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Economía

Más allá de la sostenibilidad: el imperativo de la economía circular y la regeneración

La gran pregunta es si la transición será voluntaria o forzada. Es allí donde debemos intervenir, antes de que sea tarde

Más allá de la sostenibilidad: el imperativo de la economía circular y la regeneración

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En un mundo donde la complejidad nos desafía constantemente, se hace cada vez más evidente que nuestras acciones y elecciones actuales están definiendo el camino de la humanidad para las próximas décadas. Ya estamos viviendo este momento de transición hacia un nuevo paradigma que se está formando frente a nuestros ojos. Esta situación es un entramado de desafíos ambientales, políticos, sociales y económicos que requieren una resolución no solo efectiva sino también urgente y a gran escala. Tenemos los medios y el conocimiento, para ello, pero debemos orientarlos correctamente para avanzar.  

La Economía Circular ha emergido, en los últimos años, no solo como una opción ética y sostenible, sino como el camino más prometedor para afrontar la emergencia climática y los demás desafíos de la humanidad. La economía lineal, con su «’extraer, producir, usar y desechar’», evidentemente insostenible en el tiempo, ha demostrado sus límites. El crecimiento y el desarrollo impulsados por este modelo ya no son viables, dado que se basan en la explotación desmedida de recursos finitos y escasos en un contexto, geopolítico y económico, cada día más fragmentado. Esta realidad nos obliga a una reflexión crítica: la transición hacia un paradigma circular no es simplemente deseable, sino imperativa. 

La gran pregunta es si la transición será voluntaria o forzada. Es allí donde debemos intervenir, allí es donde podemos intervenir antes de que sea tarde. Porque para poder transitar hacia un modelo bajo en carbono, circular y justo, más resiliente y saludable, es posible si nos organizamos, entre todos, para ello. Es posible si no damos por sentado lo que hemos conseguido hasta ahora y trabajamos para una transición planificada y progresiva, que se pueda desvincular realmente de un crecimiento fin a sí mismo. De lo contrario, en la crisis y en la urgencia que vendrá, sólo se podrán «salvar los muebles» y tomar medidas y decisiones apresuradas y parciales que como hemos ido aprendiendo no suelen ser las mejores. 

Más allá de la mera circularidad de los recursos, la regeneración se presenta como el siguiente y crucial escalón. No basta con minimizar el impacto negativo o simplemente mantener el statu quo. La regeneración implica una mejora activa de los ecosistemas y las comunidades que nuestra economía global afecta. Sin un enfoque regenerativo, los esfuerzos circulares por sí solos podrían resultar insuficientes. Necesitamos sistemas que no sólo conserven, sino que enriquezcan y transformen positivamente nuestro entorno. Hablamos de la salud de los ecosistemas que albergan y sostienen toda la vida en la tierra, pero también de nuestra salud como familia humana. De la una depende la otra y viceversa. 

En un mundo inhabitable y deshumanizado no hay economía, ni paz, ni bienestar, sólo hay violencia. Por eso, este cambio hacia modelos económicos que integren tanto la circularidad como la regeneración es fundamental para nuestra prosperidad futura. La integración de prácticas regenerativas puede revitalizar no solo nuestro entorno natural, sino también fortalecer la resiliencia y la viabilidad de nuestras comunidades. Los sistemas regenerativos deben ser entendidos como inversiones en nuestro presente y futuro colectivo, enfoques que no solo evitan el agotamiento de los recursos, sino que también fomentan un entorno más saludable y sostenible.

Incorporar principios de economía circular y regeneración no es solo una responsabilidad ética; representa una oportunidad económica sustancial. Estos sistemas pueden crear eficiencias significativas, generar menos desperdicio, reducir costos y satisfacer nuevos mercados y necesidades, en otras palabras, mejorar la vida de las personas, garantizando una vida plena y digna, pero con mucho menos recursos y quedando dentro de los límites planetarios. 

El viaje hacia la economía circular y las prácticas regenerativas no es simplemente un desafío técnico; es sobre todo, un cambio profundamente humano y cultural. Requiere un cambio en la percepción y el comportamiento a nivel individual y colectivo. Cada uno de nosotros tiene un papel crucial en este cambio. Desde el empresario que innova en modelos de negocio sostenibles hasta el consumidor que elige productos de manera consciente, todos contribuimos a este monumental cambio de paradigma. Es una cuestión de narrativas, que desvinculen el éxito social de lo material, que premie lo colectivo en vez de lo individual, que promueva lo duradero en vez de lo efímero y vacío. 

Es esencial abordar este cambio desde múltiples frentes. Los gobiernos y las políticas públicas juegan un papel indispensable en la creación de un ambiente que favorezca la adopción de prácticas circulares y regenerativas, deben velar por nuestra salud, por la democracia y la justicia social. 

Enfrentar la complejidad de nuestro mundo actual no solo es un desafío, sino también una invitación a actuar con valentía y creatividad, vivimos un momento complicado pero fascinante. Nos encontramos en un momento decisivo donde la acción colectiva e individual puede catalizar una transformación profunda y duradera hacia la sostenibilidad. 

¿Nos ponemos con ello? 

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