Paul Milgrom y Robert Wilson, los matemáticos que transformaron la naturaleza de las subastas
Los ganadores del Nobel de Economía de este año idearon un nuevo sistema de subastas que se ha utilizado en todo el mundo
Por sus «mejoras en la teoría de subastas e invenciones en nuevos formatos de subastas». Es el motivo que ha esgrimido la Real Academia de las Ciencias de Suecia para conceder el premio Nobel de Economía de 2020 a los estadounidenses Robert B. Wilson (Nebraska, 1937) y Paul R. Milgrom (Michigan, 1948).
Ambos han tenido carreras similares, que empezaron con estudios de matemáticas puras que luego aplicaron a la teoría económica y, concretamente, al análisis de las subastas que les valdría el galardón sueco. «Los galardonados de este año en Ciencias Económicas empezaron con teoría fundamental y después utilizaron sus resultados en aplicaciones prácticas, que se han expandido de manera global. Sus descubrimientos son de un gran beneficio para la sociedad», ha destacado Peter Fredriksson, presidente del comité del premio.
Wilson estudió Matemáticas en Harvard y posteriormente hizo un posgrado y un doctorado en Empresariales. Su carrera como profesor se inició en Berkeley, de donde luego pasaría a Stanford. Allí coincidió con Milgrom y, de hecho, supervisó su tesis doctoral, titulada The structure of information in competitive bidding (La estructura de la información en la puja competitiva).
Las herramientas de la teoría del juego le sirvieron para analizar el comportamiento de los actores en las subastas. Antes había aplicado la teoría del juego a otros ámbitos de la economía como, por ejemplo, en su trabajo Teoría de los sindicatos (1968). Wilson está considerado como uno de los primeros economistas en utilizar la teoría de juegos para analizar situaciones de mercado en las que los actores no cuentan con el mismo grado de información.
La propia Academia Sueca explica sus aportaciones a la economía: «Robert Wilson desarrolló la teoría de subastas de objetos con un valor común, un valor que es incierto de antemano, pero que, al final, es igual para todos». Y añade que «mostró por qué los pujantes racionales tienden a hacer pujas por debajo de sus propias estimaciones del valor común: les preocupa la maldición del ganador, es decir, pagar demasiado y terminar perdiendo».
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The 2020 Sveriges Riksbank Prize in Economic Sciences in Memory of Alfred Nobel has been awarded to Paul R. Milgrom and Robert B. Wilson “for improvements to auction theory and inventions of new auction formats.”#NobelPrize pic.twitter.com/tBAblj1xf8— The Nobel Prize (@NobelPrize) October 12, 2020
Paul R. Milgrom, por su parte, también estudio Matemáticas —en la Universidad de Michigan— y luego se doctoró en Economía en Stanford, donde es profesor desde 1987. Al igual que Wilson recurrió, para aplicarlos a fenómenos de la teoría económica, a recursos de la teoría del juego y de la teoría de las probabilidades. De él destaca el comité del Nobel que «ha analizado las estrategias de puja en diferentes formatos de subasta famosos, demostrando que un formato dará al vendedor un mayor beneficio esperado cuando los pujadores saben más sobre los valores estimados de los demás durante la puja».
Milgrom tuvo la oportunidad de llevar a la práctica su teoría cuando en 1973 la Comisión Federal de Telecomunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos le pidió su ayuda para diseñar las subastas del espectro radioeléctrico. Inicialmente Milgrom se mostró reacio, pero, tras revisar otras propuestas que había recibido la FCC, se dio cuenta que podía hacer una propuesta mejor, que elaboró junto con Wilson. Parte clave de la propuesta era abandonar el sistema de las ofertas en sobre cerrado y hacer pujas abiertas para que cada empresa pudiera ver lo que las otras ofrecían. Ese sistema ha sido, desde entonces, adoptado por las administraciones de todo el mundo para subastas del espectro radioeléctrico y otras subastas públicas.
Tanto Robert B. Milgrom como Paul R. Wilson habían ganado antes el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en 2013 y 2016, respectivamente. El primero lo ganó «por sus influyentes contribuciones a un abanico inusualmente alto de campos de la economía, incluyendo las subastas, el diseño de mercados, contratos e incentivos, economía industrial, economía de las organizaciones, finanzas y teoría de juegos», según reconoció la entidad que entrega el galardón al otorgarle el premio. Wilson, por su parte, lo ganó tres años después por «sus pioneras contribuciones al análisis de las interacciones estratégicas cuando los agentes económicos tienen información limitada y desigual acerca de su entorno».