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Economía

Dos décadas de bancos de tiempo en España

El circuito de bancos de tiempo ha crecido en España hasta contar con 200 entidades, unos 6.000 usuarios y tantos servicios como personas lo componen.

Dos décadas de bancos de tiempo en España

Este sistema de intercambio de servicios ha ido creciendo en nuestro país hasta contar con 200 entidades tanto en ciudades como en pueblos, unos 6.000 usuarios y tantos servicios como personas lo componen.

 

Hace 20 años nació el primer banco de tiempo de España. Resumiendo, se trata de un sistema de intercambio de servicios donde la moneda no es el dinero, sino, como su nombre indica, el tiempo. Para celebrar el aniversario, analizar cómo han cambiado y explorar sus próximos retos, Medialab Prado celebró este fin de semana unas jornadas donde aprovecharon para presentar el nuevo banco de tiempo del madrileño Barrio de las Letras, liderado por Time Lab. Pero comencemos por el principio.

“En 1999 el ayuntamiento de Barcelona firma con nosotros el primer convenio de colaboración para extender los bancos de tiempo por la ciudad”, explicó Elvira Méndez, fundadora de estas primeras entidades como directora de la Asociación Salud y Familia. Antes, concretamente durante tres años, habían estado trabajando en un proyecto presentado en la Comisión Europea, Compartir: redistribuyendo los tiempos entre mujeres y hombres, cuyo objetivo era fomentar la conciliación en el hogar. “Desde su nacimiento los bancos de tiempo tienen un marcado componente de género. De hecho, el Instituto de la mujer ha sido uno de los financiadores de los bancos de tiempo no solo en Cataluña, sino en toda España”, explicó.

A partir de aquí “no ha habido una evolución lineal”, asegura Maria Nikolopoulou, secretaria de la Asociación para el Desarrollo de los Bancos de Tiempo. “El primer banco de tiempo se creó muy enfocado y basado en la conciliación como explicaba la creadora. Pero poco a poco se han ido dando más valores a los bancos de tiempo. El valor económico: personas con pocos recursos que tienen acceso a una serie de servicios que en la economía normal no podrían acceder. El valor de la vejez activa: personas mayores cuyos conocimientos y actividad no hay manera de canalizar, pero siguen siendo importantes. El valor de la integración social. Los bancos de tiempo tienen una evolución en paralelo y diferente según el barrio, la ciudad o el entorno donde se constituyen”, añade sobre sus diferentes modelos de gestión y desarrollo.

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Imagen vía Banco de Tiempo.

Actualmente la mayoría de los bancos de tiempo se concentran en Cataluña y, en menor medida, País Vasco, la Comunidad de Madrid o Galicia. En España existen unos 200 bancos de tiempo que utilizan aproximadamente 6.000 personas. Sus perfiles son tan diversos como los servicios ofertados: al fin y al cabo, estas estructuras van creciendo y adaptándose a la oferta y la demanda de sus usuarios. “Todas las franjas de edad, desde los 25 hasta los 75 años, están representadas prácticamente por igual. Y se apuntan más mujeres, aproximadamente un 70%, frente a un 30% de hombres”, explica Nikolopoulou.

“Lo que más se ofrece, estadísticamente, son servicios de cuidados, acompañamiento o canguros, de manera más o menos puntual. Lo que más se solicita son pequeñas chapuzas en casa: pintar, bricolaje, arreglar persianas, montar armarios. Y también se piden costura o arreglos de ropa e idiomas, sobre todo inglés”, continúa diciendo. “A partir de ahí, y como son proyectos muy vivos, cada día se amplían las ofertas y las demandas: repaso escolar, clases de yoga, actividades físicas, asesoramiento, informática, es ilimitado. Depende de la creatividad y los conocimientos de los usuarios”, añade.

No es un voluntariado

En palabras de Méndez, los bancos de tiempo son “inclusivos y pueden entrar personas de cualquier clase y origen social”. De este modo, los define como “laboratorios de construcción de vínculos de reciprocidad” y “espacios protectores del entorno y promotores de la cohesión social” donde la clave es, siempre, el intercambio. “Una de las cosas que buscamos desde los bancos de tiempo es alejarnos de la idea del voluntariado, que pone en una situación desigual a las dos personas porque una persona es la necesitada y la otra la que la ayuda desde su buen corazón. En el banco de tiempo todas las personas están al mismo nivel porque todo el mundo necesita cosas y todo el mundo sabe hacer cosas”, señala en el este sentido Nikolopoulou.

Edgar Cahn, fundador del primer banco de tiempo de Estados Unidos, TimeBanks USA, insistió en esta idea diciendo: “Los que nos dedicamos a los bancos de tiempo formamos parte de un movimiento que ha llevado a cabo tres revoluciones”. Y pasó a enumerarlas. “La primera revolución consiste en decir que el dinero y el precio de mercado no son las únicas definiciones de valor. La segunda es decir que la personas a las que ayudamos pueden ayudarnos y ser nuestros compañeros de trabajo, y si eso no es así hemos fracasado. Queremos cambiar la forma de prestar los servicios y pedimos a las personas beneficiaras que también sean socios activos”.

Así pues, en Nueva York la Iglesia Católica administra un programa médico y un banco de tiempo en el que 3.000 personas han prestado 58.000 horas de ayuda mutua, consiguiendo así que todos puedan vivir fuera de residencias de ancianos. “Hemos logrado lo mismo con los servicios jurídicos: hemos ayudado a personas inmigrantes y les hemos sugerido que compartan estos conocimientos con sus familias”, señaló Cahn, introduciendo de este modo “la tercera revolución: crear nuevos tipos de entidades con la implicación de los bancos de tiempo”.

Para luchar contra el fracaso escolar montaron un programa de alfabetización donde los profesores eran los propios niños. Para evitar la reincidencia entre los adolescentes que habían cometido algún delito menor, organizaron un tribunal de chavales de la misma edad “que básicamente les decían que no hicieran nada estúpido” y les sentenciaban a dedicar unas horas a la comunidad, de nuevo, enseñando a otros niños a leer o ayudando a los mayores con la compra. Para ayudar a los ex convictos a reinsertarse en la sociedad crearon un programa llamado Homecomers Academy donde ellos compartían sus conocimientos.

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En las zonas rurales los bancos de tiempo son una forma de ampliar los límites del pueblo. | Foto: Elaine Casap | Unsplash.

Crear redes de apoyo y hacer comunidad

Según cuenta Nikolopoulou en España ocurre algo parecido. “En Barakaldo, por ejemplo, trabajan mucho el tema de la inmigración. En Barcelona ciertos bancos están más centrados en las personas mayores”, señala. “En las ciudades se trata de recuperar un poco las antiguas usanzas que teníamos de forma natural y lo que ofrecemos es una estructura que te fuerza, entre comillas, a hablar con tu vecino. Pero en las zonas rurales, donde también existen bancos de tiempo, es una forma de ampliar los límites del pueblo y suelen englobar la comarca”, explica. “Es otra de las estructuras que ayudarían a repoblar los pueblos. Evidentemente no es la única ni la más potente porque se necesitan infraestructuras y servicios de interés general para atraer a la gente al campo, pero mucha gente se va de los pueblos porque no tiene una red de apoyo para cubrir necesidades y no sentirse solo”, añade.

Una vez localizado el banco de tiempo más cercano, el primer paso para participar es realizar una entrevista, tanto para introducir a la persona en el grupo como para explicarle el proyecto. “Lo que buscamos con los bancos de tiempo es la cercanía. Desde este prisma la primera toma de contacto tiene que ser en persona. Buscamos romper la desconfianza que tenemos con el entorno y eso es muy complicado desde lo impersonal o lo virtual. Nos tenemos que ver las caras y es a raíz de esto que se crean amistades o contactos, que pueden ser puntuales, pero el hecho de tener la oportunidad de estar en un círculo de confianza permite saber quiénes son las personas que participan y que todos han pasado ese primer filtro”, afirma la secretaria de la Asociación para el Desarrollo de los Bancos de Tiempo.

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Una hora, en el banco de tiempo como en la vida, es una hora. | Foto: Kevin Ku | Unsplash.

La unidad de valor es la hora, independientemente del servicio

Por la misma razón, la unidad de valor es la hora, independientemente del servicio que se ofrezca o se reciba. “Se puede pensar, pues una hora de clase de Excel, como requiere una formación y una preparación anterior, vale dos horas de costura. Esto ocurre en otros países, pero aquí no porque lo que se busca a través de los bancos de tiempo es crear redes, que las personas se conozcan y hacer comunidad”, contó Nikolopoulou para añadir: “Lo más interesante es que puedes contactar con personas con las que normalmente no coincidirías, de manera que también sirve para ampliar nuestras miras”.

Para facilitar todo el trabajo de gestión y dinamización, desde la Asociación para el Desarrollo de los Bancos de Tiempo ofrecen un mapa con todos los bancos de tiempo de España y sus datos de contacto, un sistema de gestión online, una wiki o enciclopedia con recursos o manuales, además de un blog con información. De manera que, si no localizas un banco de tiempo cercano, ¡puedes animarte y crear uno!

De cara al futuro, los bancos de tiempo de nuestro país quieren seguir creciendo y, según su fundadora, deben desarrollar proyectos transversales que lleguen a todos. Entre sus fines, según Méndez: trabajar por acoger a las personas inmigrantes, “promover la corresponsabilidad no solo entre las parejas, sino extenderla a la sociedad” y garantizar que las personas mayores tengan un envejecimiento activo.

A modo de conclusión, Cahn sentenció: “La gente tiene miedo de compartir porque tienen miedo del futuro. Esto lo vemos en el Brexit, el ascenso de Donald Trump, así que tenemos que usar los bancos de tiempo para crear nuevas posibilidades. Nosotros no heredamos el mundo de nuestros antepasados, sino que lo tomamos prestado de nuestros herederos, de manera que nuestro trabajo es dárselo mejor de cómo lo hemos obtenido”.

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