de la Consejería de Empleo de la Junta entre los años 2000 y 2011. Ambos niegan haber tenido algo que ver con la trama de corrupción.
Algo más que un fallo
“Al final en el tema de los ERE es verdad que los controles han fallado«, dijo en su día Manuel Chaves, antes de que echara andar el juicio sobre la pieza política de este caso de corrupción que ha salpicado a la Junta de Andalucía. «Es cierto que el procedimiento que se estableció fue inadecuado y adoleció de falta de controles. Pero de ahí a decir que fue ilegal…Yo esa tesis no la comparto. Y que el fondo fue ilegal, tampoco lo comparto. El problema es que en una Administración como es la Junta de Andalucía, con miles de funcionarios y cientos de directores generales, eso es muy difícil de controlar. Sea cual sea el procedimiento más adecuado, con más controles, da igual, si hay un director que quiere cometer un delito, lo comete. Si un director general que gestiona un fondo de equis dinero quiere robar, roba», añadía el expresidente andaluz.
El caso estalló a raíz de una investigación sobre presuntas irregularidades en Mercasevilla, que en enero de 2011 dio un vuelco cuando la juez Mercedes Alaya abrió una pieza separada para investigar un presunto fraude político cometido por la Consejería de Empleo de la Junta a través de ayudas a empresas en crisis. Durante ese primer año de investigación, Alaya señaló al entonces presidente de la Junta, José Antonio Griñán, situándolo en la “cúspide de una estructura piramidal” que permitió defraudar dinero público durante al menos 10 años. Griñán siempre mantuvo que no estaba al tanto de que tal fraude se hubiera producido, que todas las actuaciones del Consejo de Gobierno relacionadas con las ayudas sociolaborales se hicieron con los correspondientes «informes favorables» y que las modificaciones presupuestarias para pagarlas las aprobó el Parlamento andaluz.
Un año después, la juez ordenó el ingreso en prisión de Francisco Javier Guerrero, exdirector general de Trabajo en la Junta quien, según los investigadores, acuñó la famosa frase “fondo de reptiles”, para referirse a la trama de los ERE. A continuación se produjo la llamativa declaración del chófer de Guerrero según la cual el dinero se gastaba en “copas y cocaína”. Le llegó el turno entonces al exconsejero de Empleo, Antonio Fernández, que tras cuatro días de interrogatorios fue enviado a prisión, convirtiéndose en el primer exmiembro del gobierno andaluz en entrar en la cárcel por el caso de los ERE. Cuatro meses estuvo en prisión hasta que en agosto salió bajo fianza de 450.000 euros.
El hilo de las investigaciones siguió su curso en medio de un duro cruce de acusaciones entre PSOE – que aseguró que la juez Alaya actuaba movida por intereses partidistas – y el PP, presentado en la causa. En 2013 se produjeron varias redadas en empresas y bufetes de abogados en el marco de la ‘operación Heracles’ que se saldó con decenas de detenidos. Esto ocurrió en marzo y en el mes de julio José Antonio Griñán anunció su dimisión como presidente de la Junta. Todo un bombazo mediático.
El dirigente socialista explicó que su dimisión, que se hizo efectiva el 27 de agosto de 2013, obedecía sólo a su deseo de “preservar a la Junta de la erosión” por el caso de los ERE. El 10 de septiembre fue imputado junto a Manuel Chaves y otros cinco exconsejeros por la juez Alaya.
El caso de Chaves y Griñán pasó al Tribunal Supremo, que imputó a los expresidentes de la Junta, junto a otros exaltos cargos aforados, el 20 de junio de 2015. Sólo seis días después, los dos renunciaron a sus respectivos escaños en las Cortes Generales, Chaves en el Congreso y Griñán en el Senado. En 2016 ambos se dieron de baja en el PSOE y se produjo entonces la caída a los infiernos de dos históricos del partido socialista.
Vidas paralelas
Manuel Chaves, Manolo para sus allegados, es un histórico del PSOE, uno de los ‘barones’ con más influencia en el partido durante años. Militante desde 1968, formaba parte del llamado clan sevillano en el que estaban Felipe González, Alfonso Guerra y otros destacados miembros de un partido socialista que por entonces actuaba en la clandestinidad y que, en cuanto murió el dictador Franco en 1975, saltó a la arena política, convirtiéndose en uno de los actores principales de la Transición española. Pepe Griñán, como es conocido por sus amigos y familiares, llegó más tarde al PSOE, a principios de los 80, un poco antes de que el partido ganara sus primeras elecciones andaluzas y generales en 1982.
Chaves nació en Ceuta el 7 de julio de 1947 y Griñán en Madrid el 7 de junio de 1946 pero el destino quiso que coincidieran en Sevilla. Ambos son también hijos de militares. El padre de Chaves fue coronel franquista y el de Griñán, oficial del cuarto militar de Franco. Los dos estudiaron Derecho en la Universidad de Sevilla. Y mientras que Griñán se sacó la oposición de inspector de Trabajo, Chaves se doctoró en Derecho del Trabajo.
Cuando el PSOE ganó las elecciones en Andalucía en mayo de 1982, el abogado e inspector de Trabajo Pepe Griñán fue nombrado viceconsejero de Trabajo hasta 1986 que pasa a ser viceconsejero de Salud en los gobiernos presididos por Rafael Escuredo, primero, y José Rodríguez de la Borbolla, después.
Manolo Chaves, por su parte, entró en política por la puerta grande en 1986 como ministro de Trabajo y Seguridad Social en el segundo gobierno de Felipe González, donde permaneció hasta 1990, cuando regresó a Andalucía para presentarse como cabeza de lista en las elecciones autonómicas que se celebraron el 23 de junio.
El PSOE logró la mayoría absoluta en esas terceras elecciones y Chaves fue investido presidente de la Junta, cargo en el que estuvo 19 años. Fue en ese primera gobierno cuando llamó a Pepe Griñán para que ocupase el cargo de consejero de Salud, puesto en el que estuvo dos años, ya que en 1992 Felipe González lo nombró ministro de Sanidad. Griñán era de sobra conocido en Andalucía pero era un perfecto desconocido en Madrid, donde un medio de comunicación se refirió a él como «un tal Griñán«, expresión que el ministro acabó aceptando con deportividad cuando vio que se había extendido entre el resto de los periodistas.
La separación entre Chaves y Griñán se alarga unos años porque este último pasó de Sanidad a ocupar la cartera de Trabajo en 1993 donde estuvo hasta 1996, año en el que el PSOE perdió la elecciones generales. Griñán, que para entonces ya era diputado en el Congreso, pasó junto al resto de sus compañeros de partido a la oposición.
De nuevo Manuel Chaves le llama en 2004 y Griñán deja su escaño para regresar a Sevilla como consejero de Economía y Hacienda y después como vicepresidente segundo también, hasta que en 2009 el destino vuelve a separarlos.
Ahora es Chaves quien viaja a Madrid. El entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, le nombra ministro de Política Territorial y vicepresidente tercero, lo que obliga al dirigente andaluz a dimitir como presidente de la Junta. ¿Y quién le sustituye en el cargo? Pues Griñán, que se convierte en presidente del gobierno andaluz. Un cargo que revalida en las elecciones de 2012 pero en el que sólo permanece un año, ya que tras estallar el escándalo de los ERE, acabó dimitiendo.
En cuanto a la trayectoria de ambos en el PSOE, una gran parte de la vida reciente del partido no se entiende sin Chaves y Griñán. Chaves siempre estuvo considerado como uno de los ‘barones’ más influyentes, junto a José Bono. Y es en 1994 cuando accede a la Secretaría General del PSOE de Andalucía, donde se mantiene hasta el año 2010 cuando le sustituye el mismísimo José Antonio Griñán.
En el 35 Congreso del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero gana la Secretaría General y nombra a Chaves presidente del partido. La sombra de Griñán, de nuevo, es alargada y será él quien en el 38 Congreso del PSOE le sustituya en la Presidencia del partido a petición del flamante secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba.
Atrás quedaron esos tiempos de éxito en los que Chaves y Griñán eran un valor seguro del socialismo, porque en 2015, en medio del escándalo de los ERE, los dos fueron utilizados como moneda de cambio por el PSOE. Si los socialistas querían gobernar – seguir gobernando – la Junta de Andalucía, la presidenta Susana Díaz necesitaba el apoyo de Ciudadanos o de Podemos. Al final, el pacto lo firma con el partido de Albert Rivera quien exigió las cabezas de Chaves y Griñán, que se vieron obligados a darse de baja en el partido que ambos habían presidido.
Abandonados a su suerte, la Fiscalía Anticorrupción pide 6 años de prisión y 30 de inhabilitación para Griñán por un “delito continuado de malversación y otro de prevaricación, mientras que para Chaves pide 10 años de inhabilitación por prevaricación.