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Economía

Hacia una Responsabilidad Social Cultural 

Las organizaciones deben convertirse en activistas de la cultura

Hacia una Responsabilidad Social Cultural 

Freepik.

La cultura no es sólo entretenimiento. Es una herramienta básica para el desarrollo sostenible de la sociedad, que beneficia a los demás ámbitos de la vida, desde la economía a la salud, pasando por el turismo, empleo, cohesión social, igualdad, educación y arraigo rural. No hay más que pensar en el momento crítico de la Pandemia, cuando los españoles estaban confinados: mientras los sanitarios cuidaban la salud física, fue la cultura la que, a través de un libro, el concierto de nuestro artista favorito en Instagram o esa serie de las plataformas digitales, protegió el bienestar emocional de las personas. De ahí surge el concepto ‘Responsabilidad Social Cultural’ (#RSCultural), creado por Contraportada, desde el convencimiento de que todas las organizaciones, además de la responsabilidad social o ambiental, deben asumir su compromiso con la cultura. 

Una iniciativa que se apoya en las Naciones Unidas, que la considera un elemento transversal de los ODS: «la cultura es un componente esencial del desarrollo humano, es una fuente de identidad, innovación y creatividad, y ofrece soluciones sostenibles a los desafíos locales y mundiales». 

La #RSCultural se vertebra en una doble dirección, interna y externa. En primer lugar, las compañías deben aportar los instrumentos que propicien el acercamiento, aprendizaje y disfrute de las diferentes manifestaciones culturales, a través de un programa anual que se despliegue en talleres, actividades en equipo, visitas guiadas o voluntariado cultural, entre otras propuestas.

Pero no debe ejecutarse como algo aislado. Tiene que generarse un clima que no suponga un esfuerzo adicional para los trabajadores, pero sí haga crecer el interés de manera natural en el seno de la organización. Por tanto, la experiencia cultural debe previamente ilusionar, durante la vivencia ha de emocionar, y posteriormente tiene que mantenerse un recuerdo positivo para que sea recomendada. 

De cara al exterior, se tiene que analizar la manera en la que la organización puede contribuir al desarrollo sostenible del sector, ya sea apoyando proyectos o espacios culturales, o utilizando la cultura como vehículo para mejorar el entorno. Por eso, no puede visualizarse como contraprestación comercial, sino que debe enmarcarse en el compromiso de la marca con la sociedad. Pero tranquilos, la cultura, siempre, mejorará la reputación de cualquier compañía. 

Existen ejemplos maravillosos de cómo las organizaciones se han convertido en activistas de la cultura: CaixaBank ha creado un canal digital, CaixaForum+, el auténtico ‘Netflix de la cultura y la ciencia’, que está educando culturalmente a toda la sociedad. Reale Seguros ha puesto en marcha el proyecto ‘Cultura con impacto’, donde apoya iniciativas culturales, respectivamente, con aplicación terapéutica, generadoras de empleo entre las personas con menos recursos, y otras que desempeñan un papel clave en el fomento de la inclusión. Y la Diputación de Almería organiza el Festival Murmura, que se celebra en la Alpujarra almeriense. Este certamen invita a los aficionados a la música a visitar pequeños municipios, donde viven experiencias auténticas y, de esta manera, descubren sus valores turísticos y patrimoniales.

En Contraportada compartimos el concepto #RSCultural en unas jornadas, que acaban de sumar la sexta edición, coorganizadas con el Ayuntamiento de Almería, en las que reunimos a los profesionales del sector para que convivan con el tejido empresarial, con el fin de concienciar sobre los valores de la cultura, a la vez que aportamos formación cualificada y visualizamos las buenas prácticas.

De la misma manera, los propios proyectos culturales deben integrar en su ADN la sostenibilidad ESG, ambiental, social y de buen gobierno. Durante su planificación y desarrollo deberán tener en cuenta su impacto ambiental para lograr una huella cero en el entorno. Así mismo, en todo el proceso debe estar presente la inclusión, igualdad, accesibilidad y conciliación. En este último aspecto, hay que ser más exigentes con las administraciones, donde en los concursos públicos impera el menor precio de la oferta por encima de cualquier otro mérito, lo que afecta negativamente en los salarios y horarios. 

En definitiva, la cultura tiene un poder transformador en la sociedad y todos tenemos que ayudar a amplificarlo. Como dijo el pensador Miguel de Unamuno, “la libertad no es un estado sino un proceso; sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe. Sólo la cultura da libertad”. Por eso, todas las organizaciones deben contribuir a su desarrollo sostenible. Es su Responsabilidad Social Cultural.

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