Transformación sostenible y generación de confianza para el éxito empresarial
Aunque su avance ha sido rápido, las cuestiones ESG enfrentan reticencias que desaceleran su ritmo

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El aumento de las noticias sobre cambio climático, el aluvión regulatorio en cuestiones ESG, la urgencia por cumplir con una transición verde y justa, el escrutinio de los inversores y la polarización de la conversación social no dejan lugar a dudas: estamos viviendo el momentum de la sostenibilidad. Pero no es un camino lineal.
Los criterios ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza) han dejado de ser una nota al pie para convertirse en un eje estratégico y una exigencia ineludible. Para que nos hagamos una idea, las normativas de sostenibilidad se han incrementado un 155% en la última década, según ESG Book (2023).
Últimamente, asistimos, además, al auge del discurso anti-ESG, liderado por algunos políticos y legisladores en varios estados de EEUU. La comunidad financiera no es ajena a estas presiones y hace unos días vimos como BlackRock abandonaba la Net Zero Asset Managers (NZAM), una iniciativa clave que busca apoyar a los inversores en la transición hacia emisiones netas cero.
En el ámbito empresarial, muchas compañías se ven atrapadas entre la presión de cumplir con nuevos estándares, la falta de claridad en su implementación y la politización de la sostenibilidad. Aunque su avance ha sido rápido, las cuestiones ESG enfrentan reticencias que pueden desacelerar su ritmo, pero no frenar su progreso. Es crucial que las empresas integren la sostenibilidad, pues su futuro depende de adaptarse a estas transformaciones, no de resistirse a ellas. De entender que, además del cumplimiento, esta nueva manera de hacer el negocio propuesta por la sostenibilidad también aporta grandes oportunidades.
De hecho, en el contexto actual, conectar el negocio con la sostenibilidad es una palanca estratégica para generar confianza. Es decir, una empresa sostenible no solo reduce riesgos, promueve eficiencias e impulsa el impacto positivo, sino que es capaz de generar un activo tan poderoso como la confianza entre sus grupos de interés.
El desempeño de una empresa es importante, pero es en sus «cómos» donde reside la diferencia, siendo en ese momento cuando confluyen confianza y sostenibilidad. Pensemos, por ejemplo, en una empresa del sector del transporte, más allá del «qué» (trasladar una mercancía del punto A al punto B), la sostenibilidad va sobre los «cómos», esto es: cómo son las condiciones laborales de los empleados, cómo son vehículos que realizan las rutas, cómo se minimiza el impacto de las operaciones y cómo se relaciona con el territorio local. Cuando una empresa actúa desde la sostenibilidad, lanza el mensaje de que se puede confiar en ella, ya que vela por sus intereses, pero también por los de aquellos con los que se relaciona.
Los aspectos de sostenibilidad son palpables: la reducción de la huella de carbono o la creación de oportunidades de empleo de calidad son un ejemplo sencillo. Pero ¿y la confianza? Aunque sea un activo inmaterial, su efecto es muy tangible. La confianza es 13 veces más importante que la reputación a la hora de alcanzar una valoración positiva en las decisiones financieras y es el tercer factor más importante para los inversores, solo superado por el rendimiento financiero y las condiciones de la industria, según diversos estudios de FTI Consulting. Las empresas confiables mejoran sus índices de recomendación (+88%) y retienen el talento hasta un 50% más que una empresa con bajos niveles de confianza.
En definitiva, la sostenibilidad y la confianza se han convertido en pilares fundamentales de una nueva forma de hacer negocios: pasar de un enfoque transaccional a uno relacional es más necesario (y competitivo) que nunca.
Hoy las empresas necesitan profesionales que hagan posible esta transformación. La sostenibilidad y la generación de confianza ya no son un ámbito exclusivo de la «RSC». Como bien señala Forética en su informe anual, los aspectos ESG han «cruzado el organigrama» e involucran a todas las áreas y órganos de la empresa.
Este cambio es evidente al observar cómo tres normativas clave impactan en el ámbito corporativo. Las áreas de finanzas y riesgos -además de sostenibilidad- están inmersas en ejercicios de doble materialidad, alineados con las obligaciones de la CSRD. Por su parte, los equipos de compras se preparan para incorporar la diligencia debida en derechos humanos y medio ambiente, tal como exige la CSDDD. Mientras tanto, marketing y comunicación, entre otras áreas, deberán velar por el cumplimiento de la Directiva de alegaciones medioambientales para prevenir el greenwashing. Por ello, es crucial que las compañías empoderen a sus equipos, apuesten por la formación y preparen a los comités de dirección para integrar de forma efectiva la sostenibilidad en la estrategia corporativa y su ejecución.
Todo cambia cuando empiezas a hacer las cosas no solo para tener éxito, sino para ganarte la confianza de quienes te rodean. Porque en el mundo empresarial de hoy, la verdadera ventaja competitiva no está en lo que haces, sino en cómo lo haces.