Turismo: crecer con responsabilidad, o la responsabilidad que implica crecer
Cuanto mayor es una actividad, mayor es la responsabilidad para que esté integrado en las expectativas de la sociedad

Colas en el aeropuerto.
Los datos de crecimiento del sector en los últimos años son una buena noticia. Ya este verano, informes relevantes de entidades como Exceltur avanzaban en sus previsiones para el cierre del 2024 una estimación de crecimiento de la actividad turística (directa e indirecta) del 6,3% respecto al año anterior. En una línea similar, Caixabank Research señaló en junio una previsión de crecimiento del 5%. En los últimos días, se han confirmado estas previsiones, cuando el Ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu señalaba que han visitado nuestro país 94 millones de turistas extranjeros en 2024 (un 10% más que el año anterior), y han generado un gasto turístico de unos 126.000 millones de euros, lo que supone un 16% más que en 2023.
Lo que sin duda es una buena noticia, exige también una reflexión constante sobre el modo en el que el sector desarrolla su crecimiento. Cuanto mayor es el alcance de una actividad, mayor es la responsabilidad para que su impacto esté integrado en las expectativas de la sociedad en general, y de los distintos grupos de interés más directamente impactados. Los esfuerzos que se realizan en esta dirección son notables, y los distintos agentes vinculados al turismo tienen un compromiso cada vez mayor con la sostenibilidad.
Entender los aspectos sobre los que una actividad pujante, que crea empleo y riqueza, genera algún tipo de externalidades negativas es el punto de partida para poner remedio. Abordar esa gestión desde la perspectiva de la sostenibilidad es la baza que tiene el sector para seguir contando con el beneplácito de su entorno y preservar su licencia social para operar.
Un estudio reciente de LLYC, elaborado sobre cinco de las zonas geográficas con mayor vinculación al turismo, identificaba de forma clara varios aspectos que generaban polarización y conversación negativa sobre la actividad turística. Estos tenían que ver, entre otros, con molestias en vecindarios, problemas de pérdida de vida tradicional en los barrios o asuntos relacionados con la movilidad y el uso de algunos servicios, y con impactos percibidos por la vivienda vacacional.
Ni el turismo es directamente responsable de todos estos aspectos, que no pueden entenderse de forma aislada vinculados a una única actividad, ni el sector, como grupo heterogéneo de subsectores, puede tampoco abordar la solución integral a todos estos aspectos que generan rechazo en una parte de la población.
Sin embargo, las empresas y sectores vinculados al turismo tienen en su mano el desarrollo de políticas que impulsen la sostenibilidad del sector. Tanto de forma individual, como de forma conjunta. Escuchar el entorno en el que desarrollan su actividad, poner en marcha iniciativas que impacten positivamente en las poblaciones donde mayor presencia tiene el turismo, y ser capaces de evidenciar ante la sociedad los indudables beneficios que genera la actividad, resultan claves para la prosperidad y la sostenibilidad del sector.
En estos días se celebra FITUR, que con toda seguridad batirá un nuevo récord de visitantes, expositores y superficie. Es un buen momento para el impulso de iniciativas que vayan en esta línea, en la de evidenciar, más allá de los aspectos económicos, la relevancia social y cultural de una actividad que cada vez está más interrelacionada con la vida de los habitantes de los destinos turísticos. El futuro del sector pasa por ser sostenible. El turismo será sostenible o no será.