La renta básica universal y su aplicación en España
Si los trabajadores fueran en su mayoría sustituidos por máquinas, tendría sentido implantar una Renta Básica Universal para que los trabajadores puedan subsistir.
La Renta Básica Universal es un ingreso que paga periódicamente el Estado a cada ciudadano que no está relacionado con ninguna situación socioeconómica especial, sino que asegura un nivel mínimo de renta igual para todas las personas. No ha sido aplicado de manera generalizada en ningún país, aunque esta política sí se ha puesto en marcha a modo de prueba.
El principal problema para que un Estado aplique la Renta Básica Universal es la financiación del mismo, lo que está relacionado con la cuantía y la periodicidad del ingreso. Otra cuestión importante es la compatibilidad de la renta básica universal con las distintas prestaciones sociales del Estado de Bienestar ya existentes.
El debate por la implantación de la Renta Universal Básica viene de lejos, con pensadores como Tomás Moro en el siglo XVI o Thomas Paine en el siglo XVIII. No obstante, esta cuestión está tomando especial relevancia en las últimas décadas. Las razones de este auge las encontramos en la creciente automatización de la mano de obra, la irrupción de la inteligencia artificial y el incremento de la desigualdad en las sociedades.
La robotización y el desempleo
Diversos estudios han puesto el énfasis en la destrucción del empleo provocada por la robotización y la automatización. A este respecto hay dos factores importantes: los nuevos puestos de trabajo que surgirán relacionados con estas nuevas tecnologías y el gran incremento de la productividad que va a suponer la incorporación del automatismo a procesos que hasta ahora desempeñaba la mano de obra humana.
La clave está en el consumo. Las familias, el sector público y las empresas están conectados. Los consumidores compran los bienes y servicios que producen las empresas que a la vez necesitan trabajadores a los que pagan salarios. En paralelo el Estado redistribuye la riqueza por medio de impuestos.
Si los trabajadores fueran en su mayoría sustituidos por máquinas, tendría sentido implantar una Renta Básica Universal para que los trabajadores puedan subsistir y de esta manera mantener el consumo y la economía. Aún no hemos llegado a un estado de desarrollo como este.
Impuesto negativo sobre la renta
Milton Friedman, Premio Nobel de economía y adalid del libre mercado, propuso un impuesto negativo sobre la renta. Con este sistema se dotaba de una renta básica o un umbral de ingresos a todas las personas, pero a mayores ingresos se recibía menos subsidio, llegando finalmente a un nivel de ingresos en el que el subsidio desaparecía. Su idea era que este impuesto negativo sobre la renta sustituyera las prestaciones sociales del Estado, incluyendo las pensiones por jubilación.
Es cuestionable que la población quisiera optar por este modelo, dependería también de la cuantía y periodicidad del umbral. Esto hace reflexionar sobre la redistribución de la riqueza que supondría el establecimiento de la Renta Básica Universal, ya que ésta se otorgaría a todos los ciudadanos sin atender a su nivel de renta o ingresos.
Otro problema derivado del establecimiento de la Renta Universal Básica es que si la renta se estableciese sólo en un país podría darse una emigración masiva al mismo para obtener la ciudadanía y el derecho a percibir dichos ingresos.
Por otra parte, esta política tiene también un componente ético. Supondría reconocer actividades que el mercado actualmente no remunera, como el cuidado de familiares o de los hijos, y asegurar que todas las personas cubrieran sus necesidades básicas.
Considerando todos estos aspectos, la mayor dificultad que presenta la implantación de la Renta Básica Universal es cómo financiarla. Al final significaría o bien una subida de impuestos o desmantelar parte o todo el sistema de protección social para poder instaurarla.
¿Y qué pasa con la aplicación de la renta básica universal en nuestro país? El problema radicaría en la cuestión de su financiación, sobre todo con el estado que presentan actualmente nuestras arcas públicas. Recordemos que la deuda pública alcanzó a finales del 2018 los 1,17 billones de euros o el 97% del PIB.
Finlandia, Suiza… y ¿España?
En países con las finanzas públicas más saneadas y mayor renta per cápita se han llevado a cabo diversos experimentos sobre la aplicación de la Renta Básica Universal. En 2017 Finlandia inició un proyecto de este tipo: entregó 560 euros al mes libres de impuestos durante dos años a 2.000 personas desempleadas y elegidas al azar de entre 25 y 58 años. La idea era continuar con el experimento tras los dos años y expandirlo a personas empleadas para estudiar los efectos de la medida.
No obstante el gobierno decidió no continuar con el programa en la segunda fase. ¿El resultado? Por una parte los beneficiarios del ingreso sufrieron menos estrés, una mejor concentración y menos problemas de salud. Por otra parte, no hubo diferencias a la hora de encontrar trabajo entre los beneficiarios de la renta y los que no la recibían. Los resultados del estudio no estarán listos hasta finales del año 2019 o principios del año 2020.
En Suiza, los ciudadanos rechazaron en referéndum la aplicación de la Renta Básica Universal en 2016 por parte del Estado. La renta consistía en 2.260 euros al mes libres de impuestos. La propuesta fue rechazada por un 76,9 por ciento de los votantes, con un 23 por ciento a favor y una abstención del 54 por ciento.
A la luz de estos datos, aún es muy pronto para considerar la aplicación real de la Renta Básica Universal, y menos en un país como España en el que se va acumulando la deuda pública año tras año.
La aplicación de esta medida significaría repensar el Estado de Bienestar y obtener un mayor desarrollo y niveles de renta de los que ahora disfruta el país. También queda por ver el efecto en el empleo de la automatización y la aplicación de la inteligencia artificial en el futuro. La sostenibilidad del Estado de Bienestar y la aplicación de ideas como la Renta Universal Básica podría llegar por esa vía: incremento de la productividad y pago de impuestos por parte de las máquinas.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.